capítulo 3

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Eran las 12:30. Los chicos se preparaban para un día largo y caluroso. Mientras guardaban sus pertenencias, conversaban sobre lo que debían hacer a continuación.

—¿Pero están seguros de que quieren hacerlo? —preguntó Amelia, con un tono suave, mientras guardaba su linterna y cámara en la mochila.

—¡Claro que sí! Además, esto va a ser interesante —respondió Michael, sonriendo, mientras tomaba un sorbo de agua y luego la guardaba.

—Yo también estoy de acuerdo. No tiene sentido quedarnos aquí sin hacer nada —añadió Emma, ajustándose la gorra para protegerse del sol.

Evelyn, revisando su mapa, levantó la mirada y comentó:

—Tenemos todo planeado. Solo tenemos que seguir la ruta que marcamos ayer y llegar al pueblo.

Christopher, hasta entonces en silencio, intervino con cautela:

—Sí, pero debemos ser cuidadosos. No sabemos qué más podríamos encontrarnos, aunque solo sea una biblioteca abandonada.

—Tranquilo, Chris. Estaremos bien. Solo tenemos que mantenernos juntos —dijo Amelia, tratando de calmar a su hermano con una sonrisa.

El grupo terminó de empacar, y la tensión en el aire se hacía más palpable. Sabían que se adentraban en lo desconocido, pero la curiosidad y el deseo de resolver el misterio los impulsaban a seguir adelante.

—¿Todos listos? —preguntó Emma, poniéndose al frente.

—Listos —respondieron al unísono.

—Pues vamos. Este día va a ser largo —dijo Michael mientras ajustaba su mochila. Con esas palabras, comenzaron a caminar hacia el bosque.

Amelia corrió detrás de su hermano, sintiendo el peso de la mochila sobre su espalda. Cuando lo alcanzó, se detuvo un momento, recordando la herida que había sufrido antes. Caminó más despacio, en un intento de no empeorarla.

—Es mejor que vayamos despacio por la herida de Ames —dijo Emma, su tono dulce mientras caminaba junto a Evelyn.

—Eso sería lo mejor —contestó Michael, sonriendo antes de alcanzar a las chicas y unirse a los hermanos.

Christopher tomó la mano de su hermana, como si intentara protegerla de algo invisible. La tensión se colaba en el aire cálido y pesado.
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[13:19]

El camino se había extendido más de lo previsto, y el calor sofocante hacía que cada minuto pareciera una eternidad.

—No doy más... —murmuró Amelia, casi siendo arrastrada por su hermano, mientras Michael se reía viendo cómo Evelyn intentaba llevar a Emma a cuestas.

—Ayuda... no doy más —dijo Michael entre risas, justo antes de que Evelyn lo empujara en tono de juego y luego corriera detrás de Amelia.

El bosque se volvía más cerrado con cada paso. La luz del sol apenas lograba atravesar las copas de los árboles, creando sombras inquietantes. Un extraño silencio envolvía el lugar.

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