4. Lo que me temía

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Amelia caminaba por la universidad con pasos lentos, sintiendo cómo el aire frío de la mañana le acariciaba el rostro, pero ni el clima ni la belleza del lugar parecían distraerla de lo que llevaba en la mente. Su estómago se revolvía nuevamente, una sensación que ya se estaba volviendo demasiado familiar. Pensaba mucho en por qué se sentía así, aunque en el fondo ya lo sospechaba. Era como si su cuerpo intentara gritarle algo que su mente se negaba a aceptar.

Había intentado disimular los malestares. Primero pensó que solo se trataba de estrés. Después, cuando los mareos llegaron, culpó a la comida del comedor, que muchas veces dejaba mucho que desear. Pero luego las náuseas matutinas, los vómitos y la fatiga se hacían más presentes en ella. Sabía que algo no estaba bien, algo mucho más profundo que un simple malestar pasajero.

—¿Estás bien, Amelia? —la voz de Nobara la sacó de sus pensamientos. Nobara era su mejor amiga, y por más que Amelia intentara ocultar lo que le pasaba, ella siempre estaba al tanto de todo. Era como un radar humano para los secretos no contados.

Amelia levantó la vista, fingiendo una sonrisa que apenas llegaba a sus ojos.

—Sí, solo estoy un poco cansada —respondió, forzando una risa.

"Solo cansada", mis narices —intervino Itadori, quien caminaba junto a ellas con su energía habitual. Había notado los cambios en el comportamiento de su amiga, cómo ella se apartaba del grupo en momentos clave, cómo cada vez era más difícil hacerla reír.

—Amelia, has estado así durante semanas —añadió Megumi en tono serio, pero gentil. Él no era de hacer preguntas personales, pero incluso él notaba que algo no cuadraba.

Amelia suspiró, sintiéndose acorralada por la preocupación de sus amigos. No podía seguir ignorando lo obvio, pero también sabía que no estaba lista para enfrentar lo que sospechaba. ¿Qué pasaría si realmente...? Sacudió la cabeza, intentando no pensar en eso. Era imposible que ella tuviera tan mala suerte como para que le sucediera algo así.

La única que parecía acercarse a la verdad era Nobara. Ella había estado observando a su amiga con una mirada crítica en los últimos días, como si estuviera resolviendo un rompecabezas. Y lo cierto es que ya había comenzado a unir las piezas. Nobara era muy astuta, y sabía del encuentro entre Amelia y aquel chico misterioso, sumado a un par de pistas sutiles, le dio suficiente información para llegar a una posible conclusión.

Una vez que Itadori y Megumi se adelantaron para recoger unos libros en la biblioteca, Nobara aprovechó el momento. Con las manos en los bolsillos de su chaqueta y el ceño fruncido, se giró hacia Amelia.

—Amelia, tenemos que hablar —dijo con seriedad.

Amelia se puso tensa. Sabía lo que vendría. Había estado esperando este momento, pero al mismo tiempo lo temía.

—¿De qué? —intentó sonar casual, pero su voz salió más temblorosa de lo que le hubiera gustado.

—No te hagas la tonta. Sabes perfectamente de qué te estoy hablando —dijo Nobara, deteniéndose frente a ella y mirándola a los ojos—. He estado notando tus malestares y... bueno, no soy idiota. 

Amelia sintió cómo el mundo se le venía encima.

—Nobara, yo... —Amelia trató de encontrar las palabras adecuadas, pero se quedó en silencio, sin saber cómo seguir. Las lágrimas amenazaban con salir, pero se mordió el labio inferior, intentando mantener la compostura.

Nobara, que rara vez se mostraba tan empática, suavizó su expresión. Aunque su tono seguía siendo directo, había una preocupación genuina detrás de sus palabras.

𝐃𝐚𝐝𝐝𝐲 𝐎𝐧 𝐁𝐨𝐚𝐫𝐝 - Gojo Satoru x TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora