Capítulo 21.

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(Para este capítulo he decidido poner un villancico para meternos más en la historia. Sé que estamos en verano y los villancicos ahora no concuerdan mucho, pero es una ocasión especial jejejejeje dadle al play a la canción de multimedia cuando avise, un besito chic@s. Otra cosa aparte, os quería pedir que por favor, leáis el comentario de la escritora al final del capítulo, es importante)

Era Nochebuena. Ya sabéis, cena con la familia, una gran comilona, el muérdago... Já, me río yo del muérdago.

No había vuelto a hablar con Dylan desde que hablamos en su casa aquel día, no me dirigía la palabra ni yo a él, ¿para qué hacerlo si no teníamos ningún motivo para hablarnos? Le había hecho daño, eso lo sabía aunque él me dijese que estaba bien o que no le molestaba. La había vuelto a cagar con él y de nuevo estábamos como al principio de irme a Denver.

Me vestí con un jersey de lana gris con dibujos de copos de nieve en blanco, una falda negra y unas medias del mismo color. Me coloque unos tacones grises para terminar el look y me maquillé porque supuse que mis familiares ya habían llegado a la casa de mis abuelos. Antes de salir de mi habitación me perfumé bien y luego de esto, bajé a la planta de abajo.

Cuando llegué al salón mis padres, abuelos, mis tíos y mis tres primos estaban allí.

-¡(tn)____!- Corrió Agnes, mi prima pequeña hacia mí para abrazarme.

-¡Agnes!, ¿qué tal todo pequeñaja?- Acaricié su pelo.

-Muy bien.- Sonrió dejando ver su dentadura incompleta debido a que algunos de sus dientes se habían caído. -Estás muy guapa prima.- Acarició mi falda.

-Gracias cielo, tú también estás guapísima.- Sonreí tiernamente.

Agnes era demasiado adorable. Era una niña encantadora, tenía un corazón enorme y siempre estaba de buen humor. Era cariñosa con todo el mundo, y a todo el mundo caía bien.

Saludé a mis demás parientes que me preguntaron qué tal me estaban yendo las cosas en Denver; ya sabéis, las típicas preguntas que se hacen en las reuniones familiares, a las cuales contesté sin mucho ánimo, porque para que engañarnos, los estaba pasando mal por lo que había ocurrido hacía un par de días en casa de mi mejor amigo con él. No me preguntaron nada sobre el tema del novio, así que ¿para qué iba a contarlo?

Mi abuela, que era por parte de mi padrastro, salió de la cocina con una bandeja llena de tazas, por lo que me acerqué para ayudarla. Cogí la bandeja y miré dentro de las tazas, estaban llenas de ponche de huevo, una bebida típica en la época navideña en mi familia. Me acerqué a mis familiares y repartí los recipientes con el líquido entre todos para luego coger mi taza y beber. Esa mezcla de ingredientes tenía un sabor dulce y caliente, estaba realmente delicioso; mi abuela era una gran cocinera y una gran mujer; amiga de sus amigos, cariñosa y llena de amor que siempre que podía repartía entre todos. Conocía a todas las personas del vecindario y la gente siempre hablaba maravillas de ella; sinceramente, la admiraba muchísimo.

Ella, mi padre y mi tía se metieron en la cocina para terminar de preparar la cena mientras todos charlábamos animosamente en el salón. Estaba entretenida jugando con Agnes, Dennis y Laya; mis tres primos. Agnes era la más pequeña de los cuatro que éramos y hermana de Laya, que tenía doce años. Y luego estaba Dennis, que tenía la misma edad que yo, dieciséis años.

Nos llamaron para que fuéramos poniendo la mesa, así que me levanté del sillón acompañada por Dennis y Laya y fuimos a la cocina a coger los cubiertos y platos y entre los tres los llevamos a la gran mesa del salón, que se encontraba bastante cerca de la chimenea. Colocamos los platos delante de cada silla y luego a cada lado de estos, un cuchillo y un tenedor. Nuevamente, me dirigí a la cocina para coger las copas y colocarlas en la mesa.

Mi Mejor Amigo (Dylan O'Brien)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora