Una noche lluviosa fue donde nació los gemelos targaryen, Rhaegar y Aegon, donde entre ambos hermanos surge un amor incondicional, pero al ser dos alfas hay problemas, al poco tiempo Aemond nace y forma parte del amorío, LOS CONQUISTADORES -
Después de un profundo sueño se levantó por los llamados de su hermanos, quienes estaban algo preocupados.
—Rhaegar... Debemos esperar al maestre, no me siento bien... —Aegon dijo mirando al mayor con preocupación, casi nunca se enfermaba por algo.
—Quiero vomitar.. —Aemond susurro con incomodidad ante el sentimiento del vómito acumulado en su garganta.
—¿Ya lo llamaron?—Rhaegar pregunto mientras se acomodaba en la cama.
—Si... ¿Que crees que sea?—Aegon pregunto tomando su mano.
—Nada grave... De eso estoy seguro—Rhaegar dijo con tranquilidad por fuera, pero en el fondo estaba demasiado preocupado por el estado de sus hermanos y próximamente esposos.
Su conversación fue interrumpida por llamado en la puerta.
—El gran Maestre, mi príncipe—El caballero dijo para después retirarse del la habitación.
—Mis príncipes, ¿Cual es el problema?—Pregunto un tanto nervioso, nunca fue llamado por ellos y le resultaba un poco incómodo no tener una buena comunicación con ellos, ademas por la situación.
—Quiero vomitar... Tengo sueño..—Aemond rompió el silencio con un bostezo.
—Tengo hambre pero a la vez no quiero comer.. Ahora tengo hambre —Aegon dijo mientras se sentaba en una mesa donde se encontraba la torta de limon a medio terminar.
–Déjenme revisarles..—El maestre se acercó a los menores y poniendo sus manos en ellos para poder concluir con el resultado.
Rhaegar observó con atención los movimientos del maestre, al igual que su expresión que cambiaba de la tranquilidad a una nerviosa y ala vez de felicidad.
El maestre se alejo de los principes menores quedando en medio de la habitación.
—Felicidades mis príncipes.. Los Dioses los an bendecidos con el embarazo de ambos.. —Dijo con una sonrisa mientras bajaba la cabeza.
Aegon y Aemond dejaron de comer, se miraron entre sí, Rhaegar sintiendo un balde de agua fría recorrer su cuerpo. Solo faltaban una luna para su boda, en que lío se había metido.
