Capítulo 16.

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Trataba de escuchar la clase sin que mi cabeza explotara. La resaca esta vez fue mucho más fuerte que el día de la fiesta. Cuando por fin terminó la clase, salí lo más rápido posible para que Lydia que estaba en la misma clase que yo a esa hora, no me hiciese preguntas que no sabría contestar.

Traía una ojeras terribles escondidas debajo de maquillaje y unas gafas de sol. Cuando me había levantado esa mañana y había ido al baño, también vi los chupetones que Ian me había dejado por el cuello y en la clavícula, así que también me había maquillado por allí.

La siguiente hora me tocaba con Ian, así que podríamos hablar sobre ayer y que tal se había levantado. Pasé justo por delante del vestuario donde los chicos del equipo de rugby se cambiaban, pero había unas tiras de plástico para que la gente no entrase. La verdad, no me importaba mucho lo que les pasase al equipo de rugby, pero ver esa escena hizo que mi atención se centrase en ella.

Entré en la clase e inmediatamente miré por todos el perímetro buscándolo con la mirada entre toda la gente alborotada, que se desfogaba antes de empezar las clases. ¿Dónde mierda se había metido? No estaba por ningún lado de la clase, así que lo esperé en la puerta por si llegaba tarde como solía hacer.

Cuando sonó el timbre que daba comienzo a la hora, me fui a sentar al lado del pupitre en el que se solía sentar él, para que cuando volviese, pudiésemos hablar.

Entró el profesor y yo sonreí porque estaba segura que después de él, llegaría Ian. Pero no fue así.

El profesor cerró la puerta detrás suya y comenzó la clase. Preguntó los nombres de los chicos que faltaban y respondieron los nombres de dos personas: Ian y Jodie.

Me quedé mirando los asientos vacíos y una sensación extraña e incómoda de preocupación y de celos me inundó el pecho. No presté atención a ningún momento de la clase y traté de contactar con él o con su amiga de todos modos posibles. Les mandé mensajes, les llamé a los teléfonos móviles, les escribí por todas las redes sociales que teníamos en común y no hubo suerte con nada. Era como si se hubiesen esfumado de la faz de la Tierra.

Las demás clases pasaron muy lentas y la angustia que tenía por ese par de dos, no ayudaba al sentimiento terrible que tenía, aparte de todos esos pensamientos horribles que pasaban por mi cabeza cuando pensaba en qué les podía haber pasado.

-_____(tn).- Me llamó alguien por detrás mientras iba prácticamente corriendo a la salida del instituto.

Me giré para ver quien era, Chris estaba allí parado.

-¿Qué?- Dije lo más borde posible.

-¿Estás bien?- Preguntó preocupado. -No tienes buen aspecto.

-Teniendo en cuenta que me acosté a las seis de la mañana, que me duele la cabeza, que no encuentro a mi novio y a su mejor amiga, y que tú me estás hablando; ¿Cómo quieres que esté bien?- Le miré cabreada y volví a girarme para de nuevo, volver a andar a la salida y dejar todo atrás. Le había dejado con la palabra en la boca, y sinceramente, me daba igual; se lo merecía. Al menos le había contestado cuando tuve la oportunidad de no hacerlo.

Nada más pasar la puerta, vi mi coche aparcado y solté un suspiro mientras caminaba hasta allí. Me subí en el coche y mi padre arrancó.

-¿De verdad vas a venir todos los días a buscarme al instituto como si tuviera cinco años?- Le miré de reojo.

-Si es necesario, sí.- Giró hacia la derecha con el gran coche negro.

-¿No confías en mí?- Abrí mucho los ojos ofendida.

-¿Enserio quieres que te conteste a esa pregunta tan sencilla?- Rió un poco.

-Claro.- Estaba cada vez más cabreada.

Mi Mejor Amigo (Dylan O'Brien)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora