parte 13

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No se había dado cuenta de cuánto tiempo había pasado hasta que la voz de su amigo lo hizo tomar conciencia, resonando desde las calles bajo su ventana.

—¡Taehyung! —la llamada era urgente, con una pizca de ansiedad y preocupación.

Secándose las lágrimas rápidamente, Taehyung miró por la ventana, dándose cuenta de que el sol ya casi se ocultaba en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y violetas. ¿Había estado ahí tanto tiempo? Con movimientos torpes y apresurados, tomó sus cosas y salió de su habitación.

Edan lo vio salir, y en cuanto sus miradas se cruzaron, no pudo evitar fruncir el ceño, su preocupación evidente.

—Oye... ¿qué pasó? —preguntó, acercándose a él con pasos cautelosos, como si temiera que Taehyung fuera a desmoronarse en cualquier momento.

Taehyung se llevó una mano al rostro, palpando su propia piel como si no estuviera seguro de si todo aquello era real. ¿Se había quedado dormido? Todo se sentía tan difuso, como si estuviera flotando en una neblina de emociones reprimidas.

—Por Dios, mira tus ojos —dijo Edan, con un tono de preocupación —. ¿Acaso lloraste?

Taehyung asintió levemente, aunque ni siquiera estaba seguro de por qué había llorado. Sus emociones parecían enredadas, como un hilo demasiado fino para deshacer.

—Vamos al auto —murmuró, sin energía ni ganas de explicarse. Todo lo que quería era moverse, escapar, aunque no supiera exactamente de qué.

Edan no dijo más; comprendía que ahora no era el momento de hacer preguntas. Se dirigieron al coche y, sin una palabra, Edan se sentó frente al volante.

—Será mejor que yo conduzca —dijo, echándole una rápida mirada a Taehyung, quien no ofreció resistencia alguna. Se hundió en el asiento del copiloto, con la cabeza apoyada en el vidrio, mirando hacia un vacío más allá del paisaje que comenzaba a oscurecerse.

El coche arrancó, y las primeras horas del viaje transcurrieron en un silencio denso. El ambiente estaba cargado, incómodo, como si las palabras que ninguno de los dos se atrevía a decir se acumularan en el aire, flotando entre ellos.

A medida que la noche se deslizaba por las ventanillas, Edan no dejaba de lanzar miradas rápidas hacia su amigo. Había algo roto en Taehyung que no lograba descifrar, pero no quería presionar. No todavía.

Los faros del coche iluminaron el camino, mientras el cielo estrellado se desplegaba como un manto sobre ellos, cada vez más oscuro y profundo, como las emociones que Taehyung intentaba ocultar.

Durante las primeras horas de su regreso, Edan percibió los suaves sollozos de Taehyung, quien no apartaba la vista de la ventana. Aunque Taehyung no parecía dispuesto a hablar, su amigo no pudo ignorar la tristeza que lo envolvía.

No había regresado cómo lo esperaba, con jungkook, y se veía más vacío que nunca. Edan sentía la necesidad de entender lo que había ocurrido, así que se atrevió a preguntar con delicadeza.

—¿Taehyung? —murmuró, su voz suave voz.

Taehyung, visiblemente afectado, se secó las lágrimas y sonó su nariz antes de responder.

—¿S-si? —contestó con la voz rota.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Edan, buscando con su mirada algún indicio de mejora mientras conducía.

—Nada bien... —murmuró Taehyung, mientras otra lágrima se deslizaba por su mejilla.

Edan vaciló por un momento, dudando si debía profundizar en lo que había sucedido. Sin embargo, como su amigo, sentía que era su deber brindarle apoyo. Taehyung parecía más destrozado que nunca, incluso más que cuando lo habían rescatado de las calles.
—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó con la mayor delicadeza posible, temiendo herir más su ya frágil estado emocional.

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⏰ Última actualización: Oct 01 ⏰

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