— ¿Sabaody? — repitió lentamente. Sus compañeros se miraron entre ellos, cada vez más preocupados.
— Sí. Salimos hace unos días de allí, también pasamos por Fishman Island, ¿no te acuerdas? — dijo Luffy. Sanji se quedó en silencio. Cada vez estaba más confundido con la conversación. No había pisado Sabaody desde hacía meses, ninguno de ellos en realidad. Se supone que lo que dejaron atrás fue Wano, es más, aún tenía en el paladar el recuerdo del exquisito sabor del umeshu que repartieron en el banquete de despedida.
— Parece que no lo recuerda. Eso es nuevo para un resfriado. — respondió Robin antes de extenderle una mano para que se pusiera en pie.
— Quizás se deba a la hemorragia que tuvo cuando las sirenas se despidieron de nosotros. — escuchó hablar por primera vez al marimo. Dirigió su molesta mirada hasta él, solo para soltar algún comentario mordaz, pero entonces reparó en que no solo la situación en sí era rara. Sus compañeros se veían algo distintos. Es decir, eran iguales pero todavía había algo raro en ellos.
Eran pequeños detalles que no mucha gente hubiera diferenciado, pero Sanji sí. E aquí un ejemplo; nunca tocó el pecho de alguna de las mujeres del barco (una lástima), pero estaba convencido con solo mirar que tanto Nami como Robin pasaban de una talla D. En cambio ahora se veían algo... pequeñas. Apenas una talla B en el caso de Nami.
Y quizás la diferencia más grande estaba en el tonto espadachín. Sanji estaba de pie no muy lejos de él, y si comparaba sus estaturas, ¿la diferencia debía ser de unos diez centímetros? El idiota no podía pegar un estirón tardío de la adolescencia de un día para el otro, ¿no? Porque jodida mierda, estaba seguro de que el día de ayer apenas se llevaban un centímetro o dos, no más.
— Oh, sí. La hemorragia debe haber provocado una leve anemia. — concluyó Chopper. — Es mejor que vayas a descansar a la enfermería, prepararé un suero.
El resto asintió en silencio, totalmente de acuerdo con el veredicto del pequeño reno.
Mientras, Sanji siguió en silencio. Sentía que si trataba de contradecir a alguno de ellos iba ser tomado como un loco. Lo que sea que estaba ocurriendo, era mejor si tomaba algo de tiempo a solas y pensaba en lo que debía hacer a continuación.
— Parece conmocionado. — Nami lo señaló. Justo iba a decirle que estaba bien cuando la pelinaranja golpeó el hombro del ahora "grandote" marimo. — Ayúdale.
Zoro bufó con irritación, pero lejos de lo que pensaba Sanji que haría, caminó hasta él para ofrecerle su brazo como apoyo.
Bien. Esto debía ser mucho más sorprendente que la reducción de pecho de las mujeres. El Zoro de ayer se hubiera carcajeado de risa por tener que ayudar a Sanji solo porque tenía una ligera anemia. Es más, los dos hubieran reído hasta caerse de trasero. Ninguno de ellos se enfermaba así que era raro que alguno estuviera débil, pero incluso si caían gravemente heridos durante las batallas, rara vez se ayudaban de tan buena gana. Ambos eran orgullosos y bastante competitivos, ya tenían que estar al límite de su energía como para depender del otro.
Zoro volvió a señalar su brazo, insistiendo en que aceptara la ayuda. De nuevo, un dejo de reconocimiento llegó a su mente. Era inquietante lo mucho que estas escenas le recordaban a algo, pero no sabía a qué.
Como sea, ignoró el brazo del peliverde pero todavía se apoyó en su hombro. Solo para molestar dejó que el peso de su cuerpo recayera a su lado. El moreno solo rechistó de nuevo y lo llevó hasta la enfermería, donde casi lo arrojó de un empujón a la camilla.
— No te muevas de aquí, cejillas. Si quieres duerme, ya veremos quien cocina esta noche.
El rubio puso los ojos en blanco antes de hacer un ruidito de confirmación. Después, Zoro se marchó y entonces se permitió enloquecer un poco.
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Cómo sobrevivir en un BL (ZOSAN +18)
FanfictionSanji casi grita cuando descubre un libro homo-erótico en la colección de Robin. Y más allá de lo sorprendente de los gustos de la pelinegra, el contenido fue lo que casi hace que se desmayara. Era una historia de ficción entre Roronoa Zoro y él. Am...