Era el momento. Qué los Dioses los perdonasen por lo que estaban por hacer, porque ellos nunca lo harían; pero de no hacerlo entonces... ¿Cuándo terminaría?
Habían ganado su más reciente batalla contra ellos solo por el mero hecho de que los Tyserianos los subestimaron, un error que no iban a cometer de nuevo. Sus naves espaciales habían sido destruidas, la flota imperial de aquel planeta que alguna vez idolatraron estaba dirigiéndose a donde se encontraban, dispuestos a destruirla sin siquiera tener un mínimo de piedad con ellos. En el corazón del comandante del planeta Hoen, se preguntaba una y otra vez: ¿Por qué? ¿Por qué lo que se suponía que debía ser el ejemplo de la perfección y del progreso se había corrompido de tal manera? Tysern no fue así en el pasado, antes era un mundo ideal. Un planeta que había dejado atrás todas sus diferencias para unirse en una sola bandera y progresar tecnológicamente como también culturalmente. Henox amaba a Tysern porque era el perfecto ejemplo de la palabra civilización. Y ahora... ahora debían destruirla antes de que ellos los destruyeran a todos.
Las enormes naves espaciales del tamaño de una ciudad se acercaban a ellos con intenciones de atacarlos. Los escudos podían resistir a la perfección aquellos ataques y repelerlos con éxito, pero no debían confiarse.
Enorme, con la forma de una criatura marina de su planeta natal, aquella nave de color rojo largaba un brillo de color verde al comenzar a cargar su letal disparo. Las pequeñas naves de apoyo de Tysern continuaba con sus repetidos ataques, tratando de impedir que aquella nave de Henox intentase destruir el planeta. Pero era inútil. La boca con forma de pico de aquella criatura con forma de ballena se abrió y un rayo salió de su interior. El rayo de color verde era tan intenso que las naves que se encontraban cerca explotaban de tan solo sentir su calor.
El comandante pudo sentir y oír los gritos de esa especie mientras era calcinada y después sintió con una gran congoja el aullido que dieron todos los habitantes de ese planeta. Mil millones de vidas apagadas en tan solo un instante debido al gran nivel destructivo de esa máquina. En tan solo un parpadeo el planeta más poderoso de la galaxia, y también el más avanzado, desapareció sin dejar rastro. Ese día Henox lloró amargamente el haber tenido que acabar con quienes en un pasado amaron con gran pasión, pero los lloraron por lo que fueron, no por lo que se habían convertido: unos monstruos capaces de cometer genocidio solo por placer y porque consideraban a las demás especies interplanetarias como seres débiles e inferiores a ellos.
Horrorizados ante lo que habían creado, los Hoen destruyeron su arma y borraron los planos esperando nunca tener que volver a ver algo de tal magnitud. El mero hecho de decir su nombre en voz alta era motivo para ser castigado con la muerte. Poco a poco su mayor arma de destrucción masiva fue cayendo en el olvido hasta convertirse en un mito. Sin embargo, pasarían milenios antes de que el Killer Star volviese a ser visto de nuevo en acción.
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KILLER STAR
Science FictionHace milenios atrás, mucho antes de que existiese la Alianza Interplanetaria o El Imperio Kantiano, durante la era de los Zilards y El Reino Alado, Hubo un Planeta que buscó gobernar a todos los sistemas solares que encontraba, Estos eran los Tysern...