Capítulo 1: El Susurro del Pasado

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El viento soplaba con fuerza a través del denso bosque, llevando consigo el murmullo de secretos olvidados. Elena Morrisette se detuvo un instante, escuchando el crujir de sus botas de cuero sobre las hojas secas. Había estado buscando ese lugar durante semanas, un rumor sobre un antiguo templo perdido en el corazón de la selva, y ahora, frente a ella, se alzaba la entrada, cubierta de enredaderas y sombras inquietantes.

Con cada paso que daba, el aire se volvía más pesado, como si el tiempo mismo se detuviera. La luz del sol apenas lograba atravesar la espesa cubierta de árboles, y un escalofrío recorrió su espalda. "No puedo darme por vencida ahora," se dijo, ajustando la mochila en sus hombros. Era su última oportunidad de probar que las historias que había leído no eran solo leyendas.

Al cruzar el umbral, un susurro, casi imperceptible, la hizo detenerse. "Elena..." sonó como una melodía lejana. Pero sabía que no había nadie más allí, solo ella y el eco de su propia respiración. La adrenalina la impulsó hacia adelante.

Las paredes del templo estaban cubiertas de extraños grabados que danzaban con la luz tenue de su linterna. Los símbolos parecían cobrar vida bajo su toque, revelando un antiguo lenguaje que, aunque desconocido, la fascinaba. A medida que exploraba, sus dedos se deslizaron por las inscripciones, y de repente, una piedra en la pared se movió. Una compuerta se abrió con un crujido ensordecedor, revelando un pasaje oscuro que parecía llamarla.

Sin pensarlo, Elena se aventuró en el túnel. A medida que descendía, una extraña energía envolvía su cuerpo, haciéndola sentir viva. El aire era más fresco, y el eco de sus pasos resonaba como un latido en la oscuridad. Después de lo que pareció una eternidad, llegó a una cámara iluminada por una luz suave y dorada.

En el centro, un pedestal sostenía un amuleto antiguo, un objeto que parecía pulsar con vida propia. "¿Qué eres? murmuró, acercándose lentamente. Su corazón latía con fuerza al acercarse al amuleto, un diseño intrincado que parecía combinar elementos de diferentes culturas. Cuando lo tocó, una corriente de energía recorrió su brazo, y en un instante, la habitación se desvaneció.

Elena se sintió como si estuviera cayendo, atrapada en un torbellino de luces y sombras. Imágenes de lugares lejanos y rostros desconocidos se superponían en su mente. Una voz resonó en su cabeza: "No puedes cambiar el pasado, pero puedes sanar el futuro."

De repente, todo se detuvo. Elena cayó al suelo, aturdida, pero el lugar era diferente. Ya no estaba en el templo. A su alrededor, se extendía un paisaje vibrante, con colores más vivos de lo que jamás había visto. En la distancia, un hombre de cabello negro azabache la observaba con una intensidad inquietante.

"¿Quién eres?" preguntó Elena, su voz temblando de sorpresa. El hombre se acercó lentamente, y sus ojos azules profundos parecían ver más allá de su alma.

"Soy Aiden Valentine," respondió, su voz suave pero firme. "Y has entrado en un lugar que no deberías."

Elena se incorporó, sintiendo que la situación se tornaba cada vez más extraña. "¿Qué quieres decir? ¿Dónde estoy?" Su voz reflejaba una mezcla de confusión y determinación.

"Estás en un lugar que desafía la lógica," explicó Aiden, sus rasgos serios. "Este es el Valle de las Sombras, un punto de cruce entre el tiempo y el espacio. Lo que has hecho al tocar el amuleto ha alterado el tejido de la realidad."

Elena frunció el ceño. "Pero... solo estaba explorando. No quise hacer nada malo."

"No se trata de intención, Elena. Se trata de las consecuencias. Cada decisión que tomas aquí puede repercutir en tu mundo,"** dijo Aiden, mirando alrededor con desconfianza. "No podemos quedarnos aquí mucho tiempo. Si los Guardianes del Tiempo nos encuentran, estaremos perdidos."**

Elena sintió un escalofrío recorrerle la espalda. "¿Guardias del Tiempo? ¿Qué es eso?"

