Capítulo 4: Escape

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Media noche. Es la hora que puedo deducir por la oscuridad que llena la habitación, una oscuridad agobiante, como si se tragara todo mi ser. Intento levantarme de la cama, pero es como si miles de pequeñas extremidades me arrastraran hacia ella, como si no quisieran que me moviera ni un centímetro. Mi cuerpo se siente pesado, al igual que mis párpados, y lentamente empiezo a adormecerme hasta el punto de dejar de sentir mi cuerpo por completo.

Con el poco esfuerzo que logro reunir para incorporarme, intento balancearme para salir de la cama, hasta que finalmente caigo al piso. Mi cabeza golpea el suelo con fuerza, haciéndome perder la conciencia por un momento y privándome de escuchar el posible alboroto que pude haber causado.

Al abrir los ojos nuevamente, me percato de que la pesadez ha desaparecido. Sin embargo, esa sensación inquietante de que algo me retiene aún persiste. Decido levantarme, ignorando el golpe y el ruido, y empiezo a caminar con sigilo, intentando generar el menor ruido posible. Pronto me doy cuenta de que las proporciones de la habitación parecen haberse estirado, como si el espacio se hubiera alargado sin fin. La puerta, que antes parecía tan cercana, ahora se siente lejana, y mis nervios comienzan a incrementar poco a poco.

La oscuridad me abruma cada vez más, hasta que siento algo frío y sólido agarrar mi pierna. La adrenalina recorre todo mi cuerpo, y, con un esfuerzo desesperado, muevo la pierna que la oscuridad ha atrapado. A pesar de la resistencia que ejerce, consigo liberarme, aunque no sin sentir el dolor punzante de los cortes que me ha dejado. Las gotas de sangre resbalan por mi pierna y caen al suelo, mientras mi corazón late al compás frenético de mis pasos.

La habitación, que antes se sentía extensa, ahora parece interminable. La adrenalina comienza a desvanecerse, y el dolor en mi pierna se vuelve más intenso, obligándome a cojear. Justo cuando me siento más perdido, a lo lejos vislumbro un rayo de luz lunar que se filtra por la puerta, iluminando el interior de la habitación.

La oscuridad que me rodea se agita, como si estuviera decidida a darme un fin definitivo. Siento su peso sobre mis hombros y mi cintura, sincronizándose con la velocidad a la que corro. Mi cuerpo se enfría lentamente, pero mi corazón sigue latiendo con fuerza y mis piernas, a duras penas, siguen moviéndose. Al fin, mis pies tocan la luz, y el agotamiento de mi cuerpo y mente se hacen presentes. No logro dar un paso más y caigo al suelo, arrastrado por la inercia de mi carrera, logrando atravesar la puerta por completo.

Con esfuerzo, me levanto apoyándome en mis brazos y observo cómo la oscuridad, ahora contenida por la luz lunar, intenta alcanzarme. Se agita como una nube negra que revolotea alrededor de la luz, buscando cualquier resquicio para atraparme una vez más.

Aun no puedo sentir la calma debido a que la estructura de la cabaña cambió, la ventana que deja entrar la luz de la luna no estaba en ese lugar y las habitaciones que antes tenían un cartel en blanco ahora ese mismo cartel tiene escritos ilegibles por un líquido rojo que cubre gran parte de la palabra, la oscuridad no me deja ver más allá, decido ponerme en marcha tratando de no pisar las tablas sueltas del suelo.

Mis pasos son cautelosos y tratando de anticipar cualquier movimiento evitando hacer ruido, pero mi memoria es algo frágil y no puedo recordad con exactitud cual eran exactamente, mientras voy caminando me doy cuenta que el pasillo cada vez se hace más estrecho, la quietud del aire aumenta la tensión que tengo ahora mismo al dar cada paso, cada paso que hacia un mínimo sonido de mi pie descalzo despegándose del suelo para dar el siguiente paso, la sangre que escurre por mi pierna gotea incesantemente hasta caer el suelo que lentamente atraviesa los tablones de madera, aunque cojeé aun tengo la esperanza de poder salir de aquí.

Me acerco un poco para observar las puertas de las habitaciones. Los carteles están manchados de sangre, y esta sigue goteando lentamente. Trato de limpiar la sangre para poder leer el cartel con claridad, pero, al hacer contacto con mi mano, comienzo a escuchar ruidos, gritos desgarradores de alguien: "¡No tienes por qué hacer esto! — se escucha con claridad antes de que una estática interrumpa las palabras — Nosotros tenemos una vida feliz aquí, ¡no te hemos hecho nada para que nos hagas esto!". Seguido de eso, se oye un estruendo, un golpe seco contra el suelo y el sonido de alguien siendo arrastrado mientras ruega por su vida.

Esos ruidos me producen una intensa molestia, como si una presión insoportable se formara en mi cabeza. Cada grito se intensifica, más y más sufrimiento de una persona desconocida. No puedo soportarlo, pero tampoco puedo detenerme. Si me quedo aquí, Avic podría salir de su habitación y encontrarme. No puedo permitirme fallar ahora, así que salgo corriendo, intentando escapar de lo que invade mi mente. Sin embargo, las voces continúan persiguiéndome. Las paredes, estrechas y opresivas, comienzan a secretar sangre. Estoy a punto de llegar al final del pasillo cuando los gritos y los estímulos se vuelven tan abrumadores que cierro los ojos, tratando de soportarlo todo.

Finalmente, llego a la escalera. Voy tan rápido que no puedo detenerme y caigo por ella, dando varias vueltas antes de golpear el suelo al final de la caída.

Abro los ojos y me doy cuenta de que estoy justo frente a la puerta de mi habitación. Las luces que entran por la ventana iluminan el pasillo. Parece ser de mañana, y por un momento, se siente una calma inusual, que se rompe abruptamente por el golpe que emana de una de las habitaciones. Un hombre sin camisa sale de esa habitación arrastrando a otra persona. "Por favor, sé que nunca te lo dije, pero perdóname. No tenemos que llegar a esto...". La estática vuelve a distorsionar las palabras, pero sin darme cuenta, me levanto y empiezo a seguirlos. El hombre que es arrastrado continúa gritando inútilmente por ayuda mientras lo llevan hacia las escaleras. Finalmente, llegan a la puerta del sótano, que está abierta.

El hombre que lo arrastra, sin mirar atrás en ningún momento, finalmente se gira antes de cerrar la puerta. Me mira directamente y sonríe, mostrando una inquietante sonrisa de diente a diente antes de cerrar la puerta bruscamente. Despierto con ese rostro aún presente en mi mente.

Me levanto y los ruidos siguen ahí. Los gritos de sufrimiento continúan llenando mi cabeza. Abro los ojos y me doy cuenta de que estoy frente a la puerta principal de la casa. Inmediatamente me siento en el suelo, en posición fetal, y cierro los ojos. La desesperación de no poder hacer nada me consume, y los gritos, cada vez más intensos, hacen que sienta como si mi cabeza fuera a explotar. Intento concentrarme, poner mi mente en blanco, pero el esfuerzo parece inútil. De repente, una pequeña voz empieza a susurrarme: "Todo esto no es real, no puede hacerte daño". Esa frase da vueltas en mi cabeza, y trato de repetírmela. Mi cuerpo tiembla, mis sentidos están alterados, y puedo escuchar los latidos acelerados de mi corazón. Mi voz mental repite agitadamente la frase mientras el susurro se mantiene tranquilo y sutil, abrazando mi mente. Poco a poco, logro calmarme, repitiendo la frase cada vez más lento. Mi respiración y mis latidos vuelven a la normalidad, y empiezo a sentir la calma mientras los ruidos se disipan.

Abro los ojos y me doy cuenta de que parte del entorno se ha vuelto una superficie completamente blanca y brillante, que emite una luz que parece incapaz de escapar al resto de la casa. Me levanto y noto que la superficie blanca ha borrado la puerta y parte de las escaleras. No logro comprender qué sucedió mientras mantenía los ojos cerrados, pero sé que no puedo perder más tiempo. Camino hacia la puerta del sótano, y ahí está. Los mismos sentimientos de miedo y tensión regresan, como si fuera la primera vez que la veía. El aire que se escurre por los bordes de la puerta parece susurrarme, llamándome suavemente. El sentimiento se intensifica cuando la puerta se abre por sí misma, como si me invitara a entrar, revelando una escalera descendente hacia la oscuridad.

Justo cuando estoy a punto de dar el primer paso, siento una mano en mi hombro que hiela toda mi sangre.

"Querido amigo, ¿no se supone que te quedarías conmigo? — dice Avic, apretando mi otro hombro con fuerza — Solo estoy tratando de protegerte. Yo, más que nadie, sé lo que realmente deseas".

La presión en mis hombros se vuelve insoportable, y sé que no puedo permitirme quedarme aquí. Mi mente actúa por instinto: "Tengo que alejarlo de mí". Giro rápidamente y le doy un fuerte codazo en el costado. Avic me suelta, y veo con asombro cómo la habitación parece estirarse, alejándolo de mí. No tengo tiempo para procesar lo que acaba de suceder. Corro directamente hacia el sótano y cierro la puerta con fuerza, esperando que eso le cause al menos un problema para seguirme.

Mientras bajo las escaleras a toda prisa, escucho los forcejeos de Avic en la puerta, lo que me da una breve sensación de calma, aunque no puedo permitirme bajar la velocidad.

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⏰ Última actualización: Oct 01 ⏰

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