Hyunjin despertó al día siguiente con una sensación de vacío en el pecho. La luz grisácea de la mañana se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación en un tono frío que hacía juego con el silencio opresivo. Felix ya no estaba. Se había ido antes de que el sol saliera, como siempre lo hacía. Como si las sombras fueran su refugio, su escape.Hyunjin se sentó en la cama, frotándose las sienes con frustración. Su mente era un torbellino de pensamientos confusos, recuerdos de la noche anterior mezclándose con el dolor de la realidad. El beso de Felix aún ardía en sus labios, pero la ausencia de su calor a su lado lo golpeaba con la misma fuerza.
"¿Por qué sigues permitiéndole esto?", se preguntó por enésima vez, pero la respuesta siempre era la misma: porque no podía imaginarse sin él.
El teléfono en la mesa de noche vibró, rompiendo el silencio. Hyunjin lo miró por un momento antes de tomarlo con manos temblorosas. Era un mensaje de Felix.
"No pienses demasiado en lo que pasó anoche. Nos vemos luego."
Tan frío, tan distante, como si lo que compartían fuera algo insignificante. Esa frialdad era lo que lo enloquecía, lo que hacía que el amor que sentía se mezclara con el dolor hasta volverse indistinguible. Felix siempre mantenía esa distancia emocional, esa barrera que Hyunjin nunca podía romper del todo.
Hyunjin dejó caer el teléfono sobre la cama con un suspiro. Sabía que lo vería de nuevo, sabía que todo volvería a ser igual. Un ciclo interminable de pasión y destrucción. Lo odiaba, pero lo anhelaba con la misma intensidad. Era una trampa de la que no podía escapar.
-Eres un idiota, Hyunjin -se dijo a sí mismo, su voz resonando en la habitación vacía.
No había forma de evitarlo. Cada vez que Felix lo empujaba al abismo, Hyunjin caía con los brazos abiertos, listo para el impacto. No importaba cuántas veces se rompiera en mil pedazos; siempre regresaba, siempre deseaba más.
Se levantó de la cama y caminó hacia el espejo que adornaba una de las paredes. Sus ojos oscuros y cansados lo miraron de vuelta. Parecía un reflejo ajeno, como si no reconociera a la persona frente a él. El Hyunjin de antes nunca habría permitido que alguien lo destruyera de esta manera, pero Felix... Felix era diferente. Había algo en él que lo hacía perder el control.
-Esto tiene que terminar -murmuró, aunque en el fondo sabía que no tenía la fuerza para hacerlo.
El día transcurrió lento, como una sombra que se arrastraba por la habitación. Cada pensamiento volvía a Felix, a la última mirada que le lanzó antes de desaparecer. Era como una droga, una necesidad que no podía saciar.
Por la noche, cuando el sol se escondió detrás de los edificios y las luces de la ciudad comenzaron a brillar, Hyunjin recibió otro mensaje.
"Te espero en el lugar de siempre."
Su corazón dio un vuelco. Sin pensarlo demasiado, se vistió y salió del apartamento. Sabía que lo que estaba haciendo era estúpido, sabía que una vez más caería en el ciclo de caos, pero no podía detenerse. Felix lo había llamado, y Hyunjin no tenía la fuerza para decir que no.
Mientras caminaba bajo las luces de la ciudad, sintió una mezcla de anticipación y miedo. Cada paso lo llevaba más cerca de ese abismo en el que ambos caían una y otra vez. Porque aunque sabía que lo estaba destruyendo, no podía evitar querer más.
Cuando llegó al lugar de siempre, un parque escondido entre los edificios, allí estaba Felix, esperándolo bajo la tenue luz de un farol. Su figura parecía casi irreal, envuelta en sombras, como un sueño del que Hyunjin nunca despertaría.
Felix lo miró con esa sonrisa ambigua que siempre lo desarmaba.
-Sabía que vendrías -dijo, como si nunca hubiera dudado.
Hyunjin se quedó parado frente a él, el silencio entre ellos cargado de todo lo que no se atrevían a decir.
-Y tú sabías que no podía hacer otra cosa -respondió Hyunjin, sintiendo cómo el abismo lo reclamaba una vez más.
Felix alzó una mano, rozando suavemente el rostro de Hyunjin, y en ese toque, todas las dudas se desvanecieron. En ese momento, no importaba cuánto doliera después.
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Psych๏ - ʟɪxᴊɪɴ/ʜʏᴜɴʟɪx
Fanfic。𖦹°‧En el fondo, ambos sabían que lo que tenían no era sano, pero también sabían que no podían vivir sin ello. Era caótico, inestable, un amor que coqueteaba con la locura. Porque, al final, en medio de ese caos, Hyunjin y Félix eran perfectos, aun...