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VIII

Y cuando mi piel es café como la tierra, soy yo quien cuida a los hijos. Siempre lo he sido. Nos abandonan los maridos. A veces no existe tal. Meten la pija, se corren y se van. Para ellos no existimos. ¿Qué importancia tienen los hijos? Bastardos sin papá, criados en la perseverancia de una sociedad que maltrata a su mamá. Fue violada, ¿por qué no la dejaron abortar?

Solo tiene trece años, ¿quién cuidará esos niños? Niños, con o. Las mujeres no importan, no tienen decisión. Dios es quien decide: ellas irán al infierno, asesinas son. ¿Por qué no cerraron las piernas? ¿Por qué no dijeron "no"? ¿Por qué no resistieron? ¿Qué ropa usaban? Lo disfrutaron, seguro lo buscaban. Las muchachas de hoy en día se visten como zorras, son indecentes y bailan reguetón. La juventud de hoy en día está condenada, está todo escrito en la biblia. Deberían conocer a dios.

IX

Me acosaron, me tocaron, me callaron. Y así me preguntás qué significo, cuánto valgo, por qué existo. Solo somos un útero, un criadero, una boca más para alimentar, un saco de golpear. Somos lo que la sociedad nos ha hecho. Fuimos forjadas por las acciones, por las acciones y decisiones de los hombres, ¿me explico?

Para provocar empatía, acudimos a sustantivos, nunca nombres. La madre de algún hombre, la hermana, la esposa, la hija. Nunca Juana, Sofía o María. Siempre el accesorio, nunca persona. Siempre la musa, el cuerpo desnudo; nunca el creador, el artista. Siempre espectador, inspiración, guía. Siempre decoración, nunca protagonista.

Nuestros productos son "cosas de mujer", un gusto culposo, una ridiculez. Lo de ellos es mainstream, consumo de masas, capitalismo, obras de culto. Y nosotras acá, siendo más de la mitad en este mundo. ¿Te parece justo? Siempre musa, nunca heroína. Recibiendo hate por decisiones de hombres que no nos representan, minimizan nuestra existencia a una figura estereotípica. 



Lucrecia

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Lucrecia
Pintura de Artemisia Gentileschi.

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