023

254 33 0
                                    

Luda entró en la cocina con su expresión severa habitual.

—Mis hermanas vienen a ver a la niña —anunció—. Tea Lady, Esmeralda y Agusthet.

Suspiré internamente al oír el nombre de Agusthet. No era la primera vez que lo vería, pero definitivamente nunca me había agradado. Ese hombre siempre había sido demasiado obvio en sus coqueteos, y su aire de arrogancia me resultaba insoportable. Además, Thomas se ponía furioso cada vez que él estaba cerca, y con razón.

Unas horas después, el sonido de un coche viejo y destartalado llegó a mis oídos. Era el mismo que había traído a Tea Lady y a Esmeralda otras veces. Thomas, que estaba afuera, vino enseguida, probablemente sabiendo que las visitas no serían precisamente agradables para él. Se mantuvo cerca de mí, mientras Antonella dormía en mis brazos.

Tea Lady fue la primera en bajar del coche, su pesado cuerpo moviéndose con dificultad, pero con la misma energía que siempre la caracterizaba. Esmeralda la siguió, más ágil y jovial, sonriendo ampliamente. Y, por supuesto, detrás de ellas estaba Agusthet, con esa mirada de suficiencia que no soportaba.

—¡T/n! —exclamó Esmeralda al verme, avanzando para saludarme—. ¡Mira qué hermosa es Antonella!

—Gracias, Esmeralda —respondí con una sonrisa educada, mientras Agusthet se acercaba, fijando su mirada en mí.

—Vaya, vaya... parece que la maternidad te sienta bien, T/n —dijo Agusthet, sus ojos deslizándose de forma incómoda sobre mí. Sentí cómo el cuerpo de Thomas se tensaba a mi lado.

Me forcé a sonreír, aunque por dentro deseaba estar en cualquier otro lugar.

—Antonella está preciosa —dijo Tea Lady con una sonrisa amable, pero su mirada inquisitiva no tardó en volverse hacia Thomas—. ¿Y qué tal está el papá? ¿Cuidando bien a su esposa?

Thomas asintió en silencio, sus ojos nunca abandonando a Agusthet. Sabía lo que estaba por venir; lo había visto demasiadas veces antes.

Agusthet se acercó más, como si ignorara completamente la presencia de Thomas, y eso encendió una chispa en el aire.

—Si necesitas ayuda con algo, ya sabes que puedes contar conmigo —dijo Agusthet con una sonrisa pícara, inclinándose un poco hacia mí, pero antes de que pudiera responder, sentí el brazo firme de Thomas rodeando mi cintura, apartándome de él con suavidad pero con una clara advertencia en sus gestos.

—¡Agusthet! —exclamó Esmeralda, dándole una palmada en la espalda—. ¡Deja de molestar a la pobre chica!

Pero él solo se encogió de hombros, como si no le importara en absoluto. Thomas, por su parte, estaba más tenso que nunca. Lo conocía bien y sabía que, aunque era mudo, su mirada lo decía todo. Su cuerpo, rígido, parecía estar listo para intervenir si Agusthet se acercaba un paso más.

—Vamos, hermanito, no te pongas así —dijo Agusthet con su habitual tono burlón, mientras miraba de reojo a Thomas—. Solo estoy bromeando.

No había humor en los ojos de Thomas. Su mano apretaba la mía con fuerza, casi al borde de llevarme lejos de la situación.

—Deberíamos ir adentro —dije rápidamente, intentando calmar la situación antes de que escalara.

La tarde avanzaba, y la casa estaba llena de conversaciones. Emily, Esmeralda y Tea Lady se sentaban juntas, compartiendo risas y charlas mientras yo alimentaba a Antonella en mis brazos. Thomas, como siempre, estaba cerca, vigilante, protegiéndonos. Todo parecía tranquilo, hasta que Agusthet entró con su típica confianza arrolladora.

—¡Qué hermosa vista! —exclamó, con una sonrisa encantadora que parecía iluminar la sala.

Sus palabras, como de costumbre, estaban dirigidas principalmente hacia mí. Pero, a diferencia de veces anteriores, traté de no darle importancia. Mi mirada se mantuvo en Antonella, sabiendo que Thomas no necesitaba más provocaciones. No había nadie más en su mundo, solo yo, y su celos enfermizos no tardarían en salir a la luz si Agusthet seguía con su comportamiento.

Agusthet, sin embargo, siempre encontraba la manera de tensionar el ambiente. Se acercó más, sus ojos centelleando con picardía.

—T/n, cada vez que te veo, me asombro más. Debe ser la maternidad, pero pareces aún más hermosa.

—Gracias, Agusthet —respondí, sin mucha emoción. Mi intención era cortar la conversación ahí mismo.

Pero antes de que Agusthet pudiera continuar, noté que cambiaba su enfoque. De repente, sus ojos se dirigieron hacia Emily, quien hasta ese momento había estado hablando con Esmeralda. Emily lo miraba tímidamente, y al instante, el hombre aprovechó la oportunidad.

—Emily, ni siquiera te había visto —dijo con una sonrisa deslumbrante—. ¿Cómo es posible que alguien tan bonita se esconda en medio de toda esta belleza?

Emily se ruborizó de inmediato, claramente halagada por el comentario. A pesar de que sabía cómo era Agusthet, siempre mujeriego, no pudo evitar sonreír.

—Oh, Agusthet, siempre con tus palabras bonitas —respondió ella, entre risas nerviosas.

Yo observé la escena desde mi lugar, tratando de no involucrarme demasiado. Sabía que Agusthet era un coqueto sin remedio, y aunque Emily se sintiera especial, no era más que otra en su lista. Sin embargo, no me desagradaba el hecho de que al menos su atención se desviara de mí. Era un respiro para evitar los constantes roces con Thomas.

Pero Agusthet, siendo quien era, no podía quedarse quieto. Mientras le dedicaba sus mejores piropos a Emily, sus ojos volvían a cruzarse con los míos de vez en cuando, lanzando esas miradas que me hacían sentir incómoda. No le caía bien, y la sensación era mutua. Pero no podía evitar seguir jugando su juego.

—Emily, si alguna vez necesitas que alguien te cuide, ya sabes dónde encontrarme —le dijo Agusthet, con una sonrisa que era todo menos inocente.

Emily soltó una risita, obviamente cohibida, mientras Esmeralda la observaba con una mirada divertida. Yo simplemente suspiré, mientras Thomas seguía a mi lado, su mirada siempre fija en mí. No importaba cuántas personas hubiera en la sala, para él solo existía una: su esposa.

Agusthet se acercó nuevamente a mí, con esa actitud arrogante de siempre.

—T/n, si alguna vez Thomas se cansa de cuidarte, no dudes en llamarme. Estoy seguro de que haríamos un gran equipo —dijo, claramente buscando molestar.

Fue entonces cuando Thomas, que había permanecido en silencio todo este tiempo, se levantó lentamente. Su mirada, oscura y llena de advertencia, se clavó en Agusthet como un cuchillo. No necesitaba hablar; su sola presencia lo decía todo. Agusthet levantó las manos en señal de paz, con una sonrisa burlona en el rostro.

—Tranquilo, primo, solo estoy bromeando —dijo, aunque era obvio que disfrutaba provocarlo.

Thomas, sin embargo, no retrocedió. Se quedó frente a Agusthet, su brazo rodeando mis hombros en un gesto posesivo y protector. Para él, yo era lo más importante, y no permitiría que nadie, ni siquiera su primo, cruzara esa línea.

Agusthet, al ver que no sacaría más provecho de la situación, se giró hacia Emily una vez más, lanzándole una sonrisa deslumbrante.

—Emily, ¿qué tal si me acompañas a dar un paseo más tarde? —le preguntó con una voz suave.

Emily, completamente roja, asintió tímidamente.

—Tal vez... después de la cena —respondió ella, claramente encantada por la atención de Agusthet.

Mientras tanto, yo observaba la situación, sintiéndome un poco aliviada de que al menos su atención ahora estuviera en Emily y no en mí. Sin embargo, sabía que esto no terminaría bien. Agusthet era un mujeriego, y aunque Emily lo encontrara irresistible, no era más que una nueva conquista para él.

Aun así, el ambiente en la sala se mantuvo tenso. Thomas no dejaba de observar a Agusthet, asegurándose de que no se acercara a mí nuevamente. Y yo, aunque algo incómoda, intentaba mantener la calma, sabiendo que con cada paso que diera Agusthet, Thomas estaría más cerca de perder la paciencia por completo.

Siento que lo escribi sin amor este capitulo 🌚

━━━⊱MONSTER⊰━━━Donde viven las historias. Descúbrelo ahora