Aiden la miró con un destello de preocupación. **"Seres que protegen el flujo del tiempo. Si alteras demasiado el pasado, ellos vendrán a restablecer el equilibrio. Y no tienen compasión."

Elena sintió que su corazón latía con fuerza. "¿Y qué tengo que hacer?"

"Primero, debemos encontrar la manera de regresar. La única forma de hacerlo es a través del mismo amuleto que te trajo aquí," respondió Aiden, comenzando a caminar. "Sígueme. Hay un camino oculto que nos llevará a la salida."

Elena lo siguió, sus pensamientos girando en un torbellino. Estaba asombrada por la belleza del lugar: las montañas se alzaban majestuosamente a su alrededor, y el cielo parecía estar pintado con tonos de púrpura y oro. Cada paso que daban resonaba en la tierra, y el aire estaba impregnado de un aroma dulce y exótico.

"¿Cómo llegaste aquí?" preguntó Elena, intentando desviar su mente del miedo que la rodeaba.

Aiden se detuvo por un momento, como si pesara sus palabras. "He estado aquí por un tiempo. Mi propósito es guiar a aquellos que llegan sin saber lo que hacen. A veces, los caminos de la curiosidad llevan a lugares inesperados."

"¿A qué te refieres?" insistió Elena, su curiosidad superando su temor.

"Los que buscan conocimiento a menudo enfrentan peligros que no comprenden. Lo que has hecho puede tener repercusiones en tu mundo," respondió Aiden, su mirada fija en el camino por delante. Pero no hay tiempo para explicaciones. Debemos avanzar.

Continuaron caminando, y el silencio se hizo cómodo entre ellos. Pero a medida que se acercaban a una serie de rocas brillantes, la atmósfera cambió. Un escalofrío recorrió el aire, y Aiden se detuvo bruscamente.

"¡Debemos escondernos!" dijo, empujándola detrás de una roca grande. Desde su escondite, vieron a un grupo de figuras oscuras que se acercaban. Llevaban capuchas y sus rostros estaban ocultos en la sombra.

"Son los Guardianes,"** susurró Aiden, su voz tensa. "No podemos permitir que nos encuentren."

Elena observó, su corazón latiendo con fuerza mientras las figuras pasaban cerca de ellos. Cada uno llevaba un bastón que emanaba un resplandor inquietante, y el aire alrededor de ellos parecía vibrar con energía.

"¿Qué harán si nos encuentran?" preguntó Elena, temblando de miedo.

"Restablecerán el tiempo a cualquier costo," respondió Aiden, manteniéndose muy cerca de ella. "No importa quién seas o lo que hayas hecho. Tienes que entender que este es un juego mortal."

Elena sintió que el sudor le perlaba la frente mientras miraba a los Guardianes, sus corazones palpitaron en sintonía. A medida que los Guardianes se alejaban, Aiden respiró hondo, liberando una tensión que había mantenido.

"Creo que hemos tenido suerte," dijo, su mirada fija en el camino que debían seguir. "Ahora, vamos. Necesitamos encontrar ese amuleto antes de que sea demasiado tarde."

Siguieron avanzando, el paisaje se tornaba más extraño a cada paso. Flores gigantes con pétalos resplandecientes brotaban en el suelo, y el cielo se oscurecía con nubes de tormenta que parecían surgir de la nada. Elena no podía dejar de preguntarse sobre el poder del amuleto que había encontrado.

Finalmente, llegaron a un claro donde una luz brillaba intensamente. En el centro, un pedestal sostenía otro amuleto, similar al que Elena había tocado antes. "Ahí está," dijo Aiden, señalando el objeto.

Elena dio un paso adelante, pero Aiden la detuvo con una mano. "Espera. Hay algo más aquí."

De repente, la tierra tembló, y de la oscuridad surgieron sombras que parecían cobrar vida. "¡No! ¡Corre!" gritó Aiden, empujándola hacia un lado mientras las sombras se abalanzaban sobre ellos.

Elena y Aiden corrieron hacia el pedestal, el miedo pulsando en sus venas. "¿Qué hacemos?"  gritó Elena, mirando hacia atrás donde las sombras se acercaban rápidamente.

SCARS OF TIMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora