RENUNCIANDO AL CIELO.

5.El resplandor de la esperanza.

Las luces de la ciudad se reflejaban en los cristales de la cafetería una vez más, mientras Ethan recogía las últimas mesas. La noche se extendía sobre la ciudad, y el cansancio se apoderaba de él. Dean, que había estado sentado en su mesa habitual, observándolo con una mezcla de fascinación y preocupación, pues ya sabía y había visto la labor de él chico durante varios días, se levantó y se acercó a él.

-Hey, ¿te llevo a casa?- le ofreció el castaño claro, con una sonrisa.

Haciendo resaltar unos hoyuelos en sus mejillas, algo que era jodidamente atractivo y a la vez tierno ante los ojos del chico, pero sabía que era uno de los tantos encantos involuntarios de aquel hombre, el cual no dejaba de sorprenderlo con cada día que pasaba, nadie podía ser tan atractivo y tan tierno a la vez, ¿Cierto?.

Ethan se sintió halagado por la oferta, realmente quería irse a casa, pero sabía que tomar el bus de regreso sería un problema enorme, y el esperar un taxi sería aún peor y más aún con la incertidumbre del día. Dean había sido amable con él desde el primer día, y la conexión que sentía con él era cada vez más fuerte.
Tenia que admitirlo, este tipo era un gran hombre, un gran soporte en su vida, pero la incertidumbre de encariñarse de más y tener malentendidos después de lo ocurrido hace unos días con sus poderes lo hacía dudar de que si realmente el cazador se fijaría en el humano o solo estaría con él debido a sus capacidades sobrenaturales.

-Sí, gracias.- respondió Ethan caminando hacia él.

Sintiendo un leve rubor en sus mejillas mientras caminaban por la calle, Dean le contaba historias de sus viajes y aventuras junto a su ya fallecido hermano, tratando de distraer a Ethan del frío que comenzaba a invadir la noche. El tiempo y las constantes perdidas que se sufrían en el mundo de los cazadores había hecho a Dean realmente agradecido de los momentos que el pudiese compartir con otro ser humano.

Por su parte el moreno también apreciaba la presencia de Dean, el poder estar con alguien más y poder entenderse mutuamente le fascinaba, y hasta cierto punto le parecía encantador como aquel hombre que pretendía ser serio se mostraba como un niño ante él, totalmente vulnerable y sin filtro alguno, siempre sincero y directo, pero también con un toque de cariño y sencillez fascinante, era imposible no sentir algo por él. Aunque realmente no quería aceptado, el moreno podía casi asegurar sin temor a equivocarse de que aquel Winchester era el hombre que él tanto deseaba en su vida, pero la incertidumbre de su pasado y su presente juntos le hacía vacilar ante la idea de alguna posibilidad de ir más allá, pero no podía evitarlo, Todo en él era hipnótico, su manera de caminar, tan segura e imponente, su cabello peinado hacia atrás, esos ojos color esmeralda, su característica chaqueta de cuero oscura y esa colonia, no sabía que aroma era, no sabía que marca exactamente era, pero de algo estaba seguro: era su maldita colonia favorita.

Mientras seguían caminando Dean hablaba de muchas de sus aventuras, tan fascinado de poder tener a alguien con quién compartir palabras después de mucho tiempo, los ojos grises del chico se iluminaban ante las imágenes que los relatos del castaño oscuro lograba transmitirle, hasta que llegaron a la parte más filosófica e íntima de una conversación de dos almas rotas.

- ¿Sabes?, yo soñaba con ser bombero...- Dijo de manera nostálgica Dean, mientras miraba hacia el frente.

Después de haber pasado por una estación de bomberos en el pueblo de Ethan. El chico no paro de mirarlo y ver cómo aparentemente los recuerdos del pasado azotaban de una manera brusca su propio corazón.

- ¿Y que te lo impide?, puedes dejar la vida que tienes y caminar hacia tus sueños.- contesto de manera suave y cariñosa Eth.

Dean le mira algo resignado, antes de que de sus labios saliera un sonido parecido a un resoplido de frustración y decepción.