T/N Y La Fabrica De Chocolate 🍫🍬🍭 / Willy Wonka y Niña! Lectora

Epílogo

A partir de esa noche, pasaste tus días cuidando la fábrica con el Sr. Wonka.

Todos los días, el Sr. Wonka te enseñaría algo nuevo sobre la fábrica, a veces sería sobre ciertas máquinas y dulces, otras serían las diferentes salas y para qué se usaba cada una.

Tú y los Oompa Loompas pronto formaron un fuerte vínculo, era casi como si fuerais una familia para ellos. A menudo bailabas con ellos cuando cantaban canciones y los ayudabas con su trabajo.

Con el tiempo, aprendiste a conversar con ellos y pudiste llegar a conocer bastante bien a muchos de ellos.

Tú y el Sr. Wonka ahora estaban sentados juntos en la Sala de Fuegos Artificiales -o al menos así lo llamabas-. Había construido un lugar donde había una distancia segura para que pudieras ver todas las explosiones coloridas, le preguntaste si podía ya que querías verlas más.

Te sentaste a su lado y rodeaste su torso con tus brazos mientras él mantenía una mano en tu hombro, ambos mirando los fuegos artificiales con sonrisas de satisfacción en sus rostros.

"Oye, (T/n)?" El señor Wonka habló después de unos minutos.

"¿Sí?" Habrías mirado hacia arriba pero tus ojos estaban paralizados por una explosión de vívidos azules y morados.

"¿Qué te parecen las pequeñas cometas frambuesa?" Sugirió.

"¡Con regaliz en lugar de hilo!" Agregaste, imaginando la deliciosa creación en tu mente.

"Creo que has descubierto algo ahí". Él se rió entre dientes en acuerdo.

"¿Willy?"

"¿Sí?"

Acariciaste tu cabeza contra su costado. "No creo que nada pueda hacerme más feliz que tú". Él simplemente volvió a reírse.

"Bueno, ¿recuerdas lo que te dije al comienzo del tour?"

Conseguiste apartar la mirada de la hermosa exhibición que tenía delante y lo miraste con curiosidad, sacudiendo la cabeza.

Le guiñó un ojo y recitó: "Esto es sólo el comienzo".

Sonreiste y lo apretaste un poco como si fuera un abrazo.

"¿Sabes algo?" Continuó.

"¿Eh?"

"Creo que en realidad es genial ser un..." Hizo una pausa e inmediatamente supiste lo que estaba tratando de decir.

"Dilo." Te reíste, alejándote y saltando un poco donde estabas sentada.

"U-un p... p..."

Se notaba que esta vez realmente lo estaba intentando.

"¡Vamos, dilo! ¡Tú puedes hacerlo!" Lo instaste a seguir adelante, deseando que superara su lucha.

"'Un... p... p..p-p-padre." Luego exhaló un gran suspiro, como si le hubieran quitado el aire.

Te levantaste y saltaste, aplaudiendo de alegría mientras mostrabas una expresión orgullosa y feliz. "¡Lo dijiste! ¡Lo dijiste! ¡Realmente lo dijiste!" Aplaudiste, sintiéndote emocionado más que cualquier otra cosa.

Suspiró un poco, riéndose después y mirándote bailar. "Me tienes haciendo todo tipo de cosas que nunca pensé que haría, ¿sabes?" Admitió.

"Ahora, vuelve aquí". Él sonrió y se levantó, envolviendo sus brazos y atrapándote como una cuerda, atrayéndote hacia él. Te reíste divertido cuando él impidió tu escape. "¡Te tengo ahora!"

"¡Noo! ¡Déjame ir!" Suplicaste en broma.

"Nunca." Él se rió, abrazándote cerca y apoyando su cabeza sobre la tuya. Después de un par de intentos inútiles más de escapar, cediste y volviste a mirar los fuegos artificiales.

"Te amo, Willy." Te reíste, acurrucándote contra él y abrazando sus brazos que aún te sostenían.

Lo escuchaste dar un suspiro suave y feliz y sentiste que sus labios besaban suavemente la parte superior de tu cabeza.

"Yo también te amo, mi pequeña estrella".

Eso fue todo, después de apenas una semana, su vida había mejorado. Habías pasado de una vida de miseria, soledad y dolor a una vida de alegría, amor y bondad.

Y todo fue gracias a ese boleto dorado, esa oportunidad dorada, esa oportunidad única en la vida que tú, entre todas las personas, habías tenido.

Por fin podrías esperar con ansias la salida del sol cada mañana, sin tener que preocuparte por el sufrimiento ni nada por el estilo. Tenías un nuevo hogar, una nueva vida y, sobre todo, un nuevo padre.

Pero el señor Wonka consiguió algo aún mejor. Una hija. Alguien que continuaría con su legado cuando él ya no estuviera.

Alguien con quien pudiera compartir todos sus secretos y confiarle todo lo que había hecho y haría en el futuro. Y, sobre todo, alguien a quien pudiera amar con todo su corazón y que lo amaría sin importar nada.

Una cosa era absolutamente segura para ambos:

La vida nunca había sido más dulce.

EL FIN.