VI: Una horrible realidad

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—Bienvenido al futuro...—

Milo dudo en tomar la mano del caballero, por su armadura rota y cabello corto, no parecía al Saga que conocía. Pero si era el futuro no lo hubiera imaginado así, con duda le tomo de la mano y se levantó del suelo.

—Como es posible que el futuro sea tan... Escalofriante.— Milo no sabía cómo describir lo que veía, Saga inmediatamente lo entendió y solo lo llevo al interior de la cueva.

—Primero entremos, no vaya ser que los espectros nos encuentren.— Saga llevo al joven Escorpión dentro de la cueva, al principio todo oscuro, pero a medida que avanzaban había una luz al interior de esa cueva, unas cuantas antorchas eran las responsables de dar luz en esa tenebrosa cueva. Milo observo el lugar, había unas cuantas mantas en el suelo, algo de fruta en un rincón y unas botellas de agua, algunas vacías, pronto vio que desde el interior salió un pequeño, y no era precisamente Aelios.

—¡Papá!— El pequeño abrazo las piernas del mayor con fuerza, no lo había visto en varios días y ya había temido lo peor.

A Milo se le helo la sangre al ver a ese pequeño, pues su similitud con Camus era mucha, de no ser por sus ojos diría que era como el. Pues esa piel blanca y cabellos rojos eran bastantes únicos.

—¿Quien es este niño? ¿Y dónde está Aelios? ¡Me debe respuestas!— Al caballero se le cruzó una loca idea por la mente y no quería imaginar lo peor al ver a ese niño, solo observo como Saga lo cargaba entre sus brazos. Mientras que el sentía un escalofrío recorrer su cuerpo.

—Es mi hijo, su nombre es Calix...— Saga vio que también el otro pequeño apareció, Milo trato de acercarse, pero pronto un cosmos dorado envolvió al menor, la forma del niño cambio a una adulta, su larga cabellera apareció y paso a convertirse en adulto. Sus ropas pequeñas se rompieron por lo quedó desnudo ante los caballeros.

—¿Aelios?— Milo dudo por un momento, pero en cuanto el brillo del cosmos desapareció se percató que el pequeño Aelios era él mismo, solo que en el futuro, pues era como verse al espejo por la diferencia que ese Milo tenía una enorme cicatriz debajo de su ojo derecho.

—Aelios nunca existió... Era una identidad que tuve que tomar para tratar de traer a Nike.— La seriedad con la que hablo era escalofriante, de este Milo no se podía esperar una pizca de felicidad. El joven se acercó a una manta blanca que había en el suelo y se cubrió la cintura con eso.—Ahora, estas atrapado aquí, si que eres brillante.

—¿Disculpa? Trate de salvarte... ¡De saber que te podías salvar solo yo jamás hubiera saltado por ti! Pensé que eras un inocente niño, pero resulta que eres... Yo mismo.— Milo se golpeó la frente con su mano, debió esperarse algo así, pero a su mente jamás se le paso que era posible los viajes en el tiempo y que su futuro era tan catastrófico.— ¡Todo este tiempo nos engañaste! ¿¡Porque no fuiste directo desde un principio!?

—¿Me hubieran creído en el cuerpo de un mocoso?— El joven se dirigió al interior de la cueva para cambiarse, pero fue seguido por el Milo más joven, pues realmente necesitaba respuestas.— Necesito algo de privacidad, si quieres hablar de lo ocurrido pregúntale a Saga.

—¡Tu eres el que llegó a nosotros! ¿¡Porque no dijiste la verdad!?— Milo lo siguió, ignoro la petición del mayor y este solo siguió caminando.—¡Habla ahora! ¡Incluso actuaste como un niño! ¡Envenenaste la mente de Camus con tu maldita actitud!

Ante lo último, el mayor perdió la cordura. El solo escuchar el nombre de Camus le devolvía a la escena en que lo perdió, odiaba como actuaba antes, si talvez hubiera cambiado su actitud y de saber que jamás vería a Camus a otra vez, hubiera valorado cada día a su lado. Rápidamente tomo a Milo del pasado del cuello, y trato de ahorcarlo, apretó con fuerza al más joven mientras lo miraba con rabia.

Un destino perdido [MiloxCamus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora