La noticia de que Red Bull se arriesgo al contratar a una mujer para que reemplace a Sergio Pérez luego de su repentina salida del equipo, ronda por todo el mundo entre los fanáticos del deporte.
Lola, es una chica directa y sin miedo a decir lo qu...
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11 de octubre 2023 Maranello, Italia 01:23 a.m
Chiquitita de ABBA sonaba por el tocadisco de la casa, Monza parecía disfrutarlo, pues se encontraba yendo de un lado a otro persiguiendo mis pies descalzos que bailaban por toda la sala. Llevaba una hora sin poder dormir, por lo que decidí poner un poco de música mientras le daba uno o dos tragos a la copa de vino que llevaba en mi mano y aún no podía terminar.
La melodía del final ya estaba por comenzar, por lo que alce a Monza y empecé a dar vueltas, nunca supe muy bien porque esa parte de la canción me generaba esa necesidad de dar vueltas sobre mi eje. Al terminar caí rendida al sillón y el cachorro soltó un ladrido que me hizo reír, pues parecía quejarse.
—Ya, perdón. —me disculpe como si el perro me fuera a contestar.
Monza volvió a ladrar, pero está vez en dirección al teléfono que empezaba a sonar. Fruncí me ceño confundida al ver que era un número desconocido pero de igual forma conteste.
—¿Hola?
—Hola, buenas noches, disculpe que la llamé a esta hora, ¿Es usted Lola? —hablo un hombre que parecía mayor del otro lado con un marcado acento italiano.
—¿Quien habla? —pregunte algo insegura sobre las intenciones del hombre al otro lado del teléfono.
—Me llamo Francesco, soy el barman del bar en el centro de la ciudad, su tio esta aquí y creo que se durmio por la cantidad de alcohol que ingirió ¿Puede usted venir a buscarlo?
Suspiré pesado al escuchar aquello, creo que hay cosas que simplemente no cambian. Sabía cuál era el Bar, había buscado a Dino en ese lugar más veces de las que me gustaría recordar, solía tener un pequeño problema con el alcohol dependiendo de las fechas: el día que María se fue a Grecia sin decirle, el fallecimiento de la abuela Gia y hoy, mi cumpleaños y el fallecimiento del abuelo, ya que por mas que no fuera su padre biologico él lo veia como uno y el mejor de todos.
—En 15 minutos estoy ahí.
Colgué el teléfono y me dirigí a mi habitación a cambiarme, pues estaba en pijama. Agarré las llaves del auto que solía dejar siempre colgadas a un lado de la puerta y me fui hacia el garaje dejando solo a Monza.
Al llegar al bar estacione el Ferrari y me baje para caminar hacia la puerta. El olor a tabaco y alcohol me quemaba los pelos de la nariz, le di un rápido vistazo al lugar, encontrándome a mi queridísimo tío tirado en la barra como todo borracho que era.
Palmee su mejilla para ver si reaccionaba y me fijé si aún respiraba, pues nunca estaba de más fijarse en eso.
—¿Usted quien es?
Levante la vista para encontrarme al barman, quien como supuse, era un hombre que seguramente estaba en sus 40 o un poco más, mirándome con algo de duda.