¿Conexión?

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Aou contaba despacio las raciones de comida que Khaotung le había ordenado revisar. Aunque trataba de concentrarse, su mente vagaba, y pronto el aburrimiento comenzó a hacerse insoportable. El refugio en el que se encontraban era amplio pero lúgubre, con paredes de concreto frío y estanterías de metal llenas de municiones, armas y suministros que parecían más reliquias de un pasado lejano que herramientas de supervivencia. El sonido distante de las conversaciones de los demás resonaba en el eco del sótano, mientras Aou se encontraba solo, revisando cajas sin mucho interés.

Khaotung había sido cortante, llamándolo simplemente "oye, tú" o "niño", sin molestarse en aprender su nombre. No era que Aou esperara una gran formalidad, pero le molestaba un poco la falta de reconocimiento. Solo cuando finalmente se acercó a él para preguntarle su nombre, Aou respondió con una mezcla de fastidio y cansancio.

—Me llamo Aou —dijo con un suspiro, cansado de ser tratado como un simple peón en medio de todo el caos.

Khaotung asintió distraídamente y le dio instrucciones sobre cómo organizar las provisiones, pero Aou apenas escuchaba. Su atención se desviaba constantemente hacia las sombras del lugar, sus pensamientos vagando entre la tensión que sentía y los eventos recientes. Después de lo que había pasado, lo último que quería era quedarse quieto en el sótano, organizando latas de comida y municiones.

En su frustración, comenzó a juguetear con los objetos que encontraba a su alrededor, moviendo cajas, levantando algunas latas y dejándolas caer solo para escuchar el sonido hueco que hacían al tocar el suelo. Sabía que no debía estar jugando en un lugar tan peligroso, pero el aburrimiento lo estaba consumiendo lentamente.

De repente, el sonido de pasos pesados descendiendo las escaleras del sótano lo sacó de su distracción. Aou giró la cabeza justo a tiempo para ver a Boom aparecer en el umbral, su figura alta y oscura proyectando una sombra intimidante. Boom no dijo nada al principio, solo lo miró con esa expresión fría y autoritaria que había mostrado antes. La tensión se apoderó del aire en cuanto sus miradas se cruzaron de nuevo, la misma sensación de incomodidad que Aou había experimentado antes en el refugio.

Boom se acercó lentamente, sus ojos fijos en Aou, quien dejó de jugar y lo miró de vuelta, desafiante.

—¿Qué estás haciendo aquí abajo? —la voz grave de Boom resonó en el espacio cerrado—. Deberías estar siguiendo las órdenes de Khaotung, no perdiendo el tiempo.

Aou sintió cómo la irritación que había estado acumulando estallaba dentro de él. Estaba harto de que lo trataran como si fuera un niño que no sabía lo que hacía, especialmente por alguien como Boom, quien apenas había dicho una palabra desde que lo salvó.

—¿Y qué si no sigo las órdenes como un perro obediente? —respondió Aou con una chispa de desafío en su voz—. No soy como los demás. No me vas a intimidar con esa actitud de macho alfa.

Boom se detuvo, sus ojos se entrecerraron ante la provocación de Aou. El aire se volvió más pesado, y aunque el sótano estaba frío, Aou sentía que una ola de calor lo invadía por la adrenalina del momento.

—¿Crees que esto es un juego? —respondió Boom, dando un paso más cerca, su presencia imponente cada vez más abrumadora—. La vida de todos está en riesgo, y si no te tomas en serio lo que estamos haciendo, vas a arruinarlo todo.

Aou no retrocedió. En lugar de amedrentarse, dio un paso hacia adelante, cerrando aún más la distancia entre ellos. Sus ojos, normalmente tranquilos, ahora brillaban con una mezcla de ira y determinación. Sin pensarlo dos veces, agarró la camisa de Boom con una mano firme y tiró de ella con fuerza, sorprendiendo al hombre más alto.

—¿Crees que puedes hablarme así solo porque eres el más fuerte aquí? —Aou siseó entre dientes—. No me importa quién seas o qué tan duro creas ser. No voy a dejar que me trates como a un idiota.

