FIRE EYES || REBORN [BNHA]

CAPITULO 25

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OBSESIÓN

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El aire estaba cargado de vítores y emoción cuando el equipo de Midoriya fue anunciado como el ganador de la segunda competencia, tras haber conseguido la banda de diez millones de puntos. La multitud rugió con aplausos cuando fueron declarados victoriosos, celebrando su triunfo estratégico en el juego: -Ahora tendremos una hora para almorzar antes de los eventos de la tarde- dijo Present Mic.

Los equipos, incluido el equipo victorioso de Midoriya, se dirigieron a la salida del campo, charlando animadamente sobre la competencia y el merecido descanso que les esperaba.

Sin embargo, Leonardo se detuvo y giró un poco la cabeza cuando notó que Aoyama se había arrodillado en el suelo, agarrando su estómago con evidente incomodidad y dolor. Su rostro estaba pálido y sudoroso, y era bastante claro que algo no estaba bien. Aun no sabía cómo ese chico también pudo clasificar en el último lugar en la primera competencia. Con su rostro manteniendo la apariencia fría y despreocupada, se acercó a Aoyama, quien aún estaba en el suelo. Su voz fue firme mientras formulaba la pregunta: - Hey, ¿todo bien? ¿Necesitas ayuda?

Aoyama levantó la cabeza para mirar a Leonardo mientras se acercaba, con una expresión tímida pero dolorida en su rostro mientras se agarraba el estómago. Trató de mantener su compostura habitual, pero estaba claro que se sentía incómodo. Su rostro estaba pálido y sudoroso, y parecía que estaba tratando de contener un poco el dolor: -Hum... sí, estoy bien. Solo un pequeño dolor de estómago- respondió, soltando una risita nerviosa y desestimando la preocupación. Aun así, su lenguaje corporal decía lo contrario

Soltó un suspiro ligeramente fastidiado al ver el estado de Aoyama. Sin embargo, mantuvo su expresión fría bajo control mientras pasaba el brazo del rubio por su hombro, dándole apoyo para caminar. Su voz fue firme y directa al decir: - Vayamos a la enfermería. Todavía queda tiempo para la siguiente etapa.

Hizo una mueca de dolor cuando Leonardo lo ayudó a ponerse de pie, con la mano todavía agarrando su estómago. Al principio parecía reacio, sintiéndose avergonzado por necesitar ayuda, pero finalmente se resignó: -Supongo que tienes razón- murmuró, su rostro se tiñó de rosa por la vergüenza. Con el apoyo de Leonardo, comenzó a caminar hacia la enfermería, sus pasos lentos y cautelosos.