ᴸᵃ ᴿᵉⁱⁿᵃ ᵈᵉˡ ᴰʳᵃᵐᵃ ².⁰

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𝐋𝐚𝐬 𝐠𝐨𝐭𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐚𝐠𝐮𝐚 𝐜𝐚𝐥𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐜𝐚í𝐚𝐧 𝐫í𝐭𝐦𝐢𝐜𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐬𝐮 𝐩𝐢𝐞𝐥, 𝐫𝐨𝐝𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐝𝐞𝐬𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐧𝐮𝐜𝐚 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐬𝐮 𝐩𝐞𝐜𝐡𝐨, 𝐝𝐢𝐛𝐮𝐣𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐜𝐚𝐦𝐢𝐧𝐨𝐬 𝐢𝐧𝐯𝐢𝐬𝐢𝐛𝐥𝐞𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐬𝐮 𝐭𝐨𝐫𝐬𝐨. Cerraba los ojos mientras el vapor se acumulaba a su alrededor, creando una burbuja que lo aislaba del resto del mundo. El calor le relajaba los músculos tensos, una sensación agradable que contrastaba con la tormenta de pensamientos que no lograba calmar en su mente. Quería sentirse mejor, dejar atrás las preocupaciones, y en ese momento lo único que deseaba era una fría copa de vino tinto para olvidarse de todo, aunque fuera solo por una noche.

Alargó la mano y tomó el frasco de champú, vertiendo una pequeña cantidad en su palma antes de frotarlo con delicadeza en su cabello rubio, justo como su padre le había enseñado. Cada movimiento era preciso, casi metódico, pero a la vez relajante. Empezó desde la raíz, dejando que la espuma formara pequeños riachuelos que caían por su cuello, deslizándose lentamente por su espalda y pecho. El aroma suave a menta llenaba el baño, y por un instante, Draco permitió que sus pensamientos se dispersaran.

Con los ojos aún cerrados, masajeaba su cuero cabelludo, disfrutando del pequeño ritual que lo hacía sentir algo más en control de su vida. La espuma bajaba por su cuerpo, y el agua la arrastraba hacia el desagüe, llevándose con ella parte de la tensión acumulada, aunque no toda. Su pecho subía y bajaba de manera regular, como si su cuerpo le agradeciera el respiro. Sus dedos pasaron por su cuello, masajeándolo con suavidad. No había podido dormir en toda la noche, recordó con una mezcla de frustración y cansancio, y sabía exactamente por qué. Potter.

Bufó para sí mismo mientras cerraba la llave del agua momentáneamente para aplicar el acondicionador. Repitió el proceso, distribuyendo la crema con la misma precisión, mientras su mente volvía a divagar. Quizás no era culpa de Potter, pensó, pero la verdad era que haber aceptado esa maldita cita en primer lugar por dinero lo atormentaba. Sentía un asco profundo consigo mismo, una sensación que no lograba sacudirse, como si cada gota de agua solo lograra tocar la superficie sin lavar lo que había debajo.

El agua caliente corría ahora por sus brazos, bajando hasta sus músculos que se tensaban ligeramente cuando una brisa fría entró por una pequeña rendija de la ventana. Claro, Potter siempre tiene que ser ese tipo de persona que da órdenes, pensó con sarcasmo. Recordaba la expresión de superioridad en el rostro de Potter, esa típica cara de "jefe amargado" que solo toma café y observa cómo los demás trabajan. Quizás, ser el héroe lo había agotado más de lo que Draco podía imaginar.

Suspiró, la irritación subiendo de nuevo a su garganta. Si lo hubiera conocido en Hogwarts, seguramente jamás le habría dirigido la palabra. Probablemente se habrían odiado. Al menos, esa era la idea que tenía de ese hombre. Si Potter había sido el mismo tipo arrogante y mandón que era ahora, Draco estaba seguro de que lo habría convertido en su enemigo antes de terminar el primer día de clases.

Terminó de enjuagar el acondicionador, viendo cómo el agua clara volvía a fluir por su cabello y su cuerpo. Cerró los ojos con fuerza por un momento. Estúpido Potter, pensó con resentimiento. Pero el problema no era solo que Potter fuera un obstáculo en su vida actual. Ahora, además, debía preocuparse de que no lo reconociera, de que no apareciera un día en la Mansión Malfoy con preguntas sobre una tal "Adara Bridgerton" que no existía. Solo de pensarlo, una risa irónica cruzó por su mente. Me lo imagino perfectamente, Potter con su expresión seria enseñándole la foto a mi madre, preguntando por esa mujer. Y, por supuesto, Narcissa respondería con tranquilidad: "Ah, esa no es una chica. Es mi hijo". Draco casi podía ver el rostro de su madre al descubrir semejante farsa.

𝐿𝑜𝓋𝑒 𝒢𝒶𝓂𝑒 (𝐻𝒜𝑅𝒞𝒪)Where stories live. Discover now