Boom lo miró con sorpresa primero, pero pronto, una chispa de admiración se encendió en sus ojos. Aunque el ambiente seguía tenso, había algo en la reacción de Aou que parecía haber captado su atención. Nadie solía enfrentarse a él de esa manera, y mucho menos alguien como Aou, a quien apenas conocía. Pero Boom no retiró su mirada, no se apartó ni intentó calmarlo.

Por el contrario, una pequeña sonrisa de satisfacción, apenas perceptible, curvó sus labios. Aou notó el cambio en su expresión, pero no lo soltó.

—Tienes agallas, eso te lo concedo —murmuró Boom, con una voz que ahora sonaba más intrigada que molesta—. Pero si crees que puedes desafiarme sin consecuencias, estás muy equivocado.

El silencio entre ellos se volvió aún más denso. Aou no sabía qué esperar de Boom, pero tampoco estaba dispuesto a dar marcha atrás. Su corazón latía con fuerza en su pecho, y aunque la situación lo hacía sentir más vulnerable de lo que le gustaba admitir, no iba a dejar que Boom viera su miedo.

—Entonces, inténtalo —replicó Aou, su agarre en la camisa de Boom aún firme—. Veamos quién termina cediendo primero.

Los segundos parecían alargarse, el sonido de sus respiraciones el único eco en el sótano. La tensión era palpable, pero al mismo tiempo, había una conexión entre ambos, una especie de reconocimiento silencioso de que, aunque diferentes, compartían algo. Algo oscuro, algo que no habían logrado verbalizar.

Finalmente, Boom soltó una risa baja y retrocedió un paso, liberándose del agarre de Aou con suavidad.

—Eres interesante, niño —dijo el mayor —. No te subestimaré de nuevo. Pero más te vale que no juegues con fuego, porque no me temblará la mano cuando llegue el momento de ser serio.

Con esas palabras, Boom se dio la vuelta, dejando a Aou con la adrenalina todavía corriendo por su cuerpo, mientras el eco de la risa de Boom resonaba en su mente.

Aou se quedó quieto por un momento después de que Boom se alejó, todavía sintiendo la tensión del encuentro en el aire. La risa baja de Boom seguía resonando en su cabeza, mezclada con la frustración y la confusión que le provocaba ese hombre. Por un lado, lo irritaba su actitud dominante y su frialdad, pero por otro, había algo en él que lo hacía diferente a los demás. Algo que Aou no lograba descifrar.

Con un suspiro, se obligó a volver a lo que Khaotung le había pedido. Su mirada recorrió las cajas de provisiones y las municiones que estaban apiladas en el sótano. No tenía mucho sentido resistirse, y a fin de cuentas, lo único que le importaba en ese momento era sobrevivir.

—Después de todo, solo quiero sobrevivir —murmuró para sí mismo, como si esas palabras fueran un mantra que lo mantuviera enfocado.

A medida que se agachaba para revisar una de las cajas, su mano se deslizó instintivamente hacia su cuello. Al tocarlo, sintió las vendas que rodeaban la piel sensible y adolorida. Los recuerdos del ataque en la Universidad volvieron a su mente fugazmente, como destellos de pesadilla. El dolor había sido insoportable en su momento, pero ahora lo que más le preocupaba era la cicatriz que quedaría, una marca visible de la lucha por su vida.

No podía permitirse ser vulnerable, no ahora que cada día era una batalla. Mientras sus dedos recorrían las vendas, Aou pensaba en sus amigos, en Winny, Satang, y en los demás. Todos estaban heridos, de una forma u otra, ya sea física o mentalmente. Pero lo único que los mantenía en pie era la necesidad de seguir adelante. No había espacio para las emociones débiles ni para la duda. Solo había que sobrevivir.

Con ese pensamiento en mente, se puso de pie y continuó su trabajo, aunque no pudo evitar lanzar una última mirada hacia las escaleras por donde Boom había desaparecido.

Con ese pensamiento en mente, se puso de pie y continuó su trabajo, aunque no pudo evitar lanzar una última mirada hacia las escaleras por donde Boom había desaparecido

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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