ESTA MUERTE TENDRA SUS CONSECUENCIAS.. ( Hotel Hazbin)

EP12 CONEXIONES

Estoy sufriendo dolor cerebral al escribir, cada vez me cuesta más hacer algo realmente bueno, pero ya estamos cerca del final así que, son mis últimos esfuerzos de terminar mi historia más relevante.

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Azrael-Adán?

Nah.......

Adán-Azrael.....
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El cuerpo de Adán, impregnado de su esencia y recuerdos, empieza a rechazar el control de Azrael. Este cuerpo no fue creado para ser habitado por otro ser, y la resistencia se manifiesta en cada fibra y cada célula. Adán, incluso en la muerte, mantiene un vínculo tan fuerte con su propio cuerpo que la presencia de Azrael se siente como una intrusión.

Azrael, consciente del poder inherente en el cuerpo de Adán, lucha por mantener el control. La energía de Adán, su esencia más profunda, parece desafiar la invasión. Cada movimiento, cada intento de Azrael por dominar completamente, es respondido con una fuerza contraria, una lucha silenciosa pero intensa dentro del cuerpo.

A pesar de su vasto poder, Azrael encuentra que esta resistencia es un desafío constante. No es solo una batalla física, sino una confrontación de voluntades. El cuerpo de Adán, diseñado y forjado a través de eones de experiencias y sufrimientos, no se rinde fácilmente a la influencia de otro, incluso a la de un arcángel.

Azrael, con su determinación inquebrantable, persiste, utilizando su energía divina para intentar subyugar el rechazo. Pero el proceso es lento y arduo, cada victoria es pequeña y efímera, y el riesgo de ser expulsado completamente siempre está presente.

Este conflicto interno añade una capa adicional de tensión a la ya caótica batalla en el infierno. Mientras afuera, las legiones celestiales y demoníacas se enfrentan en una guerra sin cuartel, dentro del cuerpo de Adán, una lucha igualmente feroz continúa. Una batalla de voluntades que podría tener consecuencias inimaginables para el desenlace de la guerra y para el destino de ambos seres.

En esta tormenta de conflictos, la dualidad de su existencia se convierte en una metáfora poderosa: la resistencia del alma contra la imposición, el equilibrio entre la identidad y el poder, y la inquebrantable conexión de un ser con su propio ser.

En ese momento, el cuerpo de Adán, sintiendo que no podrá expulsar a Azrael de manera definitiva, empieza a asumir el control de las acciones. La resistencia de Azrael, en lugar de expulsarlo, comienza a transformar sus propias emociones. La ira, el rencor, la burla y la arrogancia que Adán sentía hacia Lucifer se intensifican, evolucionando en emociones aún más oscuras y crueles.

Azrael, sintiendo esta transformación, intenta resistirse. Sin embargo, el cuerpo de Adán, en su lucha por recuperar el control, convierte estas emociones en un caldero de sadismo y odio puro. Cada recuerdo de las humillaciones sufridas, cada instante de dolor infligido por Lucifer, alimenta esta metamorfosis emocional.

Mientras Azrael lucha por mantener su propia conciencia, el cuerpo de Adán comienza a asumir el control, canalizando estas emociones para fortalecer su presencia. La crueldad y el odio se vuelven herramientas afiladas, dirigidas con precisión hacia Lucifer. Cada mirada, cada palabra, cada gesto se carga con una malevolencia que va más allá de la mera burla; es un deseo de infligir el máximo sufrimiento posible.

Azrael, sintiendo la creciente influencia del odio de Adán, se esfuerza por no sucumbir. Pero la esencia de Adán es poderosa, y poco a poco, las emociones de Azrael se ven teñidas por el sadismo y el odio puro que emanan del cuerpo que habita. La lucha interna se refleja en sus ojos, que brillan con una intensidad aterradora.