prólogo

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Sentado bajo un árbol, un chico de cabellera rubia y poco común observaba a lo lejos como agentes de policía analizaban lo que parecía ser una escena del crímen.

Cosa que de cierta forma le hizo gracia, puesto que en realidad lo que estaban viviendo ellos no era más que los restos de una entidad fuera de este mundo, a lo cual muchos lo catalogarian como un demonio.

Cosa que no estaba lejos de la realidad, ya que eso es lo que era realmente, y para ser más específicos, se trataba del demonio tomate, el cual fue destruido con suma facilidad por el susodicho, quien algo aburrido por ver cómo se convirtió su matanza, se levantó de dónde estaba y luego se marchó de ahí.

- supongo que puedo ganar algo de todo esto, aunque primero debería de exprimirlo bien.- dijo el chico quien llevaba consigo una bolsa la cual traía partes del cuerpo del demonio que mató.

Si bien era algo desagradable, poco o nada le podía importar.

Ya había visto a lo largo de su vida como las personas hacían cosas mucho más desagradables de lo que él tenía pensado hacer, por lo que en lugar de incomodarse, solo se adaptaria a la sociedad actual.

Por lo que después de una larga caminata, llegó a su pequeño hogar, el cual estaba algo malograda por el poco mantenimiento que se le ha dado, pero tampoco era una molestia para el chico el cual la utilizaba únicamente para sus necesidades básicas.

Por lo que al ingresar a su hogar, se dirigió a su cocina improvisada y con los utensilios que habia podido tener a lo largo del tiempo empezó a cortar en pedazos la piel del demonio tomate.

Posterior a eso, utilizo varias especias para poder darle sazón a lo que él estaba creando, que básicamente era una salsa la cual sabia muy bien que se vendería de maravilla.

- esto ya empieza a oler bien...me pregunto si en verdad era un tomate en su totalidad o solo tenía el nombre de adorno.- dijo el chico el cual encendió una de las perillas de su horno viejo y empezó a calentar su aberrante creación.-

Y de esa forma, iba a culminar un día más en su rastrera vida.

No tenía mucho por hacer, más que trabajar para sobrevivir.

Aunque tampoco es que le fuera un problema mayor, ya que podía valerse por si mismo en cualquier situación.

Y es que desde que logró acabar con los matones que lo atormentaban por la estúpida deuda que le dejó su padre, todo parecía ir de maravilla.

O eso quería creer, ya que desde hace algunos días, sentía que alguien lo estaba vigilando.

Y aunque trató de no bajar la guardía, lo terminó haciendo de igual forma puesto que jamás se vió amenazado.

O al menos eso pensaba ya que ningún Yakuza llegó a querer cobrar venganza por lo que él realizó en aquel almacén viejo en el cual fue emboscado.

Así que, de manera tranquila, él continúo con su vida, buscando oportunidades para conseguir dinero y poder darse varios lujos en su pequeña vivienda.

Es por eso que ahora, al terminar de enfrascar la salsa que creó, salió nuevamente de su casa y se dirigió a la tienda más cercana para ofrecer su producto.

Un lugar en el cual ya era conocido por los múltiples trabajos que realizaba, por lo que seguramente no le sería difícil vender algo de lo que llevaba.

Así que después de un pequeño recorrido, el rubio ingresó a la tienda y saludo al encargado, quien amablemente lo recibió con el mismo gesto.

- Denji, bienvenido, es bueno verte bien chico.-

Chainsaw ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora