MINHO
Solo habían pasado dos meses desde que nos mudamos a la propiedad de TaeMin, pero el lugar ya empezaba a sentirse como en casa. Sabía que gran parte de eso se debía a TaeMin.
Desde que encontró su voz, había estado hablando mucho más. Todavía usaba su teléfono, generalmente cuando estaba cansado, pero esos momentos eran cada vez menos.
—WonHo acaba de llamar, jefe —dijo Jinki mientras entraba a mi nueva oficina en casa. —Ha aterrizado en Taiwan. Una vez que descanse un poco, comenzará su búsqueda. Llamará cuando encuentre algo.
—Bien.
Si-eun había huido a Taiwan cuando se supo que yo la estaba buscando. No iba a dejar que se saliera con la suya con lo que había hecho, así que envié a WonHo a cazarla. Si venía voluntariamente, no moriría. Si no lo hacía, moría en el acto.
—¿Qué hizo con Jongdae?
—No sé. —Jinki se encogió de hombros. —Lo dejó con unos amigos o algo así.
—¿Algo sobre los guardias de Da-hae? —Quería tratar con todos y cada uno de los guardias que alguna vez habían puesto una mano sobre TaeMin. Fue desafortunado que Da-hae los hubiera despedido en el momento en que TaeMin y yo nos casamos. Significaba que tenía que cazarlos también.
Miré hacia la puerta de la oficina cuando alguien llamó.
—Entre.
Heechul abrió la puerta.
—El Sr. Kim JongHyun está aquí para verlo, señor.
—Hazle pasar.
Me puse de pie tan pronto como JongHyun entró en la habitación y luego estreché la mano del hombre antes de sentarme. Hice un gesto hacia la silla frente a mi escritorio.
—Por favor siéntate.
Una vez que JongHyun se sentó, le sonreí. Realmente le debía a este hombre, tanto como eso me afligía.
—¿Cómo puedo ayudarte hoy, JongHyun?
—Pensé en traerte una pequeña noticia —respondió JongHyun. —Mi abuelo recibió la noticia de que los Park estan enviando a alguien nuevo para hacerse cargo de Gwang-jin gu.
Mis cejas se levantaron.
—¿Hicieron qué?
—Su nombre es Park Seong Hwa—respondió JongHyun. —Esa es toda la información que recibí. No sé mucho sobre él, aunque he escuchado su nombre aquí y allá. Tengo entendido que es un rompepelotas que envían para limpiar los desastres.
—¿Crees que va a ser un problema? —Acababa de limpiar un desastre. No quería caer en otro.
—Los Park están tratando desesperadamente de suavizar las cosas con nosotros. Son más que conscientes de que lo que hicieron estuvo fuera de lugar y violó prácticamente todos los acuerdos que tú o yo teníamos con ellos. Dudo que quieran sacudir el barco ahora enviándonos otro Park desquiciado.
—Esperemos que no o lo pondré en una celda al lado de los hermanastros de TaeMin.
—Entonces es cierto. —JongHyun resopló.
—¿Qué es cierto?
—Enviaste a esos tres imbéciles a una prisión en el Desierto de Gobi.
—Oh, sí, eso es cierto—. Había sido una de mis ideas más brillantes. —Es solo una sentencia de diez años para cada uno de ellos, pero serán diez años muy largos.