Ecos de un Sueño Desmayado

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Josuke, aún un poco aturdido tras su "aventura" en el bote de basura, caminaba sin rumbo por los pasillos. Se detuvo cuando escuchó el suave sonido de una guitarra resonando desde un salón vacío. La música, melancólica y delicada, le atrajo, como si los acordes hubieran sido diseñados para calmar el caos que lo rodeaba. Con curiosidad, empujó la puerta lentamente y, al asomarse, vio a Hitori sentada en una esquina del salón, abrazando su guitarra con sus pequeños brazos.

Hitori, con los ojos brillantes por las lágrimas, tocaba una melodía triste mientras murmuraba en voz baja:

Hitori (sollozando suavemente y casi en tono cómico): "Soy una basura... espero que algún día pueda reírme de mi oscuro pasado... gracias por el bis... llorando silenciosamente al recordar mis traumas... crecientes... y un posible romance fallido... mi vida depresiva diaria... y mi legado negati..."

Justo cuando estaba por terminar su desgarrador soliloquio, una mano cálida y familiar se posó suavemente sobre su hombro. Era Josuke.

Josuke: "Oye... no digas esas cosas..."

Hitori se sobresaltó al sentir el contacto, girando la cabeza con los ojos aún empañados por las lágrimas. Al ver la expresión tranquila pero gentil de Josuke, su corazón dio un pequeño salto. Josuke sonrió, aún con una leve mancha en la mejilla de su experiencia con el bote de basura, y en ese momento, sin decir más, dejó que su presencia hablara por él.

Hitori murmurando para sí misma: "¿Él... está aquí? ¿Después de todo lo que ha pasado...? ¿Por qué me siento un poco... más ligera?"

Josuke, sin perder la calma, se agachó a su lado y, en un intento por quitarle el peso de la tristeza, dijo con una sonrisa:

Josuke: "Bueno, si somos basura... somos una basura bastante musical, ¿no crees?"

Hitori soltó una pequeña risa tímida, aunque sus ojos seguían algo húmedos. Esa risa, aunque breve, rompió la pesada tensión en su pecho. No estaba segura de por qué, pero la cercanía de Josuke le hacía sentir algo diferente... algo seguro.

Josuke, incómodo pero intentando mantenerse sereno, notó que Hitori seguía temblando ligeramente. Había algo en su manera de sollozar en silencio, esa forma en la que trataba de ocultar sus emociones, que le recordaba sus propios conflictos internos. A pesar de su propia torpeza social, se quedó junto a ella, sin saber qué más decir, pero sintiendo que tal vez solo estar allí era suficiente.

Hitori, por su parte, sintió una especie de oleada de calidez. Tal vez era por el hecho de que alguien la había escuchado en su momento más vulnerable, o quizá porque por primera vez, sentía que no tenía que ocultar su tristeza. Era como si Josuke, sin decirlo directamente, la entendiera.

Lentamente, casi sin pensarlo, dejó su guitarra a un lado. Con las manos temblorosas y su corazón latiendo aceleradamente, Hitori se inclinó hacia Josuke y lo abrazó tímidamente. Al principio fue un abrazo torpe, inseguro, como si dudara de si debía hacerlo, pero a medida que lo sintió más cerca, la calidez de su presencia la hizo relajarse un poco más. Sus manos temblaban menos y el peso que cargaba en su pecho se aligeró.

Hitori en voz baja, casi susurrando: "Gracias..."

Josuke, sorprendido por el abrazo repentino, no supo cómo reaccionar de inmediato. Su cuerpo se tensó por un momento, pero luego, al sentir la fragilidad de Hitori y su propia necesidad de conectar con alguien, relajó los hombros y, con cierta timidez, correspondió el abrazo, aunque de manera un poco incómoda.

Josuke con una voz suave y algo nerviosa: "No... no tienes que agradecerme."

Hitori, aún con las mejillas enrojecidas y el corazón latiendo rápido, soltó el abrazo suavemente. Sus ojos tímidos se levantaron hacia Josuke, quien seguía cerca. Ella se mordió el labio, todavía nerviosa, pero esta vez con una pequeña chispa de confianza.

Cuando los introvertidos cruzan caminos (Remake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora