𝟎𝟑| 𝙿𝚎𝚚𝚞𝚎𝚗̃𝚊 𝚁𝚊𝚝𝚘𝚗𝚌𝚒𝚝𝚊

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El murmullo de sus compañeros llenaba el ambiente, pero Sara estaba absorta en su móvil, conversando con sus amigos. Los mensajes iban y venían, trayendo los chismes que ella ya no podía escuchar

De repente, un aroma familiar la sacó de su ensimismamiento. Un vaso de café se posó suavemente a su lado. Levantó la vista y allí estaba Rigel, con una sonrisa grande y cálida

—Te compré un café como bienvenida, Sara —dijo con entusiasmo.

—Gracias, Rigel

—Hay algunas cosas que no puedes hacer aquí —dijo Rigel, bajando la voz—. Una de ellas es retar al profesor de Física. Entre más callada estés, mejor.

Sara levantó una ceja, mostrando una mezcla de curiosidad y desafío.

—No le tengo miedo al profesor —respondió con firmeza.

Rigel suspiró, sabiendo que tenía que ser claro.

—No es por miedo, Sara. Pero si no quieres reprobar, mantente atrás de la línea. Mi deber es que los nuevos se sientan cómodos, y créeme, no quieres estar en el radar del profesor de Física.

—No te preocupes, estaré bien.

—En serio, Sara. El profesor de Física es un jodido monstruo. Ten cuidado.

Sara asintió, dándose cuenta de que Rigel hablaba en serio. El ambiente en el aula parecía cambiar cuando el famoso profesor de física entró. La atmósfera, que hasta entonces había estado llena de murmullos y risas, se transformó en un silencio expectante. Todos los estudiantes, que momentos antes estaban dispersos y charlando, se sentaron rápidamente en sus asientos, como si una fuerza invisible los hubiera alineado.

El profesor se detuvo frente a la pizarra, observando a sus alumnos con una mirada que parecía ver a través de ellos. Sin decir una palabra, comenzó a escribir fórmulas complejas en la pizarra, y el aula entera se sumió en un silencio absoluto, cada estudiante concentrado en no llamar la atención.

El profesor de Física, con su porte imponente, continuaba escribiendo en la pizarra cuando, de repente, detuvo su tiza y giró lentamente hacia la clase. Sus ojos se fijaron en Sara. Ella sintió la mirada penetrante del profesor clavarse en ella. Su corazón comenzó a latir con fuerza y sus piernas temblaban ligeramente, pero se negó a bajar la mirada. Mantuvo sus ojos firmes en los del profesor, desafiando el miedo que amenazaba con apoderarse de ella.

—La termodinámica es la rama de la física que estudia la energía y sus transformaciones —comenzó, su tiza moviéndose rápidamente sobre la pizarra—. Hoy nos enfocaremos en la primera ley de la termodinámica, también conocida como el principio de conservación de la energía.

Dibujó un sistema cerrado y explicó cómo la energía no se crea ni se destruye, sino que se transforma de una forma a otra. Los estudiantes seguían cada movimiento de su tiza, tomando notas frenéticamente.

—Imaginemos un gas encerrado en un cilindro con un pistón móvil —continuó, dibujando el cilindro y el pistón—. Cuando calentamos el gas, su energía interna aumenta, lo que provoca que el pistón se mueva. Este trabajo realizado por el gas es una manifestación de la energía térmica convertida en energía mecánica.

El profesor se detuvo un momento, asegurándose de que todos estuvieran siguiendo la explicación. Sus ojos recorrieron la sala, y aunque no se detuvieron en Sara, ella sentía que cada palabra estaba dirigida a ella.

𝗘𝗱𝗴𝗲 𝗢𝗳 𝗗𝗲𝘀𝗶𝗿𝗲; Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora