Capitulo 5

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Después de aquel combate agotador, ambos chicos permanecían sentados en el borde de la montaña, con la brisa refrescante acariciando sus rostros. El lago frente a ellos, cristalino y tranquilo, reflejaba la luz del atardecer, creando un contraste perfecto con el caos que había dejado su entrenamiento.

—Vaya... ese entrenamiento fue bastante exigente, ¿no lo crees? —comentó Goten, todavía sonriendo pese al cansancio, mientras volteaba a ver a Trunks.

—Sí, vaya que sí... Deberíamos entrenar más seguido, pero sin excedernos tanto. Recuerda que ya no tenemos semillas del ermitaño —respondió Trunks, exhalando profundamente y advirtiendo a su amigo sobre el riesgo.

Goten suspiró y asintió con la cabeza. —Tienes razón, Trunks. Si nos lastimamos demasiado, no habrá forma de curarnos rápido... Pero si somos cuidadosos, no pasará nada, ¡así que relájate! —dijo mientras le daba un amistoso golpe en la espalda.

Trunks se inclinó hacia adelante por el dolor, apretando los dientes. —Ahg... Goten, mi espalda... —se quejó, intentando no gritar.

—¡Oh! Lo siento, jeje, me olvidé... —se disculpó Goten, rascándose la nuca con una sonrisa inocente.

Trunks soltó una pequeña risa, a pesar de la molestia. —Vaya que te pareces al señor Goku... —dijo en tono de broma, queriendo aligerar el ambiente.

Goten se quedó en silencio por un momento, moviendo sus pies nerviosamente mientras la nostalgia lo embargaba. —¿Mi papá?... Tal vez tengas razón. No lo conocí en persona, pero... mi mamá me contó sobre él. Al parecer, era bastante alegre y optimista —respondió, con una mezcla de curiosidad y tristeza en su voz.

Trunks, al notar el cambio de ánimo en su amigo, lo miró con empatía y decidió intervenir. —Vamos, Goten, no te pongas así. Estoy seguro de que el señor Goku estaría muy orgulloso de ti —dijo, buscando animarlo.

Goten sonrió débilmente, pero el dolor en sus palabras aún persistía. —Tienes razón, Trunks... Solo... me hubiera gustado escucharlo de él, ¿sabes? —murmuró, mientras su mirada volvía a fijarse en el lago, reflejando sus sentimientos.

El silencio que siguió fue tranquilo, pero cargado de emociones no dichas. Ambos sabían que, aunque habían crecido mucho, todavía cargaban con sus propias luchas internas. Pero en ese momento, la presencia del otro bastaba para soportarlas.

Después de descansar un rato más, Goten y Trunks decidieron que era hora de regresar a la casa de Bulma. Ambos se levantaron, aunque algo adoloridos por el entrenamiento, y comenzaron a caminar por el sendero que los llevaría de vuelta. Mientras avanzaban, los dos amigos seguían conversando, intentando ignorar el dolor que sentían.

—¿Sabes? Creo que la próxima vez deberíamos ser más cuidadosos... —dijo Trunks con una sonrisa de medio lado, mientras se estiraba, sintiendo el tirón en sus músculos.

Goten asintió, con una ligera risa. —Sí, tienes razón... Aunque estuvo muy divertido. ¡Siento que cada vez somos más fuertes! —exclamó, todavía entusiasmado por la pelea reciente.

Trunks lo miró, con una ceja levantada. —Sí, claro... Hasta que Bulma nos vea. Estoy seguro de que no estará tan emocionada como tú. ¿Te imaginas lo que dirá cuando vea que nos lastimamos otra vez?

—Bueno... Tal vez no se dé cuenta —dijo Goten esperanzado, pero ambos sabían que eso era imposible.

Finalmente, llegaron a la casa de Bulma. Apenas cruzaron la puerta, la tensión en el aire era palpable. Como si lo hubiera estado esperando, Bulma apareció de inmediato en el pasillo, con los brazos cruzados y una expresión de preocupación mezclada con enfado.

—¡Ah, ya están aquí! —dijo Bulma, caminando hacia ellos. —¿Me quieren explicar por qué tienen esas caras llenas de golpes? ¿Otra vez estuvieron peleando? —les preguntó, mirando de cerca las heridas en sus cuerpos.

Goten y Trunks intentaron disimular, pero no duró mucho. Bulma los observaba con ojos de halcón.

—No puede ser en serio. Ya tengo suficiente con Gohan en la enfermería y ahora ustedes dos vuelven medio destruidos. ¡¿Qué se supone que voy a hacer con ustedes?! —dijo Bulma, elevando la voz.

Trunks y Goten se miraron con nerviosismo, antes de que Bulma, de la nada, les diera un rápido golpe en la cabeza, haciendo que ambos soltaran un pequeño grito de dolor.

—¡Ay! ¡Bulma! —se quejó Trunks, llevándose una mano a la cabeza.

—¡Eso dolió! —exclamó Goten, sobándose el lugar donde recibió el golpe.

—¡Bien hecho! ¡Eso era lo que buscaba! —respondió Bulma, furiosa, pero con ese toque cómico que la caracterizaba al regañar. —¿No les quedó claro que ya no hay semillas del ermitaño? ¡Si siguen así, no tendrán con qué curarse!

—Lo siento, mamá... Solo queríamos entrenar —intentó justificar Trunks, mirando hacia otro lado.

—Sí, Bulma, fue solo para hacernos más fuertes —añadió Goten, aunque su tono no sonaba muy convincente.

—¡Bah! No quiero escuchar más excusas —continuó Bulma, lanzándoles otra mirada fulminante. —A este paso, voy a tener que construirles una cápsula de recuperación solo para ustedes. Ya es suficiente con tener a Gohan en la enfermería, no necesito dos cabezas huecas más lesionadas.

Ambos chicos asintieron, frotándose las cabezas, todavía sintiendo el dolor de los golpes de Bulma.

—Está bien, no lo haremos otra vez —dijo Trunks, intentando calmarla.

—Sí, te prometemos que seremos más cuidadosos... —añadió Goten con una sonrisa incómoda.

—¡Más les vale! —replicó Bulma, dándose la vuelta para regresar a sus cosas. —Y la próxima vez que vengan lastimados, no me molestaré en regañarlos, simplemente los enviaré directos a limpiar el laboratorio.

Trunks y Goten se miraron entre sí, aliviados de que el regaño no hubiese sido peor. Ambos soltaron una risa nerviosa y se dirigieron hacia la sala, agradeciendo que, al menos por ahora, la tormenta había pasado.

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⏰ Última actualización: Oct 05 ⏰

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