Isabella Cortez ha vivido toda su vida en
Washington Heights, con un sueño inquebrantable: escapar del barrio y convertirse en una cantante reconocida. A pesar de trabajar en el salón de belleza de su tía Daniela, la vida en el barrio no ha sido fá...
ERAN LAS OCHO DE LA NOCHE EN WASHINGTON HEIGHTS. Isabella Cortez se preparaba para su primera presentación oficial como cantante. Ella había decidido alejarse un poco del bullicio de la gente para tener un pequeño respiro y desprenderse un poco de los nervios. Estaba recostada en una de las paredes del callejón, mientras fumaba un cigarrillo.
Sin embargo, su tranquilidad se vio interrumpida en cuanto notó que un auto de lujo se estacionaba cerca de donde estaba ella. De ahí vio como se bajaba una mujer, mientras que un hombre se quedaba dentro del vehículo, ella conocía de quienes se trataban ambos a la perfección. Una presión se formó en su pecho cuando vio que la mujer se acercaba a ella.
—Que bonita estás— Dijo la mujer mientras caminaba a su dirección.
—¿Qué hacen ustedes aquí?— Preguntó Isabella, viéndola con desconfianza.
—¿Qué pasa, mija? Te vinimos a apoyar—Contestó. —Tenemos que ver tu debut como "artista"— Dijo con sarcasmo, burlándose de la chica.
Un silencio se hizo entre las dos, Isabella arrojó su cigarillo y justo cuando iba retirarse, escuchó como la mujer volvía a hablar. -Te veo al rato, corazón. Rómpete una pierna.- Le comentó mientras se dirigía de nuevo dentro del vehículo.
Tan pronto como vio que el auto se alejaba de ella, Isa soltó el aire que llevaba conteniendo, mientras caminaba a paso rápido de regreso a el pequeño evento que se celebraba en Washington Heights.
Gabriela y José Castello no eran personas de fiar, e Isabella sabía eso a la perfección. Ella había trabajado con ellos durante los últimos tres años con un solo propósito: Salir del barrio. Pero ella sabía que para hacer eso necesitaba una entrada de dinero fácil, por lo que su novio, Antonio, no dudó en ponerla en contacto con la pareja. Isabella fue sacada de sus pensamientos en cuanto vio a su tía, Daniela.
—Mija, ¿Qué tienes?— Preguntó.
Isabella la abrazo de inmediato, buscando consuelo en sus brazos.
—No es nada, tía. Solo estoy nerviosa— Le contestó.
—Ay mi niña, todo va a salir bien. Despégate ese miedo muchacha— Le dijo la mujer, mientras acomodaba un poco el cabello de su sobrina. Su expresión cambió a una de preocupación en cuanto notó que el no solo su cabello estaba un poco desarreglado, sino que también su maquillaje.
