Capitulo 3.

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George se encontraba disfrutando de la conversación con Hamilton, cuando de repente, vio a su padre acercarse al área de hospitalityi con una expresión de descontento. La sonrisa de George se desvaneció al notar la tensión en el rostro de Torger.

—George, tenemos que hablar —dijo su padre, interrumpiendo la conversación. La voz  Alfa de Torger era firme, pero controlada.

Lewis observó el cambio en el ambiente gruñendo poniendoce a la defensiva. George intentó mantener la calma.

—Pap, estoy aquí con Lewis. Solo estamos tomando un café —dijo George, tratando de apaciguar la situación soltando un poco de su olor para relajar a los dos Alfas

—No creo que esto sea apropiado, George —respondió Torger gruñendo y cruzando los brazos—. esto no es  un juego, y acercarte a pilotos  Alfa como Hamilton no es algo que debas tomar a la ligera , ellos solo buscan una presa fácil con quién pasar el rato.

George sintió un nudo en el estómago. —No es lo que imaginas pap .  Lewis solo me está dando consejos, y creo que eso es importante para mi carrera.

—¿Consejos? —Torger se volvió hacia Hamilton, su tono se volvía más duro—. No creo que necesites la influencia de alguien como él, especialmente cuando sus intereses son otras.

Hamilton, sorprendido por la confrontación, intentó intervenir. —Torger, solo intento apoyar a George en su camino ,todos sabemos lo difícil que es este deporte y no tengo otras intenciones con el.

Torger miró a Hamilton con desdén, su voz baja pero cargada de desconfianza.

—¿Y tú qué sabes de apoyo, Lewis? —dijo, el desprecio era evidente—. ¿Cómo te atreves a presentarte aquí como el salvador después de lo que le hiciste a Niko Rosberg? Un joven que, al igual que mi hijo, tenía sueños. Pero tú, con tu egoísmo, lo arrastraste a un conflicto que le costó la carrera y, en última instancia, su futuro.

George sintió que el aire se volvía pesado. La mención de Niko lo golpeó como un puño. Sabía lo que había pasado, la rivalidad desgastante y la presión que había afectado a ambos pilotos.

—Papá, eso fue diferente —intervino George, tratando de defender a Hamilton—. No se puede comparar mi situación con la de Niko. Lewis ha sido un mentor para mí.

—Un mentor que ha dejado un rastro de destrucción a su paso —replicó Torger, su voz firme—. No me digas que no lo has visto, George. Las peleas constantes, la presión mental, todo lo que enfrentó Niko. No quiero que seas la próxima víctima.

Hamilton, sintiendo la tensión, se sintió obligado a defenderse. —Lo que pasó con Niko fue complicado. No me atrevería a decir que no cometí errores, pero ambos éramos competidores en un deporte extremadamente exigente. Lo que necesito que entiendas es que cada uno de nosotros tiene que encontrar su camino. La rivalidad no define a un piloto; es parte de este mundo.

—¿Parte del mundo? —replicó Torger, ahora visiblemente alterado—. Este mundo puede ser brutal. Lo sé de primera mano, y no estoy dispuesto a dejar que mi hijo sea otra víctima de esa brutalidad.

George, sintiéndose más fuerte, levantó la cabeza. —No estoy pidiendo que me protejas de todo, papá. Estoy pidiendo la oportunidad de vivir mi propia vida y cometer mis propios errores. Necesito tomar mis propias decisiones.

Torger respiró hondo, claramente conflictuado. Sabía que el mundo de la Fórmula 1 no era un lugar seguro, y su instinto paternal lo llevaba a querer proteger a su hijo a toda costa. Pero en el fondo, también reconocía la necesidad de George de afirmarse.

—¿Y qué hay de Niko? —preguntó Torger, su tono un poco más suave, pero aún serio—. ¿Te gustaría terminar como él? ¿ Sabes que estuvo enlazo con Hamilton?

—No, pero no puedo vivir con miedo . Y no , no estaba enterado de que estuvieran en una relación.—respondió George, su voz firme—

Torger, sintiéndose abrumado por la preocupación, tomó un impulso desesperado. Sin esperar respuesta, agarró a George del brazo con firmeza y lo llevó hacia su auto.

—¡Papá, suéltame! —protestó George, tratando de soltarse, pero la fuerza de su padre era inquebrantable.

—Esto no es un debate, George —respondió Torger, su voz temblando de enojo mientras empujaba a su hijo hacia el asiento del copiloto. Sin darle tiempo a protestar, cerró la puerta y activó el seguro.

—¿Qué estás haciendo? —gritó George, ahora atrapado. Su corazón latía con fuerza. Nunca había visto a su padre así.

—Estoy protegiéndote —dijo Torger mientras arrancaba el motor y se dirigía rápidamente fuera del área de hospitality. Las ruedas chirriaron al girar, dejando atrás a un confundido Hamilton.

—Esto no es protección, es secuestro —replicó George, la frustración burbujeando. Se dio cuenta de que su padre no estaba dispuesto a escuchar.

Torger se mantuvo en silencio, sus ojos fijos en la carretera. El aire en el auto era tenso, lleno de emociones reprimidas. Finalmente, George se armó de valor.

—No entiendo por qué no puedes confiar en mí. Siempre he tratado de hacer lo correcto, y ahora que tengo la oportunidad de aprender de alguien como Lewis, tú decides quitarme eso. ¿Por qué?

Torger soltó un suspiro pesado. —Porque no quiero que sufras. He visto lo que este deporte puede hacer a los pilotos, las decisiones que toman, las consecuencias. Niko era un buen chico, con un gran futuro, y su vida cambió por completo. No puedo dejar que te pase lo mismo.

—¡Pero yo no soy Niko! —exclamó George, la rabia surgiendo de su interior—. No soy una víctima. Quiero vivir, quiero arriesgarme y aprender de mis propias elecciones.

Torger miró a su hijo, el dolor reflejado en su rostro. —No es tan simple. Este mundo es despiadado. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras te lanzas a algo que no entiendes del todo.

George se sintió herido por la falta de confianza de su padre. —Papá, estoy creciendo. Necesito tomar mis propias decisiones, incluso si eso significa caer. Es parte de la vida.

Después de unos momentos de silencio, Torger giró hacia un camino secundario, lejos del bullicio de la carrera. Su rostro estaba marcado por la frustración, pero también por un destello de duda. Finalmente, habló con voz suave.

—Lo que más quiero es que seas feliz y que estés a salvo. Pero no sé cómo dejarte ir.

—Entiendo que te preocupa, pero necesito que confíes en mí —dijo George, tratando de suavizar la tensión—. Este es mi camino. No puedo tener éxito si siempre estás detrás  mí

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