Viernes

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Los primeros rayos del sol comenzaban a alcanzar la ventana del piso de estudiantes de la pareja conformada por las jóvenes Aranea y Porrim, un dolor de cabeza intenso se presentaba en la mayor de las dos hermanas arácnidas, quien dejaba salir un suspiro largo al mirar la hora en su teléfono móvil. Memorias de los sucesos de la noche pasada atacaban su mente, rememorando con pena como tuvo que confrontar a su madre. No obstante, finalmente comenzó, una nueva vida para ella y para su hermana pequeña, de quien esperaba tuviese un increíble futuro una vez creciese. La mayor de las Serket se levantó de la cama que compartía usualmente con su amiga, la cual esa noche la pasó con su hermana pequeña debido a su ausencia para hablar con su madre. 

Pasó al baño, lo primero que hizo fue darse una ducha, el agua fría ayudo a que se despejase. Una vez salió de la ducha, comenzó a maquillarse mientras que su pelo se secaba. Una vez lista, salió para comenzar a preparar su desayuno. 

Sonó la alarma, siete de la mañana. La tatuada Porrim abrió sus ojos al oír el ruidoso sonido, llevando su mano para detenerla. A su lado se encontraba recostada la pequeña Vriska, se sentía enternecida cuando la miraba, esbozando una sonrisa tierna al mirarla. Su mano se posó en su mejilla, acariciándola antes de comenzar a moverla para despertarla del sueño.

- Arriba Vriska, hoy es un nuevo día. - mencionaba la mayor, mirando como lentamente la pequeña despertaba de sus sueños.

Tras un sueño reparador, la pequeña Serket finalmente abría sus ojos. Sabiendo que John Egbert, a quien ella más admiraba, se encontraba bien, esta pudo descansar tranquila. Así es como después de levantarse, Vriska acudió con la amiga de su hermana al salón-cocina de su pequeño y modesto piso. Aranea se encontraba ahí, sirviendo un par de tostadas y una taza de humeante café para su amiga y un bol de cereales para su hermana, mientras que ella se sentaba junto a la pequeña a quien con nerviosismo le quiso hablar.

- Vriska... quiero hablar contigo de algo. - mencionaba la chica de pintalabios azul oscuro y melena corta, no sabiendo como contarle a su hermana que su vida estaba a punto de cambiar.

- ¿Qué sucede...? - ella no entendía bien lo que estaba pasando, pero una mirada a la forma en la que Aranea le observaba causaba cierto nerviosismo en ella.

- Verás Vriska... a partir de hoy vamos a vivir aquí, juntas, lejos de mamá. No vamos a volver a casa, bueno lo haremos una ultima vez para que recojamos nuestras cosas... Nuestra casa ya no es un lugar seguro para ninguna de las dos. - Aranea no sabia como explicárselo, temia que la malinterpretase, que le odiase por alejarla de su madre, por cualquier cosa, pese a que ella lo que más deseaba era protegerla.

La situación de Mindfang con la mafia se volvió realmente complicada, las deudas que la mujer tenia con ellos las ponían en una posición muy difícil, una situación de riesgo. Por no mencionar que esa mujer lejos de afrontar sus responsabilidades como madre, se dio a la bebida y abandonó todo deber que pudiese tener que ejercer como figura materna. Aranea buscaba lo mejor para las dos, pues aunque ella si quería a su hermana, de alguna forma era capaz de sentir que entre ellas había una distancia. 

- Pero... ¿Seguiré yendo a la escuela? ¿Podré seguir viendo a John? - más en la cabeza de Vriska solo existía una preocupación, cambios iban a llegar a su vida, pero si podía seguir viendo a su profesor favorito ella estaría dispuesta a aceptarlos.

- ¡Por supuesto que si! ...por lo menos hasta que tengas que comenzar la primaria. - comentaba dejando salir un suspiro, la idea principal era mudarse de Alternia después de que la pequeña Vriska terminase la guardería y ella se graduase del bachillerato, todo con la intención de empezar una nueva vida lejos de su madre y la mafia con la que estaba endeudada.

- De acuerdo. - sin darle más importancia a ese tema, la pequeña Vriska continuo tomándose su tazón de cereal, ignorando por completo todo aquello que sucedía a su alrededor, después de todo ella era aún una niña.

Aranea dejó salir un largo suspiro de su boca una vez que su hermana dijo aquello, una carga menos para su pequeño corazón de futura tutora legal de la niña. Aún habían muchos temas que la pequeña Vriska ignoraba: Juicios, papeleo, burocracia. Pasaría mucho tiempo hasta que todo quedase formalizado, pero Aranea contaba con el respaldo de sus amigos y familiares de estos, razón por la cual sabia que podría hacerse cargo de todo.

Ocho de la mañana, una vez que las tres desayunaron y la pequeña Vriska se preparó para ir a la escuela, las dos mayores tomaron el vehículo de la dueña del piso para así llevar a la pequeña niña larga melena hasta la escuela donde esta tan alegremente pasaba sus días. Finalmente, a las nueve, una vez que los niños tuvieron una pequeña introducción rápida por parte del profesor guay e ironico Strider, estos se dirigieron al aula de la señorita Lalonde, quien les esperaba junto con el resto de miembros del profesorado, incluido John.

- ¡John volviste! - de entre todos los niños, la pequeña Serket fue la primera en lanzarse a recibir a su maestro favorito, quien tuvo que detenerle.

Egbert se ayudaba de un bastón para caminar, sonriendo de oreja a oreja a su alumna alborotando su pelo con la mano dejando salir una sonora carcajada. Pronto, todos los niños empezaron a reunirse alrededor de John para preguntarle por como se encontraba. Tavros el más nervioso, Karkat tan ruidoso como siempre, Terezzi manteniendo su postura de niña guay como su profesor Dave, dúo dinámico que le hacia tanta gracia al dientón. Poco a poco, todos tuvieron que ser avisados por la profesora Lalonde para que fuesen a su sitio.

- Bien niños, hoy leeremos las redacciones que os pedí al inicio de semana. Espero que hayáis hecho todos vuestros deberes, ya que todos los profesores estamos ansiosos de leer lo que habéis escrito. - tan firme como siempre, Rose miraba entre su publico algunas caras que con solo verlas supo que efectivamente no hicieron su tarea, echando un ojo a su compañera Jade Harley.

- ¡Pero no os preocupéis porque el tiempo de entrega es hasta que os toque! ¡Y convenientemente tengo yo aquí folios y lápices por si queréis "practicar" escribiendo un "guion" para vuestra "presentación! ¡Jejejeje! - la otra dientona del equipo docente sacaba un montón de folios y un paquete de lapiceros, que fue repartiendo entre los alumnos, guiñándole el ojos a esas pequeñas ovejas descarriadas para que pudiesen aprovechar la oportunidad.

Poco a poco, todos los niños fueron subiendo al estrado a hablar de sus personas favoritas en el mundo, presentaciones llenas de dulzura, inocencia y ternura, que sacaron alguna que otra carcajada a sus profesores. Equius habló con mucho entusiasmo de su caballo, que no era una persona, pero que admiraba demasiado. Kanaya se la paso adulando a la profesora Rose Lalonde, quien no pudo ni mirarla con los colores que le saco entre tanto piropo pese a ser una niña, Gamzee expresó su amor por los payasos entre mucha jerga soez que tuvo que ser corregida en varias ocasiones, Nepeta hablo de su hermana Meulin a la cual quería mucho por ser una dupla de gatas chismosas y así poco a poco todos fueron acabando, hasta que finalmente fue el turno de Vriska.

- Adelante, Vriska. Cuéntanos, de quien quieres hablar. - Rose miró fijamente a la pequeña niña, mientras que a sus espaldas, Dave y Jade se encontraban codeando a Egbert con sonrisas cómplices ante lo cual el pobre John solo podía pedirles en silencio que se detuviesen.

La pequeña Vriska Serket tomó aire, todo mientras observaba su publico, los niños le miraban con intriga, los profesores con entusiasmo, y sacando la hoja que llevaba toda la semana escribiendo aclaró su garganta antes de empezar.

- La persona que más admiro... La persona que más admiro es una persona cariñosa, atenta, simpática. Es alguien a quien le encantan las bromas malísimas, y que se pasa siempre el tiempo hablando de su película favorita. Pero a su vez, es alguien que inspira, alguien que cuando te quedas sin aliento para seguir, se convierte en una bocanada de aire fresco. Alguien que pese a no darse cuenta, ayuda más con su mera presencia de lo que imagina. Alguien a quien quiero agradecer haber conocido. Esa, esa es la persona a la que más admiro. - no pudiéndose aguantar las lagrimas, la pequeña niña tuvo que secarse la cara con la manga de su uniforme escolar, robándose el corazón de todos los adultos presentes.

John se acercó a ella, y con un pañuelo le ayudo a secarse los mocos, para luego darle un abrazo con intención de consolarla, acto seguido este le tomó de las manos mirándola con una amplia sonrisa para acto seguido decirle.

- Estoy muy seguro que esa persona también debe admirarte mucho, Vriska. - al acabar de decir aquello, la pequeña Serket se abrazó fuertemente al mayor quien con cariño correspondió a este, no pudiendo evitar reír tímidamente por la vergüenza y felicidad que sentía en esos momentos.

Fin

La persona que más admiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora