Adrián era un joven que, tras un inesperado accidente, se encontraba en el limbo entre la vida y la muerte. Sin embargo, en lugar de seguir el camino habitual, reencarnó en el cuerpo del Pokémon Mew, despertando en un universo completamente distinto...
Rápidamente esquivaba sus ataques, sintiendo una mezcla de burla y dificultad. La reacción del moflete eléctrico que había recibido me había dejado un poco paralizado, y aunque sabía que podría recuperarme, decidí que este reto era demasiado atractivo como para no enfrentarlo.
Los rayos de Twilight volaban a mi alrededor, y uno de ellos rozó mi mejilla, lo que me hizo sonreír a pesar de la cercanía del peligro.
Mew: Carajo.
Susurré para mí mismo, disfrutando de la emoción del momento. Cada ataque que ella lanzaba era una prueba de mis habilidades, y aunque la situación era desafiante, la adrenalina corría por mis venas.
La competencia se había convertido en algo más que un simple combate; era una oportunidad para aprender y crecer, y no podía evitar sentirme emocionado por lo que vendría a continuación.
Mew: [Zero].
Pronuncié, pensando que mi magia sería insignificante. Sin embargo, el resultado superó mis expectativas. En un instante, todo en un radio de un kilómetro comenzó a flotar, como si la gravedad hubiera dejado de existir.
La vista era asombrosa, y la sensación de poder era abrumadora. Comencé a reír a carcajadas, sorprendido y emocionado por la magnitud de lo que había desatado.
La risa brotaba de mí de manera incontrolable, no solo por la maravilla del espectáculo que estaba creando, sino también por la falta de control que tenía sobre este nuevo poder.
Las hojas de los árboles, los pequeños animales y hasta algunas rocas estaban levitando, y el caos que había generado transformó el campo de batalla en un espectáculo surrealista.
A medida que mi magia comenzaba a desvanecerse, Twilight, Fluttershy y los pequeños animalitos que las rodeaban cayeron lentamente al suelo, como si una suave brisa los hubiera guiado hacia la tierra sin causarles daño.
La escena era un contraste entre la maravilla de la levitación y el regreso a la normalidad, y aunque el espectáculo había terminado, la energía del enfrentamiento seguía presente entre Twilight y yo. Con determinación, pronuncié.
Mew: [Atadura].
Moviendo mi pata con suavidad. En respuesta, pequeñas enredaderas emergieron del suelo, envolviendo a Twilight con gracia. El movimiento, era una técnica que impedía que el oponente realizara cualquier acción mientras durara su efecto.
Las enredaderas se apretaron levemente, asegurando su inmovilización, mientras yo observaba con atención, consciente de que este sería un momento crucial en nuestro enfrentamiento.
Lo que me sorprendió fue que, en un giro inesperado, Twilight se teletransportó a mi lado y lanzó un hechizo de hielo, congelándome por completo. Sin embargo, lo que ella no sabía era que, en un momento antes de que su magia me alcanzara, había creado un clon y me teletransporté al cielo.
Ahora, desde esta nueva perspectiva, observaba cómo Twilight sonreía victoriosa, convencida de que había ganado el enfrentamiento.
La escena era intrigante; desde lo alto, podía ver cómo su expresión de triunfo se iluminaba, mientras yo permanecía oculto en las nubes.
De un momento a otro, desaparecí al clon y aparecí directamente sobre el lomo de Twilight. Ella se sobresaltó ligeramente, sorprendida por mi repentina aparición. Con un tono pícaro, me incliné y le susurré al oído.
Mew: Esto aún no ha terminado.
No le di tiempo para reaccionar. Rápidamente, toqué su cuello con la técnica de moflete eléctrico, y en ese instante, quedó paralizada, atrapada por la descarga.
Una sonrisa de triunfo se dibujó en mi rostro mientras me elevaba un poco más en el aire, dejando que la emoción me invadiera. Grité "¡Victoria!" una y otra vez, como un niño pequeño que acaba de ganar un juego.
...
..
.
Después de todo el alboroto, Twilight finalmente admitió su derrota, reconociendo que no era un ser malvado, como había pensado en un principio. Me resultó curioso cómo había llegado a esa conclusión errónea, pero aprecié su sinceridad.
Entonces, me preguntó dónde vivía, y al responder que no tenía un hogar, se produjo un breve silencio. Fluttershy, con su habitual amabilidad, sugirió que podría vivir con ella. Sin embargo, negué con la cabeza, explicando que debía buscar mi propio lugar en el mundo.
La conversación fluyó entre nosotros, llena de reflexiones y camaradería, y el ambiente se volvió más ligero. Al llegar el momento de despedirme, Fluttershy me sorprendió con un cálido abrazo.
Era un gesto sincero que me llenó de calidez y gratitud, y vi cómo Twilight sonreía, sus ojos reflejando una mezcla de ternura y aprobación ante la conexión que se había formado entre nosotros.
Con una sonrisa en el rostro, me despedí de ambas, y Twilight, con un gesto amable, extendió su casco en señal de adiós.
Sumergido en el corazón del bosque Everfree, el mismo lugar donde había hecho mi primera aparición, decidí que era el momento de construir un hogar.
La idea de tener un espacio propio comenzaba a tomar forma en mi mente, y aunque sabía que necesitaría materiales, confiaba en que mi extraordinario poder me permitiría obtenerlos.
Sin embargo, era esencial contar con un plan bien definido, por lo que cerré los ojos y me sumerjí en la visualización de la casa que deseaba crear.
Con cada respiración, traté de imaginar todos los detalles: la estructura, los colores, la disposición de las habitaciones. Quería un lugar que reflejara mi esencia, un refugio que me brindara paz y seguridad en medio de la naturaleza. La brisa suave del bosque y el canto de los pájaros se convirtieron en un telón de fondo que alimentaba mi concentración.
A medida que me adentraba más en mi visión, sentí cómo cada elemento comenzaba a cobrar vida en mi mente.
Después de mucho reflexionar, finalmente tenía clara la imagen de mi hogar en la mente. En un pequeño punto del bosque, un gigantesco árbol comenzó a materializarse, sobresaliendo por encima de los demás. Alcanzaba los 50 metros de altura y tenía un diámetro de 20 metros; su color violeta rosado destacaba de manera vibrante en el entorno natural.
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Debajo de su imponente tronco, creé una pequeña puerta que se abría hacia el interior del árbol. Al cruzar el umbral, descubrí un gran espacio vacío que se extendía ante mí, listo para transformarse en mi refugio.
Con determinación, supe que era hora de comenzar a remodelar y decorar este nuevo espacio. Visualicé cómo cada rincón podría ser adaptado a mis necesidades y deseos, imaginando un ambiente acogedor y lleno de vida.
