El clima estaba raro. Matías había salido temprano para atender unos asuntos y Enzo, aprovechando el rato solo, decidió salir a dar una vuelta por el barrio. No estaba muy lejos de casa cuando sintió una presencia detrás de él. Algo en su estómago le dijo que algo no andaba bien, y cuando giró la cabeza, lo vio: Fran, de pie en la esquina de la calle, con una mirada fría y calculadora.
—¿Qué querés ahora, Fran? —preguntó Enzo, tratando de mantener la calma. No había nadie cerca y el aire se sentía pesado.
Fran no dijo nada al principio, solo lo miró fijamente. Luego, sin previo aviso, avanzó rápidamente hacia él. Enzo dio un paso atrás, pero antes de que pudiera reaccionar, Fran lo agarró del brazo con fuerza.
—Te dije que no iba a dejarte ir tan fácil —susurró Fran, apretando más fuerte.
Enzo intentó soltarse, pero Fran lo arrastró hacia una camioneta estacionada en la esquina.
—¡Soltame! —gritó Enzo, pero Fran ya lo había empujado adentro, cerrando la puerta de golpe. El vehículo arrancó en cuestión de segundos.
—No vas a volver con Matías —dijo Fran con voz dura mientras conducía a toda velocidad—. Vos y yo, Enzo. Nosotros estamos destinados a estar juntos.
Enzo, aún desorientado, trató de abrir la puerta, pero estaba bloqueada desde el exterior. Su corazón latía a mil por hora mientras la desesperación comenzaba a apoderarse de él.
—Fran, esto es una locura. ¡Basta! —intentó razonar con él—. No tenés idea de lo que estás haciendo.
Fran se rió, una risa que no tenía nada de gracia. Sus ojos parecían perdidos, completamente absorbidos por la obsesión que sentía por Enzo.
—No es una locura, Enzo. Esto es lo único que tiene sentido. Vos, conmigo. Vamos a estar juntos, lejos de todos esos que te alejan de mí.
El miedo comenzaba a apoderarse de Enzo. Miraba por la ventana, viendo cómo las calles pasaban rápidamente, sin saber a dónde lo llevaba Fran.
Mientras tanto, Matías, ajeno a lo que estaba ocurriendo, terminó su reunión y decidió llamarlo. Pero el celular de Enzo no sonaba. La llamada iba directo al buzón de voz, lo que no era normal. Matías sintió una punzada de preocupación, pero pensó que quizá Enzo había salido a caminar o había olvidado cargar su teléfono.
Pasaron unas horas y Matías seguía sin recibir noticias. Decidió mandar mensajes, pero ninguno se entregaba. Algo no estaba bien.
Matías se levantó de golpe y salió en busca de Enzo, revisando las calles cercanas, los cafés donde a veces paraba. Pero no había rastro de él. Entonces, la angustia empezó a crecer dentro de él. ¿Dónde estaba Enzo? ¿Por qué no le contestaba?
Mientras tanto, en un lugar apartado y desolado, Fran estacionó la camioneta en una casa vieja y abandonada.
—Acá nadie nos va a molestar —dijo Fran, bajando del vehículo y abriendo la puerta para sacar a Enzo.
—Fran, por favor, no hagas esto. No tiene sentido —rogó Enzo, pero Fran simplemente lo empujó hacia el interior de la casa.
—Shh, todo va a estar bien. Solo tenés que confiar en mí.
Enzo sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Sabía que estaba en problemas y que Matías no tenía ni idea de lo que estaba pasando.
*
Matías miraba a Juani con una mezcla de angustia y determinación mientras le apretaba el hombro, intentando tranquilizarlo. Juani, sin embargo, estaba devastado, sus lágrimas caían incontrolables mientras su pecho subía y bajaba con la intensidad de su dolor.
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Pecados y Redención
FanfictionEnzo se enamora de un drogadicto de la celda 7, de la prisión a donde iba a visitar a su padre quien había sido detenido por asesinato. #2 EN MATIENZO