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Sentía un dolor punzante en su cabeza que iba desapareciendo poco a poco gracias a aquella sensación tan agradable de calidez. Se encontraba recostado sobre una superficie suave y acogedora.

Frunció el ceño con molestia, obligándose a interrumpir su sueño, pues comenzó a recordar la razón de su aturdimiento.

Sus ojos se cruzaron con unos hermosos y brillantes iris, tratando de asimilar la situación tan comprometedora en la que se encontraba, se mantuvo embelesado analizando su rostro sereno. Esa mirada llena de ternura consiguió transmitirle algo que no supo describir.

—¿Cómo te encuentras?—inclinó un poco su cuerpo, observándole mejor y tocando su frente.

Sus palabras y su tacto fueron suficientes para provocar que el hombre abriera sus ojos de par en par. Reincorporó su cuerpo en un movimiento violento, pero su cabeza volvió a caer sobre los muslos de la chica mientras presionaba la zona que había golpeado el rostro de la femenina.

—Ay...

—¡¿Qué haces?!—rodó por el suelo hasta quedar a una distancia prudente.

—El capitán Finn dijo que si hacía eso te sentirías mejor...—bufó por el dolor en su nariz—. Y descansarías bien.

—Ese maldito enano—gruñó por lo bajo.

Tomó un momento para recuperar el aire y relajar los latidos alterados de su corazón. La impresión le había provocado un buen susto, razón por la que se encontraba así en estos momentos, o tal vez era eso lo que quería creer.

—¿Y el resto?—preguntó sin dirigirle la mirada.

—Debemos avanzar—se puso en pie tomando su arma—. Ellos me dijeron que continuarían para despejar la zona. No hace mucho, así que si empezamos a caminar ya les alcanzaremos enseguida.

—No me des órdenes—bufó reincorporándose.

—No lo he hecho—ladeó la cabeza confundida.

—¡Vamos, como te quedes atrás no pienso volver a por tí!—señaló el camino con su cabeza.

—¿Entonces te encuentras mejor?—alcanzó su paso.

—¿Por qué no iba a estarlo?—se puso a la defensiva, no queriendo recordar lo ocurrido hace unos momentos—. No me trates como a un débil.

—No lo hago—hizo una mueca de desaprobación—. Eres muy fuerte.

Esas palabras tocaron el orgullo de Bete, quien hinchó su pecho con aires de grandeza.

—Por supuesto que lo soy—alardeó.

—Pero también eres muy despistado.

—¿Cómo dices?

—Te desconcentraste en medio de la batalla, por eso uno de los monstruos consiguió alcanzarte y... te desmayaste.

Ahogó una queja, sus mejillas enrojecieron y su ceño se frunció. Con lo ojos cerrados, pareció tomar aire con profundidad, listo para gritarle en la cara.

—¡No me grites, por favor!—puso sus manos al frente como si pudiera frenar el sonido.

—Avanza de una maldita vez—reanudó el paso.

—Gracias—suspiró aliviada.

El camino continuó en silencio mientras la chica luchaba por no abrir la boca. Aunque no se le daba bien entablar una conversación, Bete le parecía un chico interesante al que le gustaría conocer, y no podía hacerlo si no hablaban. Pero tampoco es como si él estuviera por la labor, y no quería llevarse más gritos.

—¿Cómo terminaste en la familia Loki?

El chico lanzó una mirada de cansancio hacia el frente, pero no tardó mucho en responder a la pregunta.

—Haciéndome más y más fuerte—dijo en palabras sorprendentemente tranquilas—. Es lo único que importa.

No sé permitió seguir hablando. Analizando sus reacciones, optó por ir poco a poco, preguntando y tratando de entablar conversación con calma. De esa manera a lo mejor no se sentiría tan molesto.

—¿Ahora te callas?

—Al parecer estaba equivocada.

Sus ojos analizando su expresión hicieron que Bete se pusiera de los nervios, por lo que volvería a gritar para llamarle la atención.

—No es que te moleste que hable—sonrió con diversión— Es que te enfadas por cualquier cosa.

—¡Yo no...!—bufó, metiendo las manos en sus bolsillos—. No es cierto. Eres una maldita molestia—dijo aparentando estar más tranquilo.

Gracias a los que avanzaron el camino se encontraba despejado, por lo que pudieron llegar al primer piso sin problema y salir de la Dungeon.

—Oh, es de noche—suspiró agotada.

El chico siguió su camino hasta sentir que ella se detuvo, entonces miró hacia atrás viendo que se había plantado en la entrada de la Dungeon.

—¿Qué haces?

—Esperar a Bell y a mi diosa.

La observó, estaba de espaldas sin despegar su mirada de la gran puerta.

—Idiota, te resfriarás—bufó.

—Ya lo estoy. Más o menos...

—¡Porque te estás recuperando! Si te quedas empeorarás.

—¿De verdad?

Era la primera vez que estaba siendo tan sarcástica y eso puso a Bete de los nervios. Se acercó a ella, tomando su muñeca y tirando para obligarla a caminar a su lado.

—Los del gremio avisarán de inmediato. Tú vienes a la Mansión Crepúsculo.

—¿Qué?—forcejeó—. ¡No!

—¡Estás demasiado débil como para aguantar una noche helada tú sola!—bramó—. Ni siquiera tienes fuerzas para escapar de mí. Sigues mal.

—¡Suéltame, estoy...!

En un intento por empujarle tropezó con sus pies, cayendo sobre él. Apoyó sus manos en su pecho, guardando una distancia poco prudente que le permitía sentir su agradable calor. Fue un momento de vulnerabilidad en el que comenzó a sentir su cuerpo tembloroso tras tanto esfuerzo por fingir no seguir enferma. Bete la sostenía de la cintura, manteniéndose en silencio, viviendo un momento de bloqueo en el que no tenía ni idea de cómo actuar, hasta percatarse de la situación. Subió sus manos rápidamente hasta sus hombros, alejándola de él y mirándola con el ceño fruncido.

—Recoge tu maldita lanza, vienes conmigo—ordenó.

Al no saber qué decir por lo ocurrido, lo único que pudo hacer fue tomar su arma de la que no se había percatado que estaba en el suelo, miró al chico de espaldas que ya se alejaba a paso lento para darle tiempo a alcanzarle y comenzó a seguir su ritmo.

—Lo siento, ha sido un momento incómodo.

—¿Eso sí que te ha parecido incómodo?—preguntó con una pequeña sonrisa que sorprendió a la chica—. Mira que eres rara.

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⏰ Última actualización: Sep 28 ⏰

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[] LOS MÁS FUERTES || BETE LOGA X LECTORA []Donde viven las historias. Descúbrelo ahora