Prólogo: Wiskayok High School Yellow Jackets.

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La Wiskayok High School tenía en honor de ser reconocida a nivel nacional, no por su excelencia académica, sino por su semillero deportivo; por lo menos, esa era la forma más amable de decirlo.

En realidad, aquel pensamiento se convirtió en una utopía, en lo que debieron y pudieron ser, sino hubiera sido por ese fatídico accidente en 1996.

La escuela pudo ser reconocida por tener a las mejores futbolistas de nivel preparatoria de todo el país, e incluso más que eso, pudieron haber llegado a los juegos olímpicos de la juventud.

Aquellas niñas pudieron ser el orgullo de una nación completa, y por supuesto, un honor decir que estudiaron allí. Sin embargo, las cosas sucedieron muy diferentes.

Esa mañana, el sueño de un equipo, sus entrenadores, sus familias y la escuela completa se desvaneció junto con el avión en donde arribaban, pudiendo ser rescatado hasta casi 2 años después.

De esas grandes promesas del deporte quedaron nada, ni siquiera a las que quedaron con vida.

Esa historia atormentará por siempre aquella escuela, creándose mitos alrededor de esta. Muchos padres incluso llegaron a negarse en inscribir a sus hijos por miedo a que les pasara algo similar.

Entre esos mitos, una maldición, que aunque fue inventada por alumnos insensibles y con mucho tiempo libre, la realidad supera a la ficción en maneras que muchas veces no comprendemos.

Ningún equipo de la preparatoria, cualquier deporte, ni siquiera ajedrez, pudieron avanzar hasta las nacionales a partir de aquel año. Año tras año, los fans observaban frustrados como los equipos, incluso los más comprometidos y capaces, perdían la final estatal.

Unos se quedaron bastante cerca, con una racha casi perfecta hasta que llegaban a aquel temido día; siempre sucedía algo: lesiones, accidentes, los padres no permitían a sus hijos viajar, peleas, distracciones, tormentas. Cada año se repetía lo mismo, una y otra vez. Cuando un equipo tenía el potencial para llegar lejos, de repente se apagaba durante esa última competencia.

Todo parecía igual, hasta este año.

Exactamente 25 años después del accidente, el equipo femenil de soccer parece que rompió la maldición, justo el mismo equipo que la comenzó.

Al último momento, y después de un partido super parejo, las Yellow Jackets dejaron un marcador de 4-3, y con ello, su pase a las nacionales.

Todos se paralizaron por un segundo. Las jugadoras, las rivales, las gradas, los comentaristas... De repente, la euforia se hizo presente.

—La tiene Hansen, con el número 10. Se la pasa a Edwards, ¡Uy! ¡Casi se la roban!... La número 4 se la lanza a Brooks, esquiva a su rival, se la devuelve a Edwards... Piensa por un segundo que hacer... Esquiva gente. La tiene Cabello, ¡Vamos! Esa chica es veloz.— Grita entusiasmado el comentarista.

—Espero que no decepcione ahora que queda poco tiempo.

—Cabello corre, no la alcanzan... ¡No! ¡Acaba de tropezar! ¡Las Yellow Jackets acaban de perder el balón!

—A unos segundos de terminar el partido en empate y con una dominancia notable contra el otro equipo, el equipo de azul perdió su gran oportunidad de ganar. De nuevo.— El primer comentarista muestra una tristeza notable, sin embargo, regresan su atención a la cancha de inmediato, aunque menos entusiasmado.

—Parece que la recuperan ¡Uy! Hamilton y Pinnock acorralan a su rival ¡La tiene la 9! ¡Han recuperado el balón!— Hay silencio.

—Se queda pensando ¡¡¿Qué piensa tanto?!! A tan solo segundos de terminar el partido, Hamilton se queda parada pensando ¡No te lo creo!— El interés del segundo comentarista vuelve, mordiéndose las uñas.

—La capitana hace señales, están trazando una estrategia en medio de la cancha, a segundos de terminar con un marcador 3 a 3.

—Bastante arriesgado, si me lo preguntas—. La plática se corta cuando la jugadora con el balón comienza a correr a toda velocidad. —¡Hamilton! Corre por toda la cancha, esquivando a sus rivales. Se la pasa a Brooks ¡Se escabulle en medio de todas! La capitana espera el balón del otro lado.

—La tiene Thirlwall ¡Qué finta acaba de hacer! Increíble! Le pasó la pelota por debajo de las piernas a la chica con el número 14. Cabello la tiene de nuevo. Se ve temerosa.

—No lo quiere arruinar de nuevo. Piensa muy bien sus movimientos.

—Tiene dos excelentes opciones: pasarla a Hansen y dejarla que corra, o tirarla directamente a la capitana, aunque es un poco más arriesgado.

—Cabello, con el número 7, corre. Parece que tiene un plan en mente.— Analizan los movimientos de la latina, temerosos. El cronómetro marca 10 segundos. —Se la pasa a Hansen, pero no se queda quieta. ¡¿Qué están tratando de hacer?! ¡Están trazando un plan a 10 segundos de terminar!

—Cruza al extremo derecho de la cancha antes que su compañera. Parece que la espera ¡Hansen no va a la portería, está corriendo hacia Cabello!

—Están distrayendo al enemigo. Una buena estrategia, ¡Si no quedaran 6 segundos en el tiempo!— Se ponen de pie. No aguantan los nervios. —¡Hansen la lanza! La tiene Cabello de nuevo. Corre unos metros más y se detiene. Mira a su capitana, con el número 2 ¡La lanza hacia Jauregui!

—La chica tiene una potente patada ¡La lanza!— Quedan 2 segundos en el tiempo. Dejan de respirar.

—¡¡Gooooooooool!!— Gritan los dos a la vez.

—¡4 a 3! ¡4 a 3! ¡Las Yellow Jackets van a las nacionales! ¡Por fin, nuestra escuela va a representar a Nueva Jersey!— El público se vuelve loco. Hay vitoreo por todos lados. —¡Jauregui! ¡Jauregui ha dado el golpe final, con menos de 2 segundos de sobra!

—La capitana acaba de romper la maldición de 25 años ¡Nos vamos a nacionales!

Las jugadoras se encuentran en medio del campo. No lo pueden creer.

Prometieron darlo todo, a pesar del pesimismo que se respiraba debido a la supuesta maldición.

Momentos antes que el balón cayera en la red, Camila corría hacia Lauren. Cuando ella le dio la espalda a la portería, en shock por ver la pelota dentro, ya tenía a su compañera encima, con sus piernas rodeando su cintura y sus brazos envolviendo su cuello. Camila brincó tan alto que terminó apoyando su barbilla en la cabeza de su capitana.

Segundos después, todas se abrazaban frente a la portería que les dio la victoria, gritando y coreando junto con el público. Varias de ellas soltaron algunas lágrimas.

***

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⏰ Última actualización: Oct 01 ⏰

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