Capitulo Uno.- "Accidente".

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-Y con eso, finalizamos la reunión -anunció Richard, mientras cerraba su maletín con un chasquido. Un suspiro de alivio escapó de sus labios, reflejando el agotamiento del día.

Los demás asistentes comenzaron a recoger sus pertenencias en silencio, el cansancio reflejado en sus gestos. Alyssa exhaló profundamente, sintiendo cómo el peso de las horas se acumulaba en sus hombros.

El día había sido interminable, lleno de debates intensos y decisiones complejas. Despidió a sus compañeros con una inclinación leve de la cabeza, antes de dirigirse a la salida de la oficina. Mientras buscaba sus llaves en el bolso, un pensamiento la golpeó como un balde de agua fría: había olvidado que prefirió tomar el taxi qué traer su propio auto. Rodó los ojos, frustrada consigo misma.

-Perfecto... -murmuró entre dientes, resignándose a tomar un taxi.

Caminó hacia la salida del edificio y, al ver una cafetería cercana, decidió hacer una pausa. El aroma a café recién hecho y pan horneado le dio la bienvenida al cruzar la puerta, envolviéndola en una cálida familiaridad que casi borró el agotamiento. Pidió una dona, un café y algunos panecillos para llevar. El simple placer de tener algo dulce entre las manos pareció calmar un poco su ánimo.

Justo cuando salía de la cafetería, alguien la chocó bruscamente, casi haciéndole perder el equilibrio. La bolsa con los panecillos tambaleó peligrosamente en su mano.

-Disculpa... -empezó a decir, pero el hombre ni siquiera se detuvo. Al contrario, aceleró el paso, y entonces Alyssa se dio cuenta: su celular había desaparecido de su bolsillo. Sus ojos se abrieron de par en par.

-¡Oye! -gritó, pero él ya corría.

Sin pensarlo dos veces, dejó el café y los panecillos en una mesa cercana y salió corriendo detrás de él. La adrenalina recorría su cuerpo mientras esquivaba a las pocas personas que caminaban por la acera, con el corazón latiendo con fuerza en sus oídos. Lo alcanzó casi de inmediato, pero justo cuando extendía la mano para detenerlo, el ladrón giró en una esquina estrecha.

Alyssa lo siguió sin detenerse, pero no vio a una persona que caminaba de frente. El choque fue tan fuerte que cayó al suelo de espaldas, el impacto sacándole el aire de los pulmones.

-¿Te lastimaste? -una voz grave y sorprendentemente suave la sacó de su aturdimiento. Alzó la mirada y se encontró con un hombre de cabello rubio cenizo, que le ofrecía su mano enguantada.

Por un momento dudó, observando sus ojos oscuros que parecían escrutarla, pero finalmente aceptó su ayuda. Al ponerse de pie, comenzó a sacudir nerviosamente la falda negra, intentando despejar la suciedad que se había adherido.

-Descuida, fue culpa mía -dijo, aunque no pudo evitar el tono algo avergonzado en su voz-. Me disculpo si te lastimé.

-Estoy bien -respondió él con una sonrisa tranquila, sin apartar su mirada de la suya, como si intentara leer algo en sus ojos.

Alyssa notó que la observaba con más atención de la que le parecía cómoda. Apartó la vista rápidamente, enfocándose de nuevo en la calle por la que había escapado el ladrón.

-¿Te ocurre algo? -preguntó él, su tono curioso.

-Perdí mi celular... o más bien, me lo robaron -contestó ella, con un suspiro frustrado que escapó de sus labios.

De repente, sintió la mano de aquel hombre rozar su mejilla suavemente. Sobresaltada, lo miró fijamente, con el desconcierto reflejado en sus ojos.

-¿Qué estás haciendo? -preguntó, dando un paso atrás, mientras lo miraba confundida.

-Tu rostro está frío -comentó él, con una sonrisa que bordeaba lo amable y lo intrigante-. Deberías usar una bufanda. La nieve llegará pronto.

Alyssa soltó una pequeña risa.

-Gracias por el consejo -dijo, recuperando la compostura-, pero estoy bien. Bueno, adiós.

Se despidió con una sonrisa antes de alejarse rápidamente. Mientras avanzaba, aún sentía la mirada de él clavada en su espalda.

Bep, bep.

-Dimitri... -contestó el hombre, su tono despreocupado-. Tuve un pequeño accidente, no, no es un problema grande, simplemente.... me encontré a alguien interesante...

...

-No se preocupe, mañana hablaré con el señor Zdanov -aseguró Alyssa, mientras escuchaba a la mujer al otro lado de la línea suspirar aliviada.

-Muchas gracias, señorita Romanov -dijo la voz antes de colgar.

Nikolai.

Un hombre que había dedicado toda su vida a una empresa que ahora estaba al borde del colapso, amenazada por las garras de Georg Zdanov, un hombre peligroso. Y peor aún, Alyssa sospechaba que Zdanov tenía lazos con la mafia.

Las cosas no iban a ser fáciles, pero ella estaba decidida a intentarlo.

...

El señor Zdanov caminaba de un lado a otro, nervioso y claramente desesperado. Su mirada ansiosa se deslizaba hacia el rubio cenizo que estaba recargado contra el escritorio, fumando un cigarrillo con la tranquilidad de alguien que lo tenía todo bajo control.

-¡Tienes que hacer algo! -exclamó Zdanov-. ¡Zar, necesito una respuesta!.- estaba perdiendo la paciencia.- ¡Esa maldita abogada está por todas partes!. - se tomó la cabeza mostrándose más desesperado.- ¿No crees que las cosas están avanzado de manera lenta?

El mencionado Zar exhaló el humo lentamente, mirándolo con frialdad.

-Consejal Zdanov -su voz resonó con gravedad-. Soy una persona ocupada, y aun así,¿me has llamado para escuchar tus quejas.?

Apagó el cigarrillo en el cenicero y avanzó hacia Zdanov, cuya expresión cambió de nerviosismo a puro miedo.

-Si solo se trata de una abogada, no tienes de qué preocuparte -murmuró Zar, deteniéndose frente a él. Lo tomó de los hombros, inclinándose ligeramente para que sus ojos quedaran al nivel de los del consejal-. Pensaré en los viejos tiempos de mi padre, ya deja de quejarte.

-¡Perdón por la interrupción! -un hombre irrumpió en la habitación, visiblemente alterado-. ¡Hay una visita inesperada!

-¿Qué? -Ambos hombres miraron hacia la puerta, donde apareció una mujer con una sonrisa enigmática.

-Disculpen, me gustaría hablar con ustedes -dijo ella, con una seguridad.

LIKE THAT .-Caesar Alexandrovich y tu. -Rosas y Champaña-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora