𝟎𝟏| 𝚄𝚗𝚒𝚟𝚎𝚛𝚜𝚒𝚍𝚊𝚍 𝚍𝚎 𝙱𝚎𝚛𝚕𝚒́𝚗

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En la universidad, los exámenes finales del semestre siempre traían consigo una mezcla de tensión y emoción. Los pasillos, normalmente llenos de risas y conversaciones despreocupadas, se transformaban en un hervidero de estudiantes con libros y apuntes en mano, repasando frenéticamente hasta el último minuto.

Tom, como siempre, se encontraba en medio de todo este caos, aunque su actitud era notablemente diferente. A pesar de su fama de no esforzarse demasiado, siempre lograba entregar todos sus trabajos a tiempo. Algunos decían que tenía una habilidad especial para convencer a otros de hacer su trabajo por él, aunque nadie podía probarlo con certeza.

Ese día, Tom estaba en el aula, con el uniforme que tanto odiaba pero que, irónicamente, le quedaba de maravilla. La camisa blanca y los pantalones oscuros resaltaban su figura atlética, y aunque él lo despreciaba, sus amigos siempre le decían que parecía sacado de una revista de moda.

Rodeado de sus amigos, Tom escuchaba los últimos chismes del colegio. No es que le interesaran particularmente, pero disfrutaba de la compañía y de la energía que emanaban sus compañeros. Mientras ellos hablaban animadamente sobre quién había salido con quién y qué profesor había sido más estricto en los exámenes, Tom se limitaba a asentir y sonreír de vez en cuando, sus pensamientos vagando en direcciones completamente diferentes.

Olivia, con su habitual energía contagiosa, se acercó al grupo de amigos de Tom. Con una sonrisa traviesa, preguntó:

—¿Saben que es lo mejor de que el semestre esté a punto de terminar?
Tom, sin levantar la vista del techo, respondió con su tono característico de indiferencia

—Si, que el tormento de este colegio se acaba un poco más.

Olivia se echó a reír, su risa resonando en el aula y atrayendo la atención de algunos estudiantes cercanos

—Lo mejor de que termine el semestre es que entran nuevos compañeros. Eso significa que mi lista de conquistas va a aumentar

Olivia, con su entusiasmo y con su humor descarado, eran parte de lo que hacía soportable la rutina del colegio.

Mientras el bullicio del aula continuaba, Tristan, el amigo más cercano de Tom, se acercó con una expresión seria en el rostro. Se notaba que algo le preocupaba profundamente. Con voz baja, para no atraer la atención de los demás, le preguntó

—¿Qué has decidido hacer con respecto a la habitación?

Tom levantó la vista y miró a su amigo directamente a los ojos. Después de un breve silencio, respondió con calma

—He decidido regresar al departamento.

Tristan asintió lentamente, procesando la respuesta de Tom. Después de unos segundos, preguntó con cierta incertidumbre

—¿Crees que debería hacer lo mismo?, digo... Si ya no vas a estar aquí ¿qué caso tendría que yo me quedara?

Tom se encogió de hombros, su expresión imperturbable.

—Eso depende de ti, Tristan

—¿Por qué has decidido no seguir quedándote?

Tom sonrió levemente y, con un tono de broma, respondió

—Las camas no son tan cómodas.

Ambos se rieron un poco, pero luego Tom adoptó una expresión más seria. Mirando a Tristan a los ojos, continuó

𝗘𝗱𝗴𝗲 𝗢𝗳 𝗗𝗲𝘀𝗶𝗿𝗲; Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora