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Chan ya sabía que su madre se lo pediría. Conocía a la mujer tan bien, que le asustaba; por eso, habían ensayado con anterioridad. Aún recuerda el desastre que fue.

Ambos estaban en la habitación de Jeongin, meditando lo que le dirían a Yuri, el mayor ensayaba una y otra vez sus palabras, en un perfecto monologo mental; de vez en cuando, se daba el lujo de bromear con Chan.

—Ella va a querer como mínimo, que nos demos un beso —dijo Chan preocupado.

—¡Qué asco! —exclamó Jeongin, poniendo una expresión incomoda, en su rostro—. No voy a besar a un hombre.

—Yo tampoco quiero besar a un hombre, menos a ti. Eres como mi hermano, sería incesto —la idea no se iba de su cabeza, por mucho que quisiera negarla—, pero no se conformará con menos, si no logramos besarnos al menos una vez, no me creerá; entonces insistirá con lo del matrimonio.

—Ya te dije que no. Sería raro.

Antes de que, Jeongin tuviera tiempo de reaccionar, Chan había actuado rápidamente y lo jaló para acercarlos. En el momento en el que se dio cuenta, los labios del menor, se apretaban contra los suyos. Rápidamente lo aparto y escupió al piso.

—No fue tan difícil —le dijo Chan, tenía una sonrisa burlona en el rostro—. Podemos con esto.

Esos fueron los recuerdos, del momento en el que planearon, lo que harían frente a Yuri. De regreso al presente, Chan apretaba sus labios contra los de Jeongin con suavidad, apenas abriendo la boca.

Yuri sonrió burlonamente y se cruzó de brazos.

—Le llaman a eso un beso. Basta de bromas, hablaré con la madre de Miyeon para planear tu boda.

Chan maldijo, por la maldita presión que estaba ejerciendo su madre en él. Tomó a Jeongin de la barbilla y lo obligó a abrir la boca; sin decir más, le beso con fuerza y apasionadamente, incluso logró meter su lengua. El mayor, apenas y pudo responder.

—¿Te gusto ese? —preguntó a su madre bastante cabreado. La mujer no respondió, estaba bastante sorprendida. Bang tomó a Jeongin del brazo—. Si me lo permites, mi novio y yo iremos a mi habitación, tenemos tarea que realizar.

Yang, por supuesto, apenas estaba reaccionando a los movimientos de Chan y meditando cómo salir de ese problema. Sin que su amistad se vaya al caño. Ambos subieron por las escaleras, con dirección a la habitación de Chan: nerviosos, sonrojados y con el corazón latiendo al mil por hora.

 Ambos subieron por las escaleras, con dirección a la habitación de Chan: nerviosos, sonrojados y con el corazón latiendo al mil por hora

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¿A los cuántos besos dejamos de ser amigos? ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora