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MINHO

TaeMin había estado desaparecido durante casi veinticuatro horas. Bueno, eso lo sabíamos. Todavía no estábamos exactamente seguros de cuándo salió de su habitación o de la mansión. Había desaparecido en algún momento de la noche anterior.

Simplemente, no había ni rastro de él ni de su guardia nocturno. Hice que mi chico de la computadora hiciera una excavación profunda en la vida de HanBin. Si estaba involucrado en este lío de alguna manera, iba a pagarlo con su vida.

Fruncí el ceño cuando mi teléfono sonó, pero me acerqué para contestar.

—¿Qué?

—MinHo, soy Kim JongHyun.

Sí, mi ceño se profundizó.

—No quemé tu almacén.

—Soy consciente —respondió JongHyun. —No es por eso que llamé.

—Entonces, ¿por qué llamaste?

Estaba un poco ocupado tratando de encontrar a mi esposo. No quería decir eso porque no quería que mucha gente supiera que TaeMin había desaparecido.

—¿Recuerdas esa copia de Romance de los tres reinos de Luo Guanzhong que te presté?

¿Prestado?

¿Qué mierda?

—Jjong...

—El tipo al que se lo di lo quiere de vuelta.

Mi respiración se cortó cuando la esperanza floreció en mi corazón.

—Me preguntaba si podrías traérmelo —continuó JongHyun.

Tuve que tragar saliva antes de poder responder.

—Sí, por supuesto. ¿Dónde quieres que lo deje?

JongHyun recitó rápidamente una dirección en el distrito de Yongsan-gu.

—Te daré a ti y a tres de tus hombres un paso seguro dentro y fuera del área para que me traigan el libro.

—Estaré allí en una hora.

—Voy a estar esperando.

JongHyun colgó antes de que pudiera decir más.

—¡Jinki!

La puerta de mi oficina se abrió de golpe y mi mano derecha entró tambaleándose.

—¿Jefe?

—Trae a Baekho y Jackson y haz que traigan un auto al frente.

—¿TaeMin?

—Creo que sí.

Las cejas de Jinki se levantaron.

—¿Crees?

—Kim JongHyun llamó.

El rostro de Jinki se nubló instantáneamente y sus puños se apretaron, lo cual es una respuesta sorprendente del hombre.

—Si ese hijo de puta tiene a TaeMin...

—Solo me pidió la copia de Romance de los tres reinos que me prestó —le expliqué. —Dijo que el tipo al que se lo dio lo quería de vuelta.

Parte de la ira desapareció del rostro de Jinki, pero fue reemplazada por confusión.

—Pero... se lo dio a TaeMin como regalo de bodas.

—Exactamente.

Jinki me miró entrecerrando los ojos.

Sin palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora