Miro de reojo el pequeño departamento, era sobrio, lindo y con una buena vista a la ciudad. Apto para mí y mis necesidades, un punto intermedio entre lo que toleraba y lo que no.
Note como él dejaba unas maletas en el sillón con cuidado. Retrocedí por inercia al notar como se acercaba a mí.
—¿Vas a vivir aquí?
El castaño negó, comprendiendo la situación.
—Tu vivirás aquí y me tome el atrevimiento de comprarte ropa decente. Admito que me gusta verte con los cabellos alborotados y esa ropa de reclusa, pero no es apta para un mundo lleno de prejuicios y mentiras volátiles.
Lo veo fijamente.
—Eres extraño.
—Yo diría que encantador.
—Repito, extraño.
Se encoje de hombros.
—Te recomiendo que confíes en mí, lovka.
—La última vez que confié en alguien terminé encerrada, sin un juicio y obligada a pagar un crimen que no cometí.
Él se ríe con cierta elegancia, acción que me molesta.
—¿Qué es lo gracioso?
—No me rio por tu fatalidad—explica con calma—, créeme que me molesta el hecho de que te sucediera eso. Sin embargo, me rio porque acabas de compararme con esa escoria y... no me gusta que me comparen. No vuelvas a hacerlo.
Asiento, comprendiendo que su ego acaba de ser herido. Quiero burlarme, pero no puedo.
Lástima.
—Sigo pensando que eres extraño.
Niega, pero toma mi mano y me acerca a las maletas, instando a que las abra.
—Espero que esta no sea una maleta de ropa interior. No me importa que me mates, pero juro que intentare lastimarte.
Una risa grave inunda la sala, hasta podría decir que es verdadera.
—Es lindo saber que entiendes que no me ganarás, pero respeto tu intimidad y todos eso se encargara otra persona, tampoco soy un pervertido. Esa clase de personas se encuentran en mi lista negra.
Entrecierro los ojos, dudando, pero al final abro la maleta. Vestidos, pantalones y abrigos de colores oscuros y uno que otros colores pastel me reciben. Suelto el aire que estaba conteniendo.
—Gracias.
—¿Solo gracias? Un beso me hubiera gustado más.
Lo observe un momento.
—Blackers, ¿A que juegas?
—¿Yo? —dice indignado, pero su rostro adquiere una seriedad inusual al instante—. Solo te pruebo y analizo como reaccionas, pero eres como un tempano de hielo, por lo que no eres una amenaza.
—No me agradas.
—Pero tú a mí sí.
Sus ojos azules brillan y miran alrededor como si buscara algo, pero al final saca una cajita de su abrigo.
—¿Te quieres casar conmigo?
Por inercia le lanzo un zapato, pero alcanza a tomarlo antes de que llegue a su cara.
Maldición.
—Estoy pensando seriamente en vivir bajo un puente.
Casimir se ríe, deja el zapato en el sillón y me extiende la caja del celular. Lo tomo con recelo. Detesto estos juegos y su amabilidad más falsa que la liposucción de mi tía Romí.
Eso si fue un buen día.
—Elige uno—dice él, sacándome de mi travesía de recuerdos, mientras me extiende un pequeño paquete de sobres.
No lo pienso, tomo uno de ellos sin mucha importancia.
—Excelente decisión—apremia—. Dentro de dicho sobre se encuentran tus documentos y tu nuevo nombre.
Dejo el móvil de lado y me centro en los documentos. Toda identificación, actas y demás documentos estaban a nombre de Avilen Rovka.
Y por muy extraño que pareciese, me gustaba el nombre. Esta era la nueva persona que seria de ahora en adelante.
Sonrió sin poder evitarlo. Una de las primeras sonrisas después de estar tanto tiempo hundida en ese pozo oscuro llamado olvido.
—Gracias, Casimir.
Su sonrisa se trunca, sorprendido.
—Es la primera vez que me llamas por mi nombre y eso es peligroso.
Frunzo el ceño sin entender.
—¿Por qué?
—Te marcharas tarde o temprano y me abandonaras—murmura apartando un mechón de mi cabello de la frente—. Todos lo hacen.
—No es como si me enamorara de ti, Blackers. Agradezco tu ayuda, pero ambos sabemos que nada de lo que das es sin recibir nada a cambio.
—En realidad... no hablaba de ti, pero agradezco tu fría sinceridad.
Niego sin poder evitarlo.
—Y yo tu cantidad interminable de mentiras. Ahora si me disculpas, me ira a duchar.
—¿Te acompaño?
Le enseño el dedo de en medio.
Su risa es lo único que escucho antes de encerrarme en el baño y enfrentarme a otra realidad.
El maldito espejo.
Espero y lo hayan disfrutado.
Chau Velalovers.
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Efecto Casimir
Mistério / SuspenseDespiadado, dulce, frio y con un extraño sentido del humor, así se definía él. Casimir no era un problema, pero si el principal detonante de uno mucho más oscuro. Confiar en él sería un pecado, pero olvidarlo sería una sentencia. Ella lo sabía y no...