Capítulo 20

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El tiempo pasó en un extraño estado de duermevela, los días desangrándose hasta que Taeyong perdió el registro de cuántos días habían pasado desde que YangYang se fue. A veces comía cuando el personal del hotel no se hartaba de llamar a la puerta. A veces se sintió enfermo, por estar tirado en la cama sintiendo lástima de sí mismo o viendo los pocos canales en inglés del televisor, y salió. Vagó por las calles sin rumbo, escuchando un lenguaje desconocido a su alrededor, hasta que su nariz estaba goteando y él se sentía tan frío por fuera como lo estaba en su interior. Un par de veces se perdió, pero el GPS lo ayudó a encontrar su camino de regreso al hotel. Las dos mujeres del vestíbulo seguían disparándole miradas extrañas y susurrando en ruso entre ellas al verle. Taeyong generalmente las ignoraba e iba directamente hacia su habitación, donde tomaba una larga ducha caliente —podría ser un miserable jodido deprimido, pero se negaba a apestar. Después de la ducha, iba a la cama. A veces se masturbaba, tratando de deshacerse de la horrible necesidad permanente que lo carcomía por dentro. No funcionó, sin importar lo duro que se folló a sí mismo con el consolador. Después de todo, sólo se sentía más patético y vacío. Así que se metía debajo del edredón y no saldría de la cama hasta la mañana siguiente... muy tarde en la mañana.

Esa mañana no fue diferente a las otras.

Hasta que un golpe en la puerta interrumpió sus somnolientos pensamientos.

Taeyong no se molestó en levantarse. Probablemente era el servicio. No tenía hambre.

Pero los golpes no pararon.

Cuando se hicieron más fuertes, Taeyong suspiró, se arrastró fuera de la cama y se encaminó hacia la puerta, frotándose los ojos.

Abrió la puerta y se congeló, su aliento quedando atrapado en su garganta.

JaeHyun estaba de pie al otro lado, alto y más grande que la vida misma, con las manos en los bolsillos de su gruesa y oscura chaqueta. La mandíbula de JaeHyun estaba en tensión, su rostro difícil de leer mientras que sus ojos verdes recorrían completamente a Taeyong. Eso lo hizo notar que sólo vestía un par de calzoncillos grises.

—Luces horrible —JaeHyun entró en la habitación y cerró la puerta.

—Gracias —dijo Taeyong cuando encontró la voz. Sonaba áspera, como si le faltara uso. Ahora que lo pensaba, ¿cuándo fue la última vez que había hablado con alguien?

Se cruzó de brazos, metiendo las manos bajo sus axilas para resistir el impulso, casi irresistible, de saltar sobre JaeHyun y envolverse en él como un pulpo— ¿Qué haces aquí? —Su voz sonó hostil.

Los ojos de JaeHyun se estrecharon. Se quitó la chaqueta y la arrojó al sillón.

—Estábamos preocupados. YangYang está desaparecido desde hace diez días.

Taeyong parpadeó.

—¿Diez días?

JaeHyun se quedó viéndolo.

—¿No lo sabías?

Con el ceño fruncido, Taeyong negó con la cabeza. Sabía que YangYang había estado fuera por un tiempo, pero no le había parecido que fuera tanto. Mierda. ¿Cuando había perdido el contacto con la realidad?

—Tu padre estaba preocupado por ti. Ahora puedo ver por qué.

—¿Papá te llamó? —dijo aturdido.

—Sí —dijo JaeHyun, acercándose. Tomó los hombros de Taeyong con sus manos, apretando con fuerza—¿Qué carajo, Taennie?

Respirando superficialmente, Taeyong levantó la barbilla.

spc - JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora