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Boing, boing, boing. Las pelotas de básquet notan en el suelo y contra las paredes. De vez en cuando aciertan en el aro con un estruendo.

Bajo la escalera de la grada del polideportivo. El vaso de cartón con café hirviendo cogido. Me siento y saludo con la cabeza a algunas caras conocidas, pero luego me dedico a mirar el móvil para no tener que conversar. He ido al trabajo toda la semana, he escuchado a mis pacientes, he hecho la compra, cocinado, lavado la ropa. He participado en el falso juego de que todo está como siempre. Pero no he podido pensar en nada más que en Isabel. Pienso en ella constantemente.

Saco mi diario del bolso, lo apoyo en las rodillas. De adolescente escribía en el diario casi cada día, este fue el último.

Obviamente, hay reflexiones sobre lo que quería hacer con mi vida, pensamientos de una adolescente, planes y sueños. Quería ser modista, o quizá, diseñadora o decoradora. Quería hacerlo todo.

El invierno de 1992 nos paseábamos ( el que es mi marido ahora) con su Impala rojo, disfrutábamos de la vida y no teníamos ni idea de lo que estaba por venir. Y los dos queríamos tener un bebé.

Escribir sobre el embarazo, sobre la expectación y el miedo. Sobre las miradas que recibíamos de nuestro entorno. Éramos dos adolescentes que esperaban un hijo y no a todo el mundo le parecía tan fantástico como a nosotros.

Me había esperado sentir más cosas al leerlo. Que cada palabra me azotara, que me provocara alegría y risa, o tristeza y lágrimas. Siendo sincera, no recuerdo casi nada de todo lo que puse por escrito. Es como si un conocido lejano me contara sus memorias.

Diferentes vidas.
¿Es ahora cuando colisionan? ¿Que hará eso conmigo? ¿Con mi familia? Tiene que tratarse de una coincidencia. Tienen que ser imaginaciones mias. Ya he dedico demasiado tiempo a desear y creer. Ya no puedo con más angustia y espera sin sentido. Nada puede cambiar lo que ha pasado. El tiempo que he perdido no lo volveré a recuperar.

29 DE JULIO DE 1993

¡Ya soy mamá! Hoy Alice cumple una semana. Nunca he podido imaginarme como me sentiría, ahora es cuando lo entiendo. Mi vida ha cambiado por completo. Que se pueda sentir este amor inmediato por otra persona. Es lo más perfecto que una se puede llegar a imaginar.

Se parece más a su padre, pero al menos tiene mis ojos. Es una mezcla de los dos. Nunca me había sentido tan feliz. Esta indefensa, depende completamente de mi.
Que responsabilidad.

El parto duró toda la noche. El dolor fue indescriptible y me parecía que no fuera a salir nunca. Fue horrible, pero al mismo tiempo lo más chulo que he experimentado nunca.

Cuando el la cogió por primera vez, lloró.  Estoy más enamorada de el que nunca.

Mi hermana estaba tensa, ella pone la directa y no para, independientemente de cómo me sienta. ¿Me gustaría que fuera de otra manera? ¿Como iba a hacerlo? ¿Quien sería yo entonces?

La vida es impredecible. Puede pasar cualquier cosa. Ninguna de las dos sabe lo que está por venir. Y supongo que ese es, justamente, el encanto de la vida, ¿no? Ya se que estoy siendo ridícula. Una adolescente que pretende ponerse profunda y tal.

Supongo que necesito dormir. Ellos están tumbados aquí a mi lado y duermen como troncos. Mi familia.

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⏰ Última actualización: Oct 02 ⏰

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