Cap10

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El general Soleil se estaba quedando en el palacio, todos conocían la cercana relación que tenía con Laurid, y era necesario informarle de lo sucedido, sin embargo nadie estaba dispuesto a arriesgar su vida para dar la noticia, el carácter del general era delicado y al tener una espada en su disposición era un peligro para cualquiera.

Igualmente al no pertenecer a la familia real no se preocuparon por reportar lo sucedido.

Fue asta que el príncipe dio la orden, que se dispusieron a informarle, cayendo el deber en una sirvienta joven.

Pero ya era tarde y no se permitió que una mujer joven se encuentre con un hombre durante la noche, por lo que la mujer que se encargaba de asistir a Soleil fue la que tocó la puerta y decidió decirle ella misma por decisión propia.

Le llamo por un tiempo hasta que Soleil abrió la puerta.

La sirvienta menciono que necesitaba darle una noticia importante y el general le dejo pasar.

Con un tono frío dijo:
-" ¿Qué es lo que quieres decirme?"

La señora hablo con seriedad.
-" Está tarde falleció Su majestad Laurid."

Solo escuchar eso le dejo mal, no podía controlar su respiración, y estaba confundido. No quería creer eso. Su único amigo ya no estaba, y aunque sabía que estaba enfermó no esperaba que fuera tan pronto... Ayer había pasado todo el día a su lado y se veía bien.

Tuvo que apoyarse de la pared, estaba incluso mareado, nunca se había sentido así, no podía ni decir que se retirará la mujer, no podía hacer nada. ¿Cómo se suponía que iba actuar ahora?, Ya se acabó todo, no tenía nada, su excelente relación con el Rey no significaba nada en este momento.
Se sintió tan solo, como si lo hubieran abandonado a merced de cualquier cosa.

Como pudo le pidió a la sirvienta que se vaya.

Le informaron asta la noche de la muerte de Su majestad, solo ese hecho fue suficiente para percatarse que él ya no era tan importante.

Estaba indefenso, no podía quedarse así, no debía de estar en el palacio si no hay nadie que lo apoye, no podía estar ahí ni en ningún otro lugar, todo era imposible ahora. No se sentiría seguro en ningún lugar si no tenía la influencia de Laurid. Todos lo odiaban y odiaba a todos.

Se sentía tan mal, terminó en el suelo llorando, tenía frío y sabía que no era normal. Le dolía todo y no podía pensar en otra cosa que no fuera su sufrimiento.

No llegaría a poder salir de esa habitación, todo estaba mal.

La reina lo aborrecía, no lo dejaría ni acercarse para ver por última vez a Laurid.

No tenía sentido salir, no tenía sentido hacer algo. Todo lo que le había dado felicidad había desaparecido. Todas las personas estaban contra él, y él estaba solo.

Tanto que llegó a amarlo, por el estaba dispuesto a hacer cualquier cosa... Serían recuerdos, tan solo sería eso, y le hacía muy triste saberlo.

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No durmió nada, y apesar de estar muy cansado nunca se propuso descansar, sentía que no lo merecía, durante la noche llegó a gritar y arrojar cosas. Su habitación era un desorden, había espadas, dagas, zapatos, ropa y demás cosas tiradas en el suelo...

Por la mañana se logró tranquilizar, sentándose en la cama, apreció lo que había hecho, no recordaba cuando hizo todo eso. Se levantó y organizó con calma todo. Mientras limpiaba llamaron varias veces a la puerta, pero no respondió, estaba ignorando eso, no quería hablar con nadie, se estaba distrayendo y no quería desperdiciar ese momento tranquilo, que duró cuatro horas.
De hecho dejo las cosas más organizadas de lo que estaban, cuando terminó tocaron la puerta de nuevo, está vez su sirvienta hablo;
-" General, le han preparado el desayuno."

𝑀𝑖 𝑔𝑒𝑛𝑒𝑟𝑎𝑙 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora