Celestina y un pequeño pedazo de nube blanca.
Había una vez en un pequeño reino del norte, dónde la reina dio a luz a una pequeña niña hermosa que nació bajo el cielo tan despejado y tan celeste que decidieron ponerle de nombre Celestina.
Al pasar los años los reyes envejecían cada vez más y tanto era el anhelo de su padre, en qué la princesa pudiera tener a un hombre digno de hacer algo imposible, un día los reyes tomaron una decisión y dieron por anunciado la siguiente noticia:
— Doy por anunciado la boda que tanto anhelo, aquel hombre que sea capaz de traerme a mi trono un pequeño pedazo de la nube más blanca que hayan visto, le daré el honor de tener a mi hija Celestina cómo esposa. —
Todos los hombres dentro y fuera del reino empezaron a buscar la petición del rey y todos intentaban llegar al cielo, daban los más s grandes saltos que podían, subían escaleras grandes y altas, trepaban muros y hasta escalaron montañas pero nadie podía tocar ni por poco un pedazo de alguna nube.
Hasta que un día se le ocurrió a un fotógrafo una grandísima idea y puso manos a la obra para después ir corriendo hasta el palacio real a darle a su majestad un pequeño pedazo de la nube más blanca que había visto, en una fotografía.
— ¿Qué es esto? — pregunto el rey desconcertado al fotógrafo.
— Su majestad, usted pido un pequeño pedazo de la nube más blanca que haya visto y es lo que traje, pero no dio especificaciones de como traer el pequeño pedazo de la nube más blanca— dijo el fotógrafo
El rey un poco molesto acepto el hecho de que el fotógrafo había sido el único en poder conceder su petición y traerle un pequeño pedazo de la nube más blanca que hayan visto y le entrego a Celestina cómo esposa.