3. Un encuentro inesperado.

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El aroma a café recién hecho y el murmullo de las conversaciones llenaban la pequeña cafetería. Dean se acomodó en su habitual mesa junto a la ventana, lo ocurrido semanas atrás con aquel demonio le había provocado varios días de insomnio, eso sin contar los grandes avances que había en la ciudad de Ohio, el había muerto hace 20 años y ver este nuevo mundo le hacía sentirse extraño, un ser aparte de todo y todos. Observando el vaivén de la gente en la calle. Su mirada se posó en Ethan, el barista de ojos color gris, tez morena, estatura promedio de 1,70 que le había servido su café esa mañana.

Desde su primer encuentro, Dean había sentido una extraña familiaridad con aquel chico, algo extraño siendo que él no debería tener más de 20 años, los mismos que él había pasado muerto, más tieso que pan en la mesa en la madrugada. Era como si lo conociera de toda la vida, aunque sus caminos nunca se hubieran cruzado antes. La sensación era tan fuerte que le resultaba inquietante.

-Es como si...- pensó Dean - Nah... imposible..

Cada vez que veía a aquel chico, la sensación se intensificaba. Sus ojos, su sonrisa, su voz... todo en él le recordaba a alguien, a alguien que no podía identificar, pero esa sensación de verlo y saber que había algo detrás que lo hacía poner toda su maldita atención sobre él lo mortificaba, de alguna manera lo hacía y no sabía porque.

Ethan, por su parte, también sentía una inexplicable conexión con aquel hombre que había estado frecuentando la cafetería desde hace unos cuantos dias. No era solo la atracción que sentía por su sonrisa pícara y su mirada penetrante, era algo más profundo, una sensación de familiaridad que le resultaba inexplicable, ese sentimiento que le provocaba por tener un "No sé que, que le hace sentir un no sé que."

Dean, decidido a descubrir la verdad detrás de esa conexión, comenzó a frecuentar la cafetería, el miedo estaba allí presente, ¿cómo hablarle?, ¿y si él se espantaba ante la idea de el oficio que ejercía el castaño claro?, y el miedo más jodido de todos: El volver a conectar, el volver a sentir, el volver a querer proteger a alguien y perderlo de nueva cuenta, pero era inevitable.

-¿Q- Qué te parece si vamos a tomar algo después de tu turno?- , le preguntó Dean un día, mientras este le servía su café.

Él mismo se sentía un reverendo estúpido por ponerse algo nervioso y tenso ante aquella propuesta, era más fácil hacerlo con una chica, el era quien las ponía nerviosas, pero en esta ocasión era diferente. Solo llevaba unas cuantas semanas frecuentando el lugar y cruzando unas cuantas palabras con aquel chico moreno, ni en su mejor época le había pasado sentirse así, solo con una persona se había sentido de manera similar.

Ethan se sorprendió ante aquella inesperada propuesta por aquel hombre. Dean, el misterioso hombre de ojos verdes que siempre leía en la esquina, y que había llegado a frecuentar hace apenas un par de semanas la cafetería donde trabajaba le estaba invitando a salir, de una manera algo torpe, pues se mostraba en la comisura de los labios del castaño claro su nerviosismo debido a la respuesta de Ethan, lo cual era sorprendente, se veía un hombre ya mayor, unos 30 y pico, debía tener experiencia ligando, pero no era así.

-Eh... sí, claro- respondió Ethan sintiendo que sus mejillas se sonrojaban.

Llegó la hora de que el turno de Ethan terminará, mientras caminaban por la calle, Dean le preguntó al chico de cabello rizado sobre su vida, estaba realmente dispuesto a conocerlo, pero tampoco forzarlo como si fuese un interrogatorio sobre algún asesinato o sospecha de drogas, ante todo quería que se sintiera cómodo con su presencia, y Dean era experto en eso, pues su personalidad despreocupada hacia que cualquiera pudiese abrirse con él de manera rápida, incluso logrando hacer el ambiente menos tenso. Irónico para un hombre que ha vivido y visto lo más jodido que puede esconder no solo el mundo, si no todo aquello que tenga vida en cada tramo de esa tierra.

RENUNCIANDO AL CIELO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora