Capítulo 6: El seductor

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En el Santuario Narukami, la luna brillaba intensamente en medio de la oscura noche. El silencio envolvía el lugar, con solo el suave crujir de las hojas siendo arrastradas por el viento. Yae Miko, con su elegante figura y su aire misterioso, caminaba entre los pasillos del santuario, sus pensamientos viajando lejos en el tiempo. De pie frente al altar, sus ojos se perdieron en el horizonte estrellado. Algo en esa noche le hizo recordar su pasado, un tiempo en el que su mundo giraba alrededor de una figura, un hombre al que aún, después de tantos años, seguía guardando en lo más profundo de su corazón: su maestro TN.

De repente, los recuerdos la invadieron, transportándola a una época más simple, cuando ella no era más que una niña, pequeña y juguetona, llena de energía. La pequeña Yae siempre había sido inquieta, escapando de las responsabilidades del santuario y corriendo por los alrededores, explorando cada rincón y travesura posible. Pero, por más que intentara huir de los demás, había una constante en su vida: su maestro TN, el implacable y siempre protector.

Yae Miko (en el presente): -Susurrando mientras sonríe con melancolía- Nunca pude escapar de ti... siempre sabías dónde encontrarme.

En su mente, Yae recordó esas tardes de infancia cuando, después de haber escapado de las sacerdotisas, su maestro la encontraba fácilmente, como si tuviera un sexto sentido para saber exactamente dónde estaba. No importaba lo lejos que corriera o lo bien que se escondiera, TN siempre aparecía a su lado con una sonrisa indulgente y una mirada de comprensión.

TN: -Con una voz suave pero firme- Pequeña Yae, no importa cuán lejos corras, siempre estaré aquí para cuidarte.

La pequeña Yae solía mirarlo con admiración, sus ojos brillando de emoción y cariño. A veces, le frustraba no poder escapar de su mirada vigilante, pero en el fondo, era esa misma constancia la que la hacía sentir segura. Era imposible no quererlo. TN no solo era su maestro, sino su protector, su mentor, y poco a poco, el centro de su pequeño mundo.

Pero, como todas las niñas, Yae también era curiosa. Con el paso del tiempo, empezó a notar que su maestro no era solo suyo. A menudo, veía a TN siendo afectuoso con otra figura en el santuario: la sacerdotisa Seiguu. Aunque en su inocencia, no entendía del todo la naturaleza de su relación, Yae observaba con fascinación cómo TN y Seiguu compartían momentos que parecían estar llenos de algo más profundo.

Pero no todo era paz y serenidad. Makoto, la Arconte Electro, entraba en escena con una fuerza arrolladora. Makoto, siendo la prometida de TN, no podía evitar sentir celos al ver la relación que él tenía con Seiguu. Aunque Makoto mantenía una apariencia firme y autoritaria, Yae podía ver cómo, en momentos de privacidad, la Arconte fulminaba a TN con su mirada, reprochándole su comportamiento.

Una vez, la pequeña Yae fue testigo de uno de estos intercambios, escondida detrás de una columna. Makoto, con una expresión de celos inconfundibles, regañaba a TN por su relación con Seiguu, pero a pesar de todo, nunca lo alejaba de su lado.

Makoto: -Con una voz firme, pero herida- No importa lo que hagas con ella... siempre y cuando sigas siendo mío.

TN, con su típica actitud calmada y segura de sí mismo, simplemente sonreía. Había algo en su naturaleza que hacía que incluso los reproches de una diosa celosa parecieran insignificantes. Yae, desde su escondite, observaba la escena sin entender del todo, pero sabía que lo que veía era algo importante.

Volviendo al presente, Yae Miko se detuvo en medio de su paseo nocturno, mirando al cielo estrellado. Ahora, como adulta, todo tenía sentido. Había entendido lo que esos intercambios significaban, lo que Makoto y Seiguu sentían por su maestro. Y, en su corazón, finalmente comprendió algo que durante mucho tiempo había ignorado: su propia devoción hacia TN no era solo admiración o respeto. Era algo mucho más profundo, más arraigado.

TN X Raiden Ei y Yae mikoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora