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Las cosas no se dicen, se hacen; porque al hacerlas, se dicen solas

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Las cosas no se dicen, se hacen; porque al hacerlas, se dicen solas.

Woody Allen.

Lara.

No me gustan los lunes, nunca me han gustado, pero este lunes sin duda era el peor. Lo único bueno es que tengo entrenamiento, pero ¿cómo debería actuar? ¿Lo sabrían? Era algo casi seguro teniendo en cuenta la velocidad con la que circulan los chismes y rumores en el instituto. Es algo que detesto, ser el centro de atención gracias a un rumor. Sin tener ningún contexto ni saber nada al respecto del tema, podría inventar cualquier cosa y de igual manera seguiría circulando por los pasillos.

En mi opinión, las personas no deberían opinar sobre un tema si no tienen la información suficiente para hacerlo. No saben todo lo que podrían causar y el daño que realmente podrían hacer.

Estacioné el auto en el lugar de siempre, acomodé mi coleta y retocé mi labial. Tomé mi bolso y solté un largo suspiro, abrí la puerta y bajé del auto.

Vamos Lara, tú puedes.

Camino hacia la entrada de manera segura, y cuando entran varias personas voltean hacia mí, es incómodo pero sé que no hice nada, tampoco soy una víctima. Cuando llegué a mi casillero, tomé algunos libros y los coloqué dentro del bolso, caminé hasta la cancha donde es a primera hora el ensayo.

Sophia silbó en cuanto me vio y se acercó a mí, pasó sus brazos sobre mis hombros y caminó a mi lado con una sonrisa.

—Es un día hermoso, no lo crees? —preguntó.

Miro a mi alrededor, el cielo despejado y el clima es fresco.

—Lo es.

—¿A ensañar y darlo todo?

—Siempre.

—¡Chicas llego la capitana! — exclama emocionada y me río.

Saludo a las chicas y comenzamos con la rutina, calentamos y empezamos a armar la próxima coreografía, debe ser completamente nueva, compleja y innovadora si queremos ganar la competencia, hace un año obtuvimos el tercer lugar, y este año queremos el trofeo en nuestras manos.

Pasamos la siguiente hora ensayando, practicando piruetas y algunos pasos, cuando suena el timbre las chicas y yo comenzamos a guardar nuestras cosas y ir a nuestras clases. Entro al salón y tomo asiento en el lugar de siempre. Los asientos comienza a llenarse y la profesora entra, comienza a dar la clase y yo hago algunas anotaciones porque en realidad no puedo concentrarme.

La clase termina y yo guardo mis cosas para salir del salón, camino hasta la cafetería y sonrio al encontrar a las chica, Valentina me hace una seña para que me acerque y eso hago, camino hasta llegar a la mesa y me siento junto Sophia y Valentina.

— ¿Que tal el regaño? — pregunta Valentina con diversión y la miro confundida.

—¿Cual?

—El de Mateo. — pregunta y yo me río.

Lo Que Arriesgaria Por Ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora