Capítulo 15: Momentos de claridad

161 31 2
                                    

Spencer Reid

Era un día libre, algo inusual en nuestra línea de trabajo, y me sentía un tanto desubicado. Después de semanas de estrés y casos complejos, finalmente había tenido la oportunidad de relajarme. Me desperté con los primeros rayos del sol filtrándose por las cortinas, iluminando los libros apilados en mi escritorio, esperando ser leídos. Miré el reloj y decidí que un poco de aire fresco me haría bien.

Salí de mi apartamento con la intención de dar un paseo y tal vez visitar una de mis librerías favoritas. Siempre encontré consuelo en el murmullo de las páginas al pasar, en las historias que me transportaban a otros mundos. A medida que caminaba, el aire fresco de la mañana me revitalizaba, y la ciudad parecía vibrar con vida.

Después de un par de horas de recorrer las estanterías, salí de la librería con un par de nuevos títulos bajo el brazo, sintiéndome renovado. El cielo estaba despejado, y el sonido del tráfico y las risas de los niños jugando en el parque cercano me hicieron sonreír. Justo cuando estaba a punto de cruzar la calle, vi a Ethan saliendo de otra librería al otro lado. Su rostro, normalmente serio, estaba iluminado por una sonrisa despreocupada. Tenía un libro en la mano, y por un instante, me pregunté qué había estado leyendo.

—¡Spencer! —gritó, levantando la mano en un saludo. La espontaneidad de su voz me hizo sonreír. Había algo reconfortante en encontrarlo, un alivio en medio de la rutina.

—Ethan, ¡qué sorpresa! —respondí, acercándome a él. Había algo en su presencia que siempre me hacía sentir más ligero, como si los problemas del mundo se desvanecieran por un momento.

—Justo estaba buscando algo interesante —dijo, levantando el libro en su mano. —¿Te gustaría almorzar? Puedo preparar algo en mi departamento. Hace tiempo que no charlamos y me gustaría saber cómo has estado.

La invitación me tomó por sorpresa, pero la idea de pasar más tiempo con él me resultaba atractiva. No solo por la compañía, sino porque siempre había un aire de comodidad entre nosotros.

—Claro, suena bien —respondí, sintiéndome emocionado ante la perspectiva de compartir un almuerzo tranquilo con él.

Mientras caminábamos hacia su departamento, la conversación fluía naturalmente entre nosotros. Hablamos de libros, de nuestras lecturas favoritas, de los casos recientes que habíamos manejado. Siempre había algo fascinante en las historias que compartíamos; su manera de ver las cosas me hacía reflexionar.

Al llegar a su departamento, Ethan me condujo a la cocina, que estaba organizada y, sorprendentemente, bastante limpia. Había un aroma agradable de especias que me hizo sentir bienvenido.

—¿Qué tal si preparo algo simple? —preguntó, buscando entre sus ingredientes. —Pasta suena bien.

Asentí, observando cómo se movía con confianza por la cocina. Era un contraste con la imagen que tenía de él en la oficina, donde siempre parecía un poco más serio y concentrado.

—Nunca te he visto cocinar —le dije, bromeando, mientras lo observaba en acción.

—Tienes que comer de algo, ¿no? —respondió, riendo suavemente. Su risa tenía una manera de iluminar la habitación, haciendo que el ambiente se sintiera cálido y acogedor.

Mientras Ethan cocinaba, aproveché para hablar de mis últimos intentos de socializar. Mencioné cómo había ido a una exposición de arte el fin de semana anterior, y cómo, a pesar de sentirme un poco fuera de lugar, había disfrutado de la experiencia. Ethan se interesó genuinamente y me preguntó sobre las obras que más me habían impactado.

—Siempre he admirado tu amor por el arte —dijo, mientras removía la salsa en la sartén. —Me parece fascinante cómo cada obra cuenta una historia.

𝑪𝒐́𝒅𝒊𝒈𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒂𝒕𝒓𝒂𝒄𝒄𝒊𝒐́𝒏 || 𝑴.𝑪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora