CAPÍTULO 3

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HACIENDO ES COMO SE DESHACE

RAVEN ABRAZO A SU PADRE POR ULTIMA VEZ, atravesó el Espejo Transportador a uno de los balcones más altos de Ever After High. Raven se levantó del suelo, con la cabeza dándole vueltas y los miembros temblorosos. Se agarró del barandal por miedo a caerse de nuevo. Viajar a través de un espejo era como si te enrollaran en una manta y te lanzaran a una tina de agua fría. Pero cuando vives en un castillo lejano en lo alto de un acantilado escarpado y azotado por el viento, ningún otro medio de transporte se ajusta a tus necesidades.

El castillo de Ever After High estaba sobre una colina en el centro de un valle, sus estandartes ondeaban al viento en lo alto de sus torres, como velas de cumpleaños encendidas. A sus pies, Raven avistaba la Aldea de Erase Una Vez y, más allá, praderas, bosques y montañas que se extendían por todos los reinos de cuentos de hadas.

Dio un mal paso y estuvo a punto de aplastar a un ratón, que se escabullo de su camino.

-Disculpa- dijo Raven.

El ratoncito se volvió, agitando un diminuto puño gris pero en cuanto la reconoció, soltó u chillido y huyó.

Raven frunció el ceño.

Su baúl atravesó el espejo tras ella y aterrizó haciendo retumbar el suelo. Jalo la cuerda y empezó a avanzar lentamente hacia la puerta del castillo, provocando un chirrido a su paso.

Los Tres Cochinitos pasaron a su lado, cargando su ropa en hatillos.

-Chicos, ¿les importaría ayudarme a llevar este baúl a los dormitorios?- preguntó.

Los Cochinitos voltearon, con una sonrisa pintada en cada uno de sus voluminosos rostros, pero cuando vieron a Raven, las sonrisas desaparecieron. Chillaron y huyeron, haciendo repiquetear sus pezuñitas sobre las baldosas.

Raven frunció el cejo de nuevo. Desde el kínder los niños se metían con ella por ser la hija de la Madrastra de Blancanieves, pero no estaba acostumbrada a causar miedo su madre le había advertido que aquello ocurriría cuando se hiciera mayor. Aunque, en realidad, su madre no se lo había dicho como si fuera una amenaza, sino más bien una promesa: <<Porque, un día, harás que todos los seres vivos se estremezcan de terror solo con verte>>.

Puaj.

Cerró los ojos, cruzó los dedos e intentó un conjuro levitatorio para levantar su baúl. ¡Y funcionó! Más o menos. Consiguió subir las escaleras de los dormitorios, con el baúl arrastrándose y chocando con todo a sus espaldas, y dejando un rastro viscoso, como de baba de caracol. Tendría que limpiarlo luego. Un par de veces, el baúl la golpeo en la espalda, haciéndola caer de rodillas. Encontró una puerta en la que se leía <<Raven Queen y Madeline Hatter>>, habría gritado de alegría si no hubiera estado tan mareada por el viaje. ¡Iba a compartir habitación con su mejor amiga por siempre jamás! ¡Que hechizante!.

Mareada, con frio y adolorida, Raven se dejo caer en la cama.

Se giró cuando noto un chícharo debajo del colchón. Una típica novatada de a semana de orientación. Revisó debajo del colchón, encontró el chícharo y lo lanzo a la otra punta de la habitación. Alguien llamó a la puerta. Probablemente era Maddie. Podría haber entrado sin más, pero le encantaba tocar la puerta. Raven se incorporó y se arrastró hacia allá .

-Estoy reflejada- se quejó-. Me siento como una uva a la que le hubieran sacado todo el jugo. Por favor, hazme reír

-¿Reír?- dijo una voz melodiosa que pertenecía a Apple White, no a Madeline Hatter -. Tengo que trabajar más en Ciencias del Humor. Una reina debería tener aptitudes en todos los campos

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⏰ Última actualización: Jul 14, 2015 ⏰

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