¡Realeza!

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Greg


Mi día no empezó del todo bien, al parecer ese maldito almuerzo se alargo hasta muy tardes horas de la noche.

Es increíble la falta de respeto, con un ruido infernal llamado "Musica para Beber" ni un muerto podría descansar en paz. Gracias a ello me toco dormir en mi casa del árbol, lo se no es muy interesante, pero queda en un rincón de nuestro enorme patio.

Bajo por la escalera de mi casa del árbol y al parecer llovió un poco anoche, me mojo los pies y embarro la parte inferior de mi pijama.

Giro la chapa de mi puerta. Esta cerrada.

Me asomo por la ventana, todos están dormidos como osos en el suelo, hasta las criadas, menos una. Lucia.

Le hago señas desde el patio, hace un poco de frio, tras un leve momento mientras se agachaba a recoger una botella de Vodka me observo y rápidamente salió corriendo a abrir la puerta.

-Joven.-Dice ella tras abrir la puerta.-¿Se encuentra usted bien?.-Dice observando mis ojeras y mi pijama embarrada.

-Si, solo una mala noche.-Le digo sonriendo levemente.

Ella devuelve la sonrisa.

Es una mujer de alrededor de cincuenta años, un amplio rostro, y una sonrisa única, muy maternal, hace años perdió a sus dos hijos y su esposo fue asesinado, es una pena como esta hermosa mujer pasa por todo esto y aun sonríe. A veces me recuerda a mi madre.

Paso por encima de los apestosos borrachos, mi padre, mi madrastra, casi todas las criadas y mas de mis familiares que estaban en el almuerzo de ayer.

Una vez en mi cuarto busco mi uniforme. No lo encuentro.

Me meto a la ducha lo más rápido que puedo y me ducho, al salir mi uniforme esta perfectamente doblado sobre mi cama.

Gracias Lucia.-Pienso.

Una vez listo hay menos personas afuera lo cual me reconforta un poco.

Me acerco a la cocina y Lucia me preparo un gran desayuno. Pan, huevos revueltos y una taza de café. Conclusión, me conoce a la perfección.

Como muy rápido, Lucia me regaña con la mirada, es una mujer muy dulce.

Una vez acabo y me cepillo los dientes me despido de ella, ella muy atenta me acomoda el cabello.

Cuando salgo mi auto está lleno de botellas, me frustra eso, así que entro y salgo rápido de ahí, las botellas apoyadas en el techo caen al suelo quebrándose.

Me da muy igual hacer eso, voy algo tarde, llego apenas suena el timbre, entro corriendo por los corredores saludando al portero, muy amigo mío.

Tiene alrededor de unos veinte cinco años, mucha musculatura y estudio psicología tan solo hasta el sexto semestre. Su madre enfermo y se vio obligado a cuidarla, tiene dos trabajos, uno es el de portero y el otro, nunca me a hablado del otro, es muy misterioso, pero siempre puedo pedirle un consejo o tener un amigo a la mano.

La clase de historia se torna muy emocionante, hablamos sobre las teorías del poblamiento de América.

-Joven Greg, díganos cuando se descubrió América.-Pregunta mi profesor con una amplia sonrisa, sabe que se responde.

-Fue invadida y saqueada por los españoles en 1492.-Digo sin miedo.-Pero se dice que los vikingos llegaron tiempo atrás, solo que fue de paso.

El profesor asienta, el grupo de clases en su mayoría son muy ruidosos e ignorantes, un día fui como ellos pero los libros me cambiaron la vida, lo se soy raro.

Un chico considerado "Guapo", practico karate, la verdad no me veo tan relevante, aunque si me lo han dicho, leo, no soy machista, tal vez por ser gay, pero a pesar de ser gay nunca he levantado sospechas, parezco mas hetero.

-Greg.-Dice mi amigo Ruben, uno de los pocos que tengo.

-¿Si?.-Respondo algo distraído.

-¿Me prestas algo de dinero?.-Dice.

-Claro, toma mi billetera.-Le digo señalando mi maletín.

El pide permiso, el profesor en muy abierto en ese sentido, siempre que solicitamos ir al baños nos lo permite.

Pasan 5 min y no llega, son las 7:45, será mejor que vea que le paso, no quiero que se gaste todo mi dinero.

Pido permiso y salgo rápidamente, cuando lo veo no se qué pensar.

Veo como golpea de un fuerte y seco golpe a un chico más pequeño en estatura que el.

-Déjalo, ¿Qué te pasa?, estás loco, no escuchas que lo dejes.-Le digo acercándome a él, lo empujo.

Ruben cae al suelo, el chico esta algo pálido.

Debo hacer algo, si lo llevo a la dirección sería peor para el.

Lo tomo en mis brazos, por fortuna no es ni más alto ni más pesado que yo lo cual me facilita cargarlo.

Me acerco a la portería.

-Thomas.-Le digo al portero, ese es su nombre.-Necesito llevarlo a un centro o algo.-Le digo con voz de suplica.

Me mira, parece dudarlo pero me deja salir, suspiro del alivio, le quito el seguro a mi auto y lo recuesto con sumo cuidado sobre los asientos de atrás, reviso sus bolsillos pero no tiene identificación.

Mejor lo llevo a mi casa.

Conduzco lo más rápido que se me permite, veo que intenta hablar, no se absolutamente nada de primeros auxilios, podría estar muerto, ¡MIERDA!, podría estar cargando a un muerto.

Cuando llego a mi casa mi detestable familia parece no estar, solo Lucia.

-¿Qué sucede joven?.-Exige saber.

-Encontré a este chico inconsciente en el colegio, lo traje a casa para ver que este bien.

Lucia no vacila, lo llevamos a mi habitación y allí ella lo revisa.

-No sabia que eras doctora.-Le digo.

-Enfermera.-Dice ella.

Alzo las cejas.

-Está bien.-Dice Lucia.-Solo fue una contusión, por cierto, debo salir a hacer unas compras, debo salir, quédate pendiente de él.

Asiento y ella sale de la habitación.

Cuando ella se va hago algo un poco loco, lo cargo de nuevo, ahora respira mejor y lo llevo a la caza del árbol, al principio fue complicado, pero después de tanto intentar logre subirle.

En mi cabaña hay una cama, un viejo tv que me lo dio mi abuelo cuando tenía cinco años, bombillos, una mini nevera con algo de comida y todos mis libros.

Lo acuesto en la cama y bajo, con la esperanza de que mejore.

El Amor Rompe BarrerasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora