extra: el cura!

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Nuestro pueblo siempre había sido tranquilo.

Nunca había habido ningún tipo de problema grave, más allá de un vecino quejándose; de que el perro, gato o mascota de otro cagaba en su patio.

Cosas simples.

Los problemas mayores que en mis 67 años de vida había visto se habían desarrollado afuera, no era dado hablar sobre mi juventud. Sobre mi tiempo como casavampiros. Era un tema que muchos desconocían y pocos sabían.

Mejor así.

Desde mi niñez se me había creado para tener una idea Clara y concisa.

¡Los vampiros, deben de ser erradicados para el bien de la humanidad. Son solo monstruos, depredadores sedientos de nuestra sangre. Si los erradicamos y eliminamos. Viviremos en paz y a salvo!.

Constantemente me lo repetían para que nunca me olvidara, con energía e ímpetu. Crié a mi sobrina Nicky; con esa idea. No le permití ser cazavampiros a pesar de que tenía las condiciones para hacerlo, no soportaría perderla así como perdí a mi hermano.

-¡Che! Vamos loco. Movete, apurate-.

Casi me gritó Brisa, mi mujer.

-esperame-.

Salí del baño, apague la luz y cerré la puerta.

Fui hacia la sala donde Brisa ya me esperaba con su típico atuendo de monja. A sus 68 años ella seguía haciendo bastante hermosa tendiendo en cuenta su edad.

Ambos salimos de la casa ya viendo la puerta; caminamos 2 km. Y llegamos.

Iglesia 9:50 hs.

Preparamos todo para la mesa de este día domingo, todos los domingos se realizaba una misa en este pueblo era una tradición. Después de unos minutos una de las primeras que llegó fue mi sobrina Nicole. Tenía una expresión extremadamente enojada.

-hola, ¿Que pasó?-.

Preguntó Brisa a Nicole, camino hacia ella sigilosamente como si fuera susurrarle un secreto. -tia; tio, tengo una de esas cosas en mi casa-.

Tanto yo como Brisa compartimos una mirada. Sabíamos perfectamente a lo que se refería y no estábamos contentos. Y sí me enojé bastante, en sus 22 años de vida parecía que no había aprendido nada.

-¡Que te dije Nicole María de la Sierra!-.

-no me digas por mi nombre completo-.

-deberías de haber erradicado a esa escoria en el momento que la tuviste enfrente de tus narices. Sabes bien como son-.

Brisa también era proveniente de una familia famosa española de cazavampiros, toda su familia materna y toda su familia paterna. En sus años me atrevería a decir que esos chupa sangre temían.

-se llama Ingrid, es el típico estereotipo vampírico. Le di hospedaje para atenderle una trampa con ayuda de ustedes-.

Eso nos llamó poderosamente la atención.

-para ser lo que es bastante bld. Fue fácil engañarla y tenerla como una pld. Viste-.

No me creía por completo eso. En esa situación había gato encerrado. Pero algo en todo esto era seguro, libraríamos a la humanidad.

Después de una hora y media aproximadamente, la ví.

Piel pálida y etérea. Cabello negro trenzado elegante e intrincado. Ojos azul zafiro profundos. Ropa totalmente negra. Un gorro de color blanco sobre su cabeza. Delgada y alta, físicamente debería de rondar entre los 17 y 18 años. Si fueras una persona común y corriente no creerías que en ella había algo sobrenatural. Pero cuando llegaba el momento de que se ponía a analizarla te podías dar cuenta que su apariencia no era normal.

Desde la lejanía había visto cómo se acercaba hacia la iglesia probablemente por curiosidad, quise complicarle las cosas por unos momentos para que se fuera preparando lentamente.

Me paré en la entrada y le dije.

-buenos días, jovencita. Si me permite la amabilidad, de hacerle una invitación a pasar a mi humilde iglesia. Estaría encantado de recibirla-.

Por la expresión facial que puso supuse que estaba pensando sarcásticamente, algo como. Si mi invitación indirectamente le dijera. Que debiera ofrecerse a ser monja, a leer la Biblia o postrarse ante mi.

Iba a negarse evidentemente se le notaba en su cara, pero por la presión social debía seguir fingiendo su papel de humana. O sea porque la gente que había ido a rezar la estaba mirando.

Tanto Ingrid como yo vimos como de la multitud rápidamente salí a Nicole con una expresión fingida de emoción.

-pasá, al final yo sabía que sí ibas a venir-. El es mi tío, él es el cura de esta iglesia y también es el dueño del gallo-.

La impaciencia de Ingrid cada vez se hacía notar más.

Después de unos momentos yo Brisa y Nicole La presionamos para que leyera nuestro libro.

-leela, Ingrid-.

Le dijo con enojo e impaciencia mi sobrina, la miré con seriedad para que siguiera su papel. Su máscara se rompía





"Cometieron un error en confiar en mi"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora