༻*ੈun nuevo día༺

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Era una mañana preciosa Suguru se había levantado junto a Kumo, su fiel amigo el panda, cuyos pasos pesados resonaban suavemente en la torre que llamaban hogar. Como todos los días, Suguru se encargó de limpiar la torre con dedicación, moviéndose con la agilidad de alguien acostumbrado a las mismas rutinas. Las ventanas abiertas dejaban entrar una brisa fresca que agitaba las cortinas y el olor a bosque llenaba el aire.

Mientras barría el suelo de piedra, su mirada se perdía en el horizonte. A pesar de la tranquilidad del lugar, había una extraña sensación en el aire, una que lo inquietaba. Kumo, como si leyera sus pensamientos, dejó escapar un suave gruñido y se acercó a el .


-¿Lo sientes también, amigo? -preguntó Suguru, con la mirada aún perdida-

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-¿Lo sientes también, amigo? -preguntó Suguru, con la mirada aún perdida-. Algo está por suceder.

El panda asintió con un movimiento lento de su cabeza, sus ojos negros y sabios siempre alerta.

Después de terminar de limpiar, Suguru dejó la escoba en su rincón habitual y estiró los brazos. La torre, siempre impecable, se sentía como un segundo hogar, o quizás el único que realmente conocía. No había salido nunca de allí.

-¡Bien, Kumo! -exclamó, girando hacia su fiel compañero-. ¡Hora de jugar!

El panda, que ya estaba preparado, sacó su gran bola de trapo, un juguete improvisado que ambos habían fabricado a partir de pedazos de tela y cuerdas viejas de la torre. No necesitaban mucho más que eso para divertirse.

Suguru lazo a Kumo la bola,Kumo intentaba tomarlo torpemente, mientras Suguru, más ágil, saltaba de un lado a otro, riendo.

-¡A ver si puedes atraparlo Kumo! -gritó, desafiándolo mientras lanzaba la bola .

El panda gruñó suavemente, emocionado, y persiguió la bola rodando por el suelo de piedra, sus grandes patas resonando en el eco del salón. En algún momento, Kumo perdió de vista la bola y la buscó frenéticamente bajo una mesa llena de libros desordenados, mientras Suguru se doblaba de la risa.

-¡Por aquí, grandullón! -Suguru la lanzó nuevamente.

-No sé cómo sería allá afuera, Kumo -dijo Suguru, mirando por una de las ventanas-quiero salir- dijo el joven

Se sentó junto a su amigo, apoyando su cabeza en el cálido pelaje de Kumo.

Después de jugar con Kumo y disfrutar de ese momento de alegría, Suguru con un suspiro tranquilo, decidió continuar con su rutina diaria. Se levantó y caminó hacia las estanterías llenas de libros,donde descansaban los mismos volúmenes que había leído incontables veces.

El sonido de las páginas al pasar era como un viejo amigo, y aunque conocía cada historia al detalle, no se cansaba de releerlas. Los libros eran su única conexión con el mundo exterior, un mundo del cual solo sabía lo que aquellos antiguos textos le contaban

Enredados Secretos del Pasado (Suguru Geto) